Un sabio adagio popular dice: “La ignorancia es muy atrevida”. Una afirmación que no pierde su vigencia, sobre todo en estos tiempos donde impera la mentira y la falsedad en todos sus tonos. A manera de ilustración, he recurrido a mi archivo personal para coadyuvar a despejar las dudas y sospechas que surgen y resurgen en épocas de crisis moral, social y económica; más aún, cuando todos padecemos el flagelo de coronavirus, que causa preocupaciones, angustias y temores al ver en riesgo la salud y la vida de mucha gente; y el golpe es peor cuando ese alguien es del entorno familiar o algún vecino conocido.
Como ya es de conocimiento, la cuarentena ha sido ampliada dos semanas más, es decir hasta el 10 de mayo. El Presidente de la República ha tomado esta decisión a fin de evitar el rebrote del coronavirus en salvaguarda de la salud y la vida de la población. Por tanto continuará el aislamiento e inmovilización social obligatorio, cumplimiento de las medidas preventivas, pero también muchos continuaran desacatando las normas por gente inconsciente que requiere sanciones de acuerdo a ley.
Referente a los informes que se recibe, existen razonables dudas sobre lo que vierten las autoridades, comenzando desde el Ejecutivo hasta las autoridades regionales y locales que no son reales ni evidentes todo cuanto se dice y se oye; y fácilmente se ingresa al terreno de sospechas de malos manejos, sobrevaloraciones, ocultamientos, apropiaciones y hasta de corrupción en el peor de los casos faltándose a la verdad y a la transparencia.
VERDAD COMO VALOR
Entonces, veamos, qué es la verdad como valor. Verdad, es tener la certeza de algo o asegurar una cosa, con expresión clara y sin tergiversación. La verdad es la afirmación de algo que corresponde con la realidad. Se hace interesante definir y clasificar éste término ya que varía de acuerdo a la conducta, al juicio o a la realidad del ser, ya que la verdad es una propiedad de las cosas y del entendimiento humano, algo es verdadero cuando se da en la realidad, cuando sucede o se cumple.
La verdad va ligada al objetivo del conocimiento y así obtener resultados que no se puedan poner en cuestionamiento, ni que pueda ser objetada, sino, que resulte evidente con seguridad y certeza.
La Verdad puede definirse también como el conjunto de principios especialmente relacionados en que se supone que ha de basarse no solo el comportamiento de uno, sino su compresión del contexto actual. En lo jurídico se habla de la verdad verdadera y la verdad procesal, para referirse a la veracidad de los hechos y a lo que se puede probar en el expediente respectivo, muchas veces ambas verdades no concuerdan. Podemos tomar la verdad como un valor fundamental y ético con significado basado en la realidad, el conocimiento y la cultura.
A pesar de la importancia de los valores para una convivencia social armoniosa, su pérdida es una constante en el país y en el mundo entero. Sin ellos, es decir los valores, las relaciones entre las personas se debilitan, debido a que los criterios elementales para vivir en sociedad se complican ante el predominio de intereses o aspiraciones individuales, a costa de los demás. La conciencia moral de toda comunidad tiene en la verdad –como valor ético– uno de sus principales pilares, y da contenido real al respeto de los demás. En ese sentido se vincula con la honestidad, que expresa la actitud de mantener en todo momento o circunstancia la concordancia entre las palabras y las acciones.
En las actuales circunstancias, al estar en juego nuestra propia vida y entendiendo los esfuerzos que se están realizando, lo mínimo que podemos exigir a quienes conducen los destinos del país y de los pueblos de la región, es honestidad en el uso adecuado de los recursos y sinceridad en el manejo de la información. La necesidad de mantenernos oportuna y correctamente informados sobre los acontecimientos diarios en relación a los avances, estragos y acciones en contra del coronavirus tiene mucha trascendencia, por su influencia en la capacidad de regulación emocional. Nos referimos a las reacciones que experimentamos: alegría, tristeza, angustia, miedo, frustración, entre otros, que pueden ser moderados cuando somos conscientes de que enfrentamos a una realidad concreta.
PROFESIÓN PERIODÍSTICA
Complementariamente, y a pesar del desprestigio informático, hay una demanda muy seria a quienes viven de la profesión periodística, que se relaciona con el cumplimiento ético en la labor informativa. En pocas palabras, al respeto de la verdad: por ello, resulta oportuno recordarles lo señalado en la Carta ´de Ética del Periodista que recomienda seriedad en el tratamiento de la información.
El periodista cuando deja de ser un simple intermediario y ejerce un periodismo profesional, debe “verificar la verdad de la noticia, de la información, de las notas de prensa, la entrevista o la rueda de prensa, a partir de un doble supuesto: que el poder personal o institucional suelen echar mano de la mentira o de las verdades a media, y que es deber del periodista proteger a sus lectores o receptores del engaño del poder”. Vale decir, verificar, contextualizar y contrastar. Lo contrario es convertir la subjetividad, la falsedad o la mentira en una verdad.
En este complejo escenario, el compromiso moral significa que cada persona es el principal protagonista del acto que realiza; y en tanto sea el único causante, debe asumir sus responsabilidades. Los momentos actuales aparecen oportunos para reflexionar y ciertamente cambiar de actitud. Las reflexiones resultan aleccionadoras sobre todo cuando se trata de reflexionar en voz alta en el irrestricto respeto a la libertad de expresión y de pensamiento para el traslado de la información de manera pluralista e independiente basada en hechos verídicos.