Gilia, víctima de una inmerecida venganza 

Esta alianza demoledora hará hasta lo imposible para que esta candidata joven no llegue al sillón del Gobierno Regional de Moquegua y ellos por tercera vez repetir el plato, para saciar sus apetitos devoradores y de ambiciones políticas.

POR: ENRIQUE LAZO FLORES   

Para nadie es un secreto que, en esta segunda vuelta electoral por llegar al cargo de gobernador regional de Moquegua, entre Jaime Rodríguez y Gilia Gutiérrez, se ha desatado toda una estrategia de demolición, contra la candidata omateña, a quien tratan de destruirla al puro estilo “fujimontesinista” visto solo en la infausta campaña desplegada por la “señora K”, contra sus opositores, en las dos elecciones pasadas, donde el pueblo le dijo no en las urnas.

Toda esta guerra sucia que viene desplegando, el “ejército de troles” contra Gilia, viene desde la primera etapa, donde se vio a los operadores fujimoristas cual “topos” trabajando en diferentes movimientos políticos que participaban en las elecciones municipales, donde ni los mismos candidatos se daban cuenta que eran utilizados por falsos asesores que en realidad eran los que ayer trabajaron para el fujimorismo.

Estos se infiltraron para organizar movilizaciones, ferias, charlas, en organizaciones de comedores populares, de la mujer, sindicatos y donde podían tener injerencia, para así arrastrar hacia el fujimorismo al caudal de electores, con la intención de recuperar espacios perdidos en las últimas elecciones donde fueron rechazados en las urnas.

Ese mismo trabajo se está viendo en esta segunda vuelta y nos hace recordar a los “troles” que utilizaban los fujimoristas, como “la moto taxi”, “la combi”, y otros espacios, donde podían desprestigiar y destruir al enemigo político, como pretenden hacer hoy con Gilia Gutiérrez, que no cuenta con una sola denuncia por corrupción y al no hallarle nada, al estilo fujimorista, tratan de involucrarse en su vida privada, inventando historias que afectan a sus familiares que nada tienen que ver en esta guerra sucia.

INMERECIDA VENGANZA 

Esta campaña de desprestigio contra la candidata Gilia Gutierrez que no está comprometida personal y directamente con ningún acto de corrupción, merece el total rechazo.

Se pretende desprestigiar a Gilia, poniéndole el cartel de corrupta, solo por pertenecer a las tiendas del enemigo político número uno de Jaime Rodríguez Villanueva nada más y nada menos que Martin Vizcarra, quien fue vacado por disolver el Congreso, y haber traicionado supuestamente a Keiko Fujimori. Todos estos hechos, las huestes fujimoristas nunca se lo perdonaron.

Ahora ese mismo tipo campaña de guerra sucia con el “apoyo” de algunos periodistas y utilización de redes sociales se da en Moquegua, queriendo repetir lo que hizo el fujimorismo y sus aliados en Lima contra Vizcarra y sus opositores; pero ahora el objetivo de Kausachun y los Fujimoristas que operan en la región Moquegua es Gilia Gutiérrez.

Esta alianza demoledora hará hasta lo imposible para que esta candidata joven no llegue al sillón del Gobierno Regional de Moquegua y ellos por tercera vez repetir el plato, para saciar sus apetitos devoradores y de ambiciones políticas, cuya historia de rencillas y sed de venganza viene desde muy atrás, desde cuando Jaime Rodríguez estaba en el poder del gobierno regional por segunda vez, y que a, propuesta de éste, el abogado Mario Fidel Mantilla quién fue el gerente de Asesoría Legal llegue al Congreso con Fuerza popular, con ayuda del sector empresarial pesquero.

La historia de venganza política contra Vizcarra tiene varios matices, en lo político, desde el “acuerdo secreto” entre Vizcarra – Keiko supuestamente en la casa del empresario Camayo, luego la traición de Vizcarra al incumplir el acuerdo secreto disolviendo el Congreso, fue allí donde el congresista por Ilo, Mario Mantilla tiene un papel protagónico al sentar posición contraria a Vizcarra desde el primer día de ejercer como congresista, ya que pertenecía a la bancada de Keiko y su partido Fuerza Popular, finalmente los mismos fujimoristas impulsaron la vacancia de Vizcarra.

De otro lado, el fujimorismo blindaba a Chávarri e Hinostroza, ambos defenestrados del cargo supremo por pertenecer a los famosos “cuellos blancos” y eso habría tenido su trasfondo, como sería la de archivar los diferentes casos de denuncias de presunta corrupción y otros que tenía Jaime Rodríguez Villanueva.

Esta historia es larga y solo lo conocen bien los protagonistas, los pasillos del Ministerio Público y el  Poder Judicial de Moquegua así como la memoria del pueblo que no olvida y nunca estará de acuerdo con la impunidad, como fue el caso del asesinato de Eleodoro Asqui, un operador y testigo del “cambiazo” del cucharón de una excavadora de propiedad del Gobierno Regional de Moquegua, que finalmente los autores quedaron impunes, porque hasta otro testigo habría sido silenciado para no dar testimonio contra los responsables de este caso, que fue archivado por la fiscalía.

EL FUJIMORISMO EN MOQUEGUA NO DUERME

La ambición del fujimorismo está mostrando sus fauces demoledoras, al tratar de triturar las aspiraciones de Gilia Gutiérrez y de Luis Trigoso a punta de difamaciones, intrigas y diatribas, quienes tienen la intención de cambiar la historia de Moquegua, destrabando misterios sin resolver y delitos que no pueden quedar impunes, mientras de un lado, la guerra sucia avanza sincronizando con campañas de apoyo de supuestos colectivos de apoyo, pero en realidad solo son operadores que tiene como objetivo maquillar y desprestigiar al enemigo político, que se ha convertido en la “piedra en el zapato”, porque sabe que si gana, desenterrará los casos de corrupción en “carreteras mojadas” y rumores de ríos que pasan por puentes que no son puentes o que nunca fueron, pero sirvieron para engatusar al pueblo. Al mismo estilo fujimorista, algo que no debe volver a escribirse en nuestra historia, menos instalarse en Moquegua.

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