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El historiador de Tacna

Estamos ante un auténtico, “incansable, apasionado y prolijo hurgador de archivos”, que como él lo ha dicho “ha nacido husmeando papeles viejos y fotos antiguas, en una época en la que en Tacna no se estudiaba la historia, se le respiraba”.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS  

Así como Jorge Basadre es conocido por quienes transitan por la ruta cultural como el historiador de la República, del mismo modo podemos afirmar que su paisano y amigo Luis Cavagnaro es el historiador de Tacna. Basta conocer los doce tomos que tiene publicados de Materiales para la historia de Tacna, parte de un ambicioso proyecto de veintiséis volúmenes, de los que ya tiene avanzado y diseñado cada uno de los restantes, para estar convencido de ello. Sin duda, estamos ante uno de los más fecundos e ilustrados historiadores regionales del país.

Lo conocí hace tres décadas, cuando viajaba los fines de semana a Moquegua a dictar clases en la universidad. Lo hacía con la anticipación y el horario que le permitía ir al archivo, que años antes había ayudado a organizar, visita que para él era un ritual casi religioso. Entonces me convertí en su colaborador y fui testigo de cómo pacientemente, semana tras semana, a lo largo del año, iba resumiendo sin descanso y a mano, uno a uno los cinco libros del primer escribano moqueguano que datan de 1600, continuando el trabajo que dos décadas atrás iniciara Shozo Masuda y Franklin Pease, que contribuyeron a difundir el gran valor de este repositorio. Lucho, luego de robarle horas al día, se las sustraía a la noche, dedicando con el mismo tesón prolongadas vigilias a trabajar el índice onomástico y toponímico de todo lo que había resumido. Aun así, se daba tiempo para recorrer la ciudad; charlar con sus amigos en la plaza de Armas, pues conocido es que por donde él pasa deja una estela de franca amistad; caer en la tentación de saborear alfajores, guargüeros y hojaldrilla, brindar con leche’monja y retornar a Tacna ahíto de sol y de conejos fritos.

Este paso por el archivo moqueguano es un reflejo de lo que ha hecho a lo largo de su vida. Fue el creador y organizador del archivo de Tacna, con el mismo y tenaz afán ha investigado en los archivos parroquiales y regionales, así como en las bibliotecas de Tacna, Moquegua, Arequipa, Lima… Pasión que lo ha llevado hasta en nueve ocasiones a Santiago en pos de los archivos cautivos de Tacna y Arica. Merced a una beca otorgada por la OEA en 1980, le fue posible indagar en los archivos inabarcables de España: el de Sevilla y Madrid.

Repositorios que han sido trabajados siempre con igual entusiasmo, que es el que lo lleva a vencer las distancias sin escatimar gastos. Disponiendo del tiempo que otros lo usan para la disipación y diversión. En su caso, el descanso y la disipación están en los archivos y en las bibliotecas; investigando, acumulando fichas, resúmenes, fotocopias, libros, erudición, horas de insomnio, boletos de viaje, boletas y facturas.

Estamos ante un auténtico, “incansable, apasionado y prolijo hurgador de archivos”, que como él lo ha dicho “ha nacido husmeando papeles viejos y fotos antiguas, en una época en la que en Tacna no se estudiaba la historia, se le respiraba”.

Fue así como Lucho, alternando como jefe de las instituciones culturales locales, pedagogo, gran animador del teatro, fue compartiendo con nosotros el resultado de sus investigaciones publicando uno tras otro sus libros, que son parte de una serie sobre la historia local que también abarca la regional, a los que se suman otros sobre el desarrollo urbano y biografías, sin considerar los que ya tiene listos e inéditos.

En estos libros nos ofrece un relato completo del pasado tacneño donde mantiene una característica que es común en todos ellos, el que van acompañados de una profusa bibliografía, en la que se señala la diversidad de archivos visitados y una copiosa relación de títulos y autores consultados. En cada cita, con escrupulosa honestidad, indica el lugar preciso de donde la tomó para que pueda ser confrontada.

Debemos señalar que este es un loable esfuerzo personal, que abarca toda la historia tacneña y difícilmente encontraremos un similar empeño individual, de esta magnitud, en las historias regionales del país.

Un trabajo de esta envergadura solo se puede afrontar cuando se está protegido con ese escudo laborado en la fragua del esfuerzo diario, el trabajado surco del método, el rigor de la disciplina y los misterios de una fe mística de los que nuestro amigo nos da un ejemplo puesto de manifiesto en esta persistente publicación de sus libros.

El doctor Jorge Basadre dijo en 1973 que había “entablado buena amistad con Fredy Gambetta, muy fino poeta, y con Luis Cavagnaro, cultor del teatro y de la música y, al mismo tiempo, no obstante, su juventud, gran erudito en la historia local”, cuando aún no había publicado un solo libro. Ahora, después de todo lo publicado, cuando le ha entregado al pueblo tacneño infaltables páginas de su historia, que son motivos para que se sientan más identificados y enraizados con su propia tierra, ha cumplido las expectativas que sobre él puso el Historiador de la República.

Pero su vida sigue siendo gobernada por una inquebrantable fe, siempre activa, que lo conduce a continuar maquinalmente lo que ha hecho desde un principio, sus búsquedas incesantes, llevado siempre por un mismo sentimiento, por un mismo impulso motivador, su permanente bandera, la que se mantiene flameando en lo más alto de su entusiasmo incansable: su amor por Tacna.

Hoy, las campanas están doblando por él.

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