POR: JESÚS LIENDO BELTRAMÉ
En abril de este año, escribimos un artículo siempre en Prensa Regional al cual titulamos “Ilo: estamos preparados para ser una ciudad portuaria” Han pasado varios meses y estando a puertas de terminar el año, ¿nos preguntamos si se ha avanzado algo? Estoy seguro que la importante cantidad de ciudadanos Ileños y los que viven en Ilo, conocedores y dedicados a la actividad portuaria, saben que la respuesta es obvia, nada.
Hoy se ha puesto de moda escuchar hablar con mayor frecuencia de la relación que debe existir entre ciudad – puerto o puerto – ciudad y esto no es más que el resultado exitoso de la fusión entre una de las formas de vida más antigua de la humanidad, la ciudad, y una de las actividades más remotas de las sociedades, el comercio.
A medida que ha ido creciendo la población mundial, el comercio se ha convertido en uno de los principales impulsores de la globalización. El auge del comercio ha impuesto nuevos estándares y requerimientos a los métodos de carga y transporte, así como a los mismos puertos. En los últimos 50 años, la capacidad de carga de los barcos se ha incrementado en un 1,200%. En 1968, un barco de carga tenía capacidad para 1,530 TEUS (contenedores 20 pies o 6.1 metros). Hoy en día, los barcos de carga tienen capacidad para 19,000 TEUS, y ya se encuentran en desarrollo barcos con capacidad para 22,000.
Estos modelos de crecimiento tienen grandes repercusiones para los puertos, se requieren mayores espacios para almacenamiento, energía, capacidad logística, dotación de personal, las cuales han complicado las relaciones entre el puerto y la ciudad.
Esta relación solía ser tan íntima que las calles urbanas llegaban hasta los muelles. En otras palabras, casi no existía una separación entre el puerto y la ciudad. Una vez que la actividad portuaria comercial adquirió éxito, los puertos alcanzaron una etapa de expansión en que crecieron más allá de sus dimensiones originales y cambiaron la huella urbana y la imagen de las ciudades.
Si esta expansión continua, da lugar a la etapa de separación en la que se produce una fractura entre la ciudad y el puerto, el conflicto radica en que existe un contraste pronunciado entre las condiciones sociales de la ciudad y las oportunidades económicas que brinda el puerto. El principal objetivo es armonizar las relaciones entre el puerto y la ciudad, apuntando a la colaboración y a la convivencia. Para conseguir esto, se tendrían que implementar tres acciones básicas urgentes:
- Dialogo permanente entre La autoridad Municipal y la autoridad portuaria, para que puedan identificar distintas zonas y/o articulaciones en el puerto donde realizar intervenciones armonizadoras. En este proceso deben participar todos los involucrados, instituciones públicas y privadas, operadores logísticos, agencias marítimas, trabajadores portuarios, encargados de seguridad y control, medio ambiente, etc.
- Identificar oportunidades de reconciliación y acercamiento, las cuales existen en las zonas de conexión puerto-ciudad, fomentadoras del turismo, aquí normalmente se encuentran por ejemplo los cruceros. Los terminales de pasajeros pueden servir como bisagras entre la relación de las actividades portuarias (tráfico de pasajeros y cruceros) y las actividades de la ciudad. Los waterfronts o líneas costeras también ofrecen oportunidades interesantes pues no suelen ser áreas puramente comerciales, sino que abarcan también usos turísticos o deportivos.
- Lograr un conocimiento mutuo de los retos: Si se toman en cuenta las necesidades de ambas partes, aumenta la probabilidad de formular planes unificados para el desarrollo el puerto y la ciudad que logren minimizar externalidades negativas tales como tráfico, efectos ambientales, empleo, seguridad, entre otros. Estos programas tienen como objetivo promover la competitividad y fortalecer el branding de la ciudad, un elemento clave para atraer inversiones y capital nacional e internacional.
El tiempo ha sido testigo de cómo en las ciudades portuarias, las relaciones puerto-ciudad han atravesado por una serie de etapas; el desarrollo de la relación puerto – ciudad deberían estar unidos, participando los desarrollos urbanos de los portuarios y viceversa, sin embargo, el crecimiento desordenado de la ciudad, la falta de infraestructura vial portuaria y de un Plan Director con visión futurista, produce la centralidad urbana de las infraestructuras portuarias.
El Terminal Portuario de Ilo no ha sido ajeno a ello, y ha quedado prácticamente rodeado por la ciudad, por otro lado, se ha iniciado el proyecto para su modernización, que incluye la rehabilitación de los 356 pilotes que soportan al muelle de 300 metros de largo, así como la reparación de la estructura principal (viga mandil). Los trabajos consideran la rehabilitación de la losa de rodadura y la adquisición de equipos e instrumentos de última generación (Shore Tension), lo que permitirá la medición océano-meteorológica para optimizar la apertura y cerrado del puerto, hasta ahí todo muy bien, nos permitirá tener un puerto más competitivo, pero nos falta que la autoridad municipal haga la parte que le corresponde.
En Ilo tenemos el Terminal Portuario de Enapu, que ha merecido después de casi medio siglo la atención del gobierno central para mejorarlo, con una posición geopolítica estratégica para atender las cargas de la macro región sur y de los países vecinos que le permite posicionarse como un puerto valioso. La actividad portuaria es generadora de cientos de puestos de trabajo directos e indirectos, lamentablemente no se le ha prestado el interés que se merece.
El sistema actual está dominado por tres palabras mágicas: productividad, competitividad e innovación.