Por: Enrique Rivera Salas
Mi homenaje y admiración, respeto y gratitud a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul que llegaron de París (Francia) a Mollendo el 18 de octubre de 1903 y entregaron su vida al servicio del prójimo y merecen de nosotros un momento de reflexión y agradecimiento en nuestros corazones.
Y las recordamos por su labor infatigable desde que comenzaron en el histórico “Hospital del Carmen” y sus obras se siguieron cristalizando como el asilo de ancianos y en educación en la construcción del Colegio San Vicente de Paul, y estoy seguro que continuarán con estas tareas de servicio al hermano más necesitado.
Mi homenaje póstumo y gloria a las hermanas que jamás regresaron a Francia y se encuentran en nuestro Cementerio General en un bello y artístico mausoleo que todos los que vivimos en Mollendo elevamos nuestras plegarias de amor y gratitud, y ellas fueron:
Sor Luisa Darbe, sor Luisa Barreda Ocampo, sor María Rosa Barreda Ocampo, sor Jesús Galar Aguirre, sor Eva Cuba Salazar, sor Vicenta Perea, sor Antonieta Morales y otras, que se pierden a través del tiempo.
Y estoy seguro que estas hermanas han quedado en nuestro recuerdo y que se encuentran en la presencia de Dios.
De esta manera de reconocimiento en esta nota periodística expreso mi homenaje póstumo a la madre de las “Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul” sor Odilia Habare Kamneirlander de nacionalidad austriaca. Cuando la conocí al instante vi su alta sensibilidad y sonrisa. Quedé impresionado y asombrado por el trato que daba a los ancianitos del asilo, con amplia ternura y devoción participando en la gestión encomiable de la congregación pastoral. Y como testigo de excepción fui partícipe en la reconstrucción del asilo de ancianos “Santa Luisa de Marillac” de la calle Luis Bouroncle 211; para mí era una santa. De ella guardo una carta donde me agradecía del apoyo incondicional en la labor que tenía en el asilo de ancianos y estoy seguro que desde el cielo, intercede por todos.
Es necesario conocer que la llegada de las “Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul” a Mollendo fue hace más de 100 años. También según la historia, los comienzos fueron difíciles y faltaba todo, menos, trabajo, había inexperiencia administrativa, necesidad de mayor asistencialismo. Los directivos de la Beneficencia acertaron en contactar con la congregación de las “Hijas de la Caridad”.
Tres años de insistencia costó a la Beneficencia la llegada de las hermanas. Fue entonces que respondiendo al llamado de servicio arribaron a Mollendo para hacerse cargo del Hospital del Carmen, recibidas con algarabía y repiques de campanas. Ahí nos quedamos con este hermoso historial.
