Deberes, obligaciones y derechos

Por: Wilfredo Mendoza Flores (e-mail: wil.mendoza.flores@gmail.com)   

Debo ser claro, contundente, sincero y preguntar, principalmente a las autoridades que tienen en sus manos la decisión de afianzar y fortalecer el desarrollo y el bienestar de la ciudadanía, de atender las demandas sociales para encontrar soluciones a los problemas y necesidades de manera oportuna y sin ninguna disculpa. Pregunto: Qué pasa señores autoridades que no se dan vasto para atender con prolijidad de acuerdo a sus atribuciones funcionales y que olímpicamente se han olvidado de la práctica permanente de los principios y valores, de sus deberes y obligaciones. De la misma manera pregunto a la generación de estos tiempos. Que les sucede que dejan a un lado los valores más esenciales para afrontar la vida con responsabilidad. Acuden a fiestas, carecen del sentido de ubicuidad, de planificar el diario quehacer, de trabajar con entrega fijándose objetivos y metas en búsqueda de logros personales e institucionales.

En estos tiempos de avance tecnológico ya no deben existir disculpas; más aún si estamos inmersos todos luchando y batallando contra el coronavirus, al contrario debemos respetar y cumplir escrupulosamente las medidas de prevención y de bioseguridad para cuidarnos y cuidar a los que nos necesitan. Cada día que transcurre, el contagio se expande más y más que casi es incontrolable. En este caso, todos debemos asumir nuestras responsabilidades, cumplir con los deberes, obligaciones y derechos. Las autoridades deben dar el ejemplo para que sean el espejo a seguir por el pueblo que está más preocupado para luchar contra el coronavirus.

En las últimas décadas, el común de los ciudadanos se ha acostumbrado a pedir, exigir y reclamar con el propósito de hacer prevalecer sus derechos; pero olvida que como cualquier mortal, tiene deberes y obligaciones; por lo que, los derechos terminan cuando comienzan los derechos de los demás. Todo derecho tiene como correlato obligaciones y deberes, el ejercicio de los derechos implica también el cumplimiento de deberes. Empero, estamos acostumbrados a tratar de ejercer derechos, reclamar por ellos, protestar cuando se considera que existe violación de ellos, pero pocos se acuerdan cumplir las obligaciones.

Todos los ciudadanos tienen que cumplir la Constitución y las normas legales y nadie puede escapar a ellas, ni siquiera pretender eludir por falta de conocimiento, es por ello que es necesario propiciar una cultura no sólo de ejercer derechos, sino de cumplir las obligaciones inherentes a ellos: y, este preámbulo, directa e indirectamente va relacionado a la lamentable quiebra de relaciones humanas que se producen en el interior de algunas instituciones públicas y privadas y en las organizaciones sociales.

Las normas legales, especialmente la Constitución, son para garantizar la paz y concordia social, para lo cual en el sistema democrático son los ciudadanos quienes eligen a sus principales autoridades para que ellas impongan el orden, no cualquier orden, sino el orden democrático del estado de derecho, en que las disposiciones legales tienen que ser cumplidas para lo cual existen canales, procedimientos y sanciones en caso de incumplimiento.

Los ciudadanos, como es natural, claman y protestan para que exista orden, para que las normas se cumplan y porque, a las autoridades no les debe temblar la mano para hacerlas cumplir; pero este ideal, muchas veces es sesgada o tergiversada, condicionada e interesada para favorecer o privilegiar a los amigos y allegados; y por consiguiente, discriminan a otros que no tienen influencias políticas.

La ciudadanía está cansada de que existan personas que quieren hacer su voluntad, lo que le viene en gana, y sean ellas quienes por sí y según su parecer y antojo decidan lo que es bueno, pero no soslayando los procedimientos establecidos, es decir, realiza sus propias disposiciones, aplicar la normatividad vigente cuando lo estima necesario; y todo esto, lamentablemente conlleva a que haya caos y desgobierno; cuya consecuencia es justamente la ola de protestas y los conflictos sociales.

En el mayor de los casos, la ciudadanía reclama con fundadas razones e inobjetables, porque son las autoridades las que pierden credibilidad y confianza; y por tanto se sienten intimidados y amenazados ante posibles actos violentos por parte de los quejosos que sin medir consecuencias generan acciones prohibidas que llevan a situaciones impredecibles o las denuncias por parte del Ministerio Público.

A veces, se dan absurdas denuncias que se dilatan con el consiguiente costo durante el proceso civil y penal. El dejar hacer y dejar pasar de la autoridad o sea su inacción, genera también el desorden, de que actúe de manera individual con el riesgo de que se incurra en abusos y violación de los derechos de la persona. Un mal ejemplo de todo esto es, por decir, los elementos de mal vivir, los perpetradores de vías públicas, delincuentes que a las pocas horas son echados a la calle, incluso padres que no imponen su autoridad a sus menores hijos e infinidad de abusos por antisociales, sin dejar de indicar los robos y asaltos.

Este medio y los que lo integramos, siempre repetiremos hasta el cansancio que es indispensable estimular la cultura del cumplimiento real de los principios y valores como: el deber, respeto, puntualidad, responsabilidad, etc. etc.,  desde el hogar, en la escuela y desde todas las instituciones de la sociedad, especialmente que las autoridades sean puntuales en sus actos y compromisos

El orden en todo es indispensable para que exista paz social, tranquilidad directa, respeto a la ley y a la autoridad. Todo esto, redundará para que haya confianza entre los unos y los otros; y que haya una sana inversión pública con informaciones reales, generando puestos de trabajo dignos para el bienestar común; para todo ello necesariamente se debe respetar los derechos y cumplir los deberes y obligaciones.

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