POR: KAREM ROCA LUQUE
Hay quienes piensan que el poder es eterno y actúan como tal, dejando de lado la ética profesional y sus principios, someten a sus subalternos haciéndoles creer que ser leal es hacer todo aquello que ellos te exigen, involucran tu conciencia y tiran al piso tus principios, todo a cambio de un puesto laboral y/o cualquier situación que sea importante para ti.
Conocí gente que nunca antes había estado involucrada en ningún proceso judicial y por circunstancias de la vida, les tocó vivir una experiencia similar en alguna entidad del Estado. De aquí en adelante hablaré de una amiga a la cual llamaré “Socorro”, para no involucrar su verdadera identidad.
A Socorro la conocí desde el colegio, siempre muy tímida, pero dedicada en los estudios. Pasaron los años y por circunstancias de la vida nos tocó trabajar juntas en el Gobierno Regional de Moquegua. Recuerdo que, igual que Socorro había varias tímidas y calladas, todas mujeres, trabajando para la misma área, fueron captadas por la administradora de la entidad. Todas pasaban el filtro más importante, ser reservadas, hablar el mismo idioma y sobre todo les pedían lealtad, (increíblemente lealtad), cuando esto sucedía recién eran presentadas ante el grande…el lagarto.
Todas tenían una función directa y era hacer lo que el jefe grande ordenaba, para mí se llama “subyugar”. Las chicas, incluida Socorro, sabían que podían tener problemas más adelante, pero enseguida les quitaban el miedo, a cambio siempre sería una buena remuneración y un buen puesto laboral. Para cuando el jefe grande ya era ministro en el MTC, una parte de ellas llegó también para trabajar en ese ministerio, pues el premio a su silencio por haber sido reservadas y sumisas, era un puesto de trabajo estable. La alegría duró muy poco, pues el Poder Judicial empezó a notificarlas, solicitando apersonamiento para rendir manifestación sobre un caso bien sonado del jefe grande. Alguna vez le dije a Socorro que no cubra más al lagarto, que, cuando él tiene que decidir por salvar su pellejo, siempre pensará primero en él.
Mientras el lagarto crecía en el ambiente político y era más conocido públicamente, les decían a las chicas que todo iba estar bien, que no tengan miedo. Poco a poco las perlas se hacían más visibles, pues el Congreso y medios periodísticos le pusieron la puntería, empezaron a buscar todo de él, lógicamente a todo el entorno más cercano también. Según el cargo que iba asumiendo, el lagarto se volvía más frío para tomar decisiones, y cuando tenía que accionar, no le importaba quien pague los platos rotos, utilizando su mejor arma que ya es bien conocida “la mentira y el cinismo”. Cuando asumió la Presidencia de la República, la seguridad del jefe grande era más cerrada, y no dejaban que nadie se acerque a él. Cuando salía de Palacio de Gobierno para dirigirse alguna actividad oficial, reunión privada y otros, se iba con una liebre delante (liebre se le dice al efectivo policial que va en una moto dirigiendo el tránsito) dos a tres carros de seguridad más, incluido el vehículo oficial donde se encuentra el jefe de Estado. En una oportunidad, me llamó el comandante encargado de la seguridad, para decirme que había una persona afuera de palacio que no quería identificarse y que sólo pedía hablar con el SPR (Señor Presidente de la República) o mi persona, pero le negaron el pase.
Es ahí donde recibo una llamada a mi celular… ¿aló?, era Socorro, hola, le dije, me contestó: amiga estoy aquí afuera de Palacio de Gobierno, no me dejan pasar y quiero hablar con el jefe, pero su voz era temerosa, y sentí que estaba muy asustada y preocupada. Le pedí se tranquilice y espere, que le comunicaría al jefe… corté la llamada y me dirigí al despacho del lagarto. Presidente afuera se encuentra Socorro, y se encuentra muy asustada, me pide que por favor la haga pasar, que desea conversar con usted de algo muy importante y urgente. El jefe me respondió: Dile que no se preocupe y que busque a Rosita, (Rosita es otro seudónimo más, de una abogada) que ella la ayudará como defensa legal. Le insistí por la preocupación que Socorro me transmitió, pero fue en vano, el lagarto no quiso recibirla.
Llamé a Socorro y le transmití tal cual me había dicho el jefe grande. Socorro igual tuvo que retirarse, pero lo hizo casi llorosa, sentí su desesperación. Esa situación me dejó una mala sensación, luego, ya en la confianza que tenía con el SPR, se lo volví a preguntar… me respondió que él era el SPR, y no abogado y estaba ocupado planificando las visitas para sus viajes al interior del país. ¡Dios mío! En qué momento cambió tanto mi padre como le decía de cariño… pienso en voz baja… ¿acaso fui la única que no se dio cuenta? ¿nunca escuché cuando me decían cuál era su verdadera careta?… ni modo, seguí trabajando.
Conozco varias Socorros en estos caminos de la vida, no sé cómo logran captarlas, y todas tienen el mismo verso: “debemos ser leales, el ingeniero nos ha dado trabajo”. Yo opino que está bien, todos tienen derecho a buscar sus espacios, pero no traicionando sus principios, porque tarde o temprano todo se llegará a descubrir, no hay crimen perfecto, puede que en el momento todo parezca que no pasará nada, pero hay quienes no están dispuestos a callar más, que han ido voluntariamente a decir la verdad y se encuentran como colaboradores o simplemente testigos protegidos.
Socorro, si lees este artículo como alguna vez te dije: piensa en tu familia, piensa en tus hijos, nadie ha muerto por empezar de cero en la vida. Date paz y habla la verdad, sácate esa carga de encima, porque va regresar a ti mientras ese juicio no acabe y puedas estar libre de todo. Ahora ese juicio lo han retomado nuevamente, con mayores pruebas y evidencias… ¿quién va a asumir tu defensa? ¿Rosita?… Rosita, está en modo silencio, porque tiene tremendo rabo de paja.
Hay muchos que prefieren callar por la comodidad de sus necesidades personales, no seas una Socorro, ni una Rosita en la vida. ¡Libérate!
La verdad por más incómoda que sea, se va abriendo camino… Hasta la próxima semana.