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Ilo: el futuro lo construimos hoy

“Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado” – Miguel de Unamuno.

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ

Es costumbre que al igual que las personas, las instituciones producto del quehacer humano en determinadas fechas, generalmente las de su creación o nacimiento, aparte de la fanfarria del caso, se interroguen o hagan un balance de los logros alcanzados, así como también de sus frustraciones.

Sin embargo, quizás por un mecanismo de autodefensa, en la última década la autocrítica o reflexión sobre lo logrado brilla por su ausencia en el caso de las dos principales ciudades de la región, o es opacada por lo que Vargas Llosa denomina la civilización del espectáculo en la cual prima la cultura de masas “en donde el objetivo es distraer a la mayor cantidad posible de consumidores, los cuales deslumbrados por el símbolo de la imagen se han dejado engañar por el entretenimiento como valor supremo, relegando a la pasividad el acto de pensar, crear y reflexionar”.

Por ello, aun a costa de ganarme más antipatías y pecar de aguafiestas, me permito resaltar en el caso de Ilo, hoy en día, tanto en la sociedad civil, como en los gremios profesionales, “partidos y movimientos políticos”, empresarios, empresas y autoridades, pareciera que tienen en primer lugar en su tabla de valores el entretenimiento y escapar del aburrimiento, creyendo que el único fin de la vida es divertirse y pasarla bien,  aparte de una que otra mención al pasado y a lo logrado, da la impresión que poco o nada importa el futuro, sobre todo el que se está dejando para las nuevas generaciones, a partir del día siguiente que ya no se reciban los recursos provenientes, –suficientes o pocos –, de la explotación del cobre, bien por su agotamiento o por su sustitución por algún producto tecnológico.

Y aquí pregunto respecto a varios sueños y frustraciones vitales, no solo para el desarrollo de Ilo sino de toda la macro región sur del Perú: ¿qué ocurrió con el gaseoducto, con la petroquímica, con Orica, con la modernización del puerto, con el Corredor Ferroviario Bioceánico Central, con la irrigación de las Lomas de Ilo, etcétera, etcétera?

Nada, absolutamente nada, en medio de la corrupción avalada en muchos casos por el silencio cómplice y la creciente banalización de casi todos los gremios, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política, que son síntomas de un mal mayor que aqueja no solo a nuestra región y nuestro país, sino también, –consuelo de tontos–, a casi todos los rincones del planeta.

Y si bien es cierto que en estos últimos años y en los próximos continuará la región recibiendo extraordinarios e históricos recursos como directa consecuencia de la explotación minera, los mismos no están generando nuevas industrias, ni dándole mayor valor agregado al cobre, simplemente, por entre otras, tres razones de índole económica, contra las cuales no podemos mayormente hacer nada, ni como región ni como país: la división internacional del trabajo, la falta de un mercado cercano donde acceder competitivamente y las reglas de la denominada globalización económica impulsada por el neo liberalismo, que por ejemplo, ha obligado a un país como China, que se define como marxista y está gobernado por el partido comunista, a adecuarse a las reglas de juego con singular éxito en el desarrollo del capitalismo.

¿Qué nos queda?  Ante la imposibilidad de poder competir en condiciones adecuadas en la industria del cobre mundial, considero fundamental apostar en primer lugar por la educación, educación y educación. Pero por una instrucción de calidad en todos los niveles que permita que las nuevas generaciones cuenten con la información y formación que les permita desempeñarse en forma óptima en cualquier lugar del planeta y que no vuelva a ocurrir lo que sucede hoy: ¡que muchas de las mejores plazas de Quellaveco vienen siendo ocupadas por jóvenes de otros lugares en razón a la calidad de su formación profesional!

Y para ello me atrevo a sugerir que nuestras autoridades conversen con la plana mayor de todas las empresas mineras y/u otras como Engie, aparte de las que se quieran sumar, para formar o crear un patronato cultural y educativo que permita crear las condiciones para que maestros y alumnos accedan a una verdadera educación y no a lo que existe en la actualidad, que salvo una que otra excepción es totalmente mediocre y  acabará completamente obsoleta como consecuencia de los adelantos tecnológicos, entre los cuales encontramos la Inteligencia Artificial. ¡La educación, la información y la investigación deben ser nuestros pasaportes para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para él, en el día de hoy!

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