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Israel ya aplica vacunas, Perú…. no sabemos

Ahora, deslizar la idea sin base científica de que toda la pandemia es parte de un complot internacional los hace sentir más inteligentes que quienes aplican el método científico para probar hipótesis

POR: DR. ENRIQUE AZOCAR PRADO   

La mayoría de ganadores de premios Nobel son de ascendencia judía, entre ellos Einstein y Bohr son los más famosos. La nación histórica de los judíos es Israel. Una nación que privilegia la ciencia, sobre todo.

Este pequeño país va camino a vacunar a toda su población con la vacuna de Pfizer (Alemania-USA). Este pequeño país (9 millones) confía en la ciencia, y esta confianza tiene larga data. Entre los miles de judíos expulsados por el reino de España en 1492, muchísimos de ellos eran médicos y farmacéuticos. La ciencia médica europea en ese entonces estaba dominada por judíos. Esa tradición centenaria les ha permitido estar donde están: primeros lugares en la ciencia médica.

Aquí, en Perú, tenemos gente (y hasta jueces) que creen que el virus fue creado por Soros y que la vacuna trae un chip que nos convertirá en robots. Entre Israel y Perú hay miles de años de diferencia en ciencia. Y esto es una tragedia.

EL MUNDO AL REVÉS

Estamos frente a un hecho inédito en la historia del conocimiento. Ahora, deslizar la idea sin base científica de que toda la pandemia es parte de un complot internacional los hace sentir más inteligentes que quienes aplican el método científico para probar hipótesis.

Decir que pueden «ver» lo que la mayoría de gente «no ve», los convierten en un grupo «privilegiado». No importa si sus opiniones no tengan base científica y estén plagadas de incoherencias. Les basta sentir que son parte de «una minoría» selecta que cree que «ven un complot internacional para imponer un nuevo orden mundial».

Creen estas pobres gentes que solo ellos tienen el «don» de percibir una realidad que toda la comunidad científica y la sociedad del conocimiento ignora.

LA PARANOIA DE LA ANTIVACUNA

Un médico argentino (paradójicamente antivacunas) dijo dos cosas que podrían calificarse como un monumento a la idiotez: 1. El covid-19 fue inventado para reducir la población mundial y 2. Las vacunas contienen elementos químicos que esterilizarían a la población mundial.

La realidad se encargó de echar a la basura ambos argumentos propios de los conspiranóicos. La realidad demostró que: 1. El covid-19 ha matado más a personas en edad no reproductiva y 2. Los ancianos (edad no reproductiva) han sido los primeros en recibir la vacuna.

En definitiva, la idiotez paranoica no guarda relación con el intelecto. No hay ignorancia en la paranoia. Se trata de una distorsión en el pensamiento. Distorsión que echa raíces en la desconfianza y recelo propio de ciertos individuos inseguros. Paulatinamente, esta actitud desconfiada empieza a «construir un edificio delirante». Edificio hecho de piezas inconexas e ilógicas. Una vez construido dicho edificio, ni el mejor ladrón podría ingresar pues es sólido e infranqueable. Son edificios delirantes fabricados a prueba de evidencias.

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