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¡Corriendo en el mismo lugar! (I)

“Cambia tu vida hoy. No te juegues el futuro. Actúa ya, sin demora.” Simone de Beauvoir.

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ    

Han transcurrido 19 años, desde que publiqué “El Futuro sobre rieles” (La Región Moquegua y las perspectivas económicas y políticas en la Cuenca del Pacífico), y en nuestra región, fundamentalmente por desidia, incapacidad o ignorancia de nuestras autoridades, seguimos corriendo en el mismo sitio en cuanto visión del futuro, en tanto vemos que al norte de Lima se construye un moderno terminal al que en un exceso de entusiasmo y desconocimiento califican como “mega puerto”, en tanto que nuestros vecinos del norte intentan promocionar Corío y los del sur han conseguido que la Southern Peru Copper Corporation le financie un estudio sobre la posibilidad de desarrollar Puerto Grau, en tanto que en nuestra región, a pesar de haber tenido el hándicap de contar con un presidente de la república de raíces moqueguanas y un ministro de transportes muy ligado al quehacer productivo moqueguano, solo se limitaron, tras un curioso calculo de costos, a archivar el proyecto aduciendo que era muy alta la inversión para hacer un ramal ferroviario entre Ilo y Desaguadero que permitiría contar con la suficiente carga de ida y de retorno que justificase modernizar el puerto de Ilo, posibilidad que muy bien la comprendió él siempre extrañado, amigo y maestro Ismael Pinto Vargas, quien en un  brillante prologo escribió: “Somos el punto ideal, la puerta de salida de los productos de Brasil y Bolivia en primera instancia y secundariamente de otros de Argentina, de Paraguay, Uruguay y, obviamente, el Perú,  con destino a China, Japón, India, Corea, etc. La puerta de acceso a ese nuevo mundo que nos depara el futuro. Claro está, si tenemos la inteligencia y la entereza suficiente para asumir ese reto.

En ese nuevo y revolucionario contexto geográfico-económico el encuentro que ineluctablemente deberá darse, en la extensa Cuenca del Pacífico, señala el rol que debe y tiene necesariamente que jugar el Perú en general, y la Región Moquegua, en especial en ella, su puerto natural -de ayer, de hoy y, sobre todo, de mañana-: Ilo. Una irrepetible oportunidad que nos ofrece la historia del Siglo XXI, cual es la de integrarnos al proceso de globalización. A la indetenible dinámica económica que hoy vive el mundo, la que podemos sintetizar y traducir en una sola palabra: desarrollo”.

Y sin embargo, como antaño lo escribió Ismael: “nada de ello ocurrió y hoy casi veinte años después, cabe plantearse nuevamente una sola e inevitable pregunta que, en el fondo, encierra otras de angustiante respuesta. ¿Estamos preparados o, siquiera nos estamos preparando ya como Región, ya como país, para asumir ese reto que nos confronta la nueva economía mundial? ¿Qué estamos haciendo frente a la feroz competencia tanto de nuestros vecinos sureños como de la visión opaca de nuestros vecinos arequipeños y tacneños? ¿Cuál es el rol que está jugando el Estado en esta sorda y en el fondo despiadada contienda? ¿Cómo nos estamos acercando a esta encrucijada histórica, y de qué manera se pretende resolverla?”.

¿Acaso realizando nuevos eventos o escuchando a gurús mal informados que ingenuamente creen que con normas similares a las del cabotaje serán la panacea para el terminal de ENAPU en Ilo o que puede ampliarse el mismo con los niveles actuales de carga?

Lo cierto es que, tal como lo escribí allá por el 2005, existía y existe una alternativa, que me hace reescribir ideas y preguntas como, por ejemplo: ¿Estamos preparados para dar ese gran paso? ¿Para construir ese futuro que aun toca nuestras puertas? ¿Somos plenamente conscientes que este no es un trabajo solitario, sino que debe concertar y concentrar voluntades, capitales, personas? Una problemática a resolverse en la que Moquegua e Ilo, y todos los pueblos que conforman nuestra Región, no deben ser un medio, sino un fin. Que no se dilapiden los recursos. Que no se eche por la borda esta auspiciosa oportunidad. No se trata ahora de lo que Moquegua puede hacer por nosotros. Sino -robándole una frase al presidente Kennedy- de lo que nosotros podemos y debemos hacer por Moquegua con el objetivo de construir un futuro sostenible en el que las actividades económicas no dependan únicamente de la extracción de recursos, sino que también se les agregue valor y que las estructuras beneficien a toda la comunidad. Por ello es crucial negociar de manera inteligente con el Grupo México, que busca expandir sus operaciones en Cuajone y desarrollar Tía María. Es fundamental brindar todas las facilidades necesarias para garantizar un acuerdo que favorezca a nuestra región y país en su conjunto.

Y si bien es cierto que el Grupo México obtendrá beneficios, también es verdad que, si se negocia adecuadamente, se puede lograr que a través de una vía férrea hacia Ilo se facilite la exportación e importación de productos tanto de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, como de Bolivia. Esto abriría nuevas oportunidades para la macro región sur, promoviendo un futuro económico próspero, en el cual todos ganaríamos, dado que, de lograrse incrementar la carga por Ilo, al igual que otros complejos portuarios en el mundo, se harían diversos terminales en la costa sur del Perú, los mismos que podrían estar en Corío y Puerto Grau.

Por otro lado, considerando que la división ferroviaria del Grupo México, Ferromex, es la empresa ferroviaria más grande de México, con una extensa red de vías férreas y servicios de transporte de carga y pasajeros, podría jugar un papel clave en el tránsito de mercancías administrando el corredor ferroviario.  La empresa, como filial del Grupo México, cuenta con la experiencia y los recursos necesarios para impulsar un sistema logístico eficiente que beneficie a toda la región. Para empezar, junto con Anglo American deberían financiar un estudio de calidad.

Esto último, nos lleva a una reflexión final: la única forma de lograr hacer viable a la Región Macro Sur, es identificar o definir con objetividad nuestras posibilidades reales de desarrollo en el actual proceso económico mundial. Ello implica necesariamente un diagnostico o estudio socioeconómico y ambiental de los recursos existentes o potenciales, determinando que proyectos pueden tener mayor impacto social y económico, a corto, mediano y largo plazo, estableciendo prioridades. Ahora bien, para lograrlo, considerando que no existe un Plan de Desarrollo Nacional creo conveniente plantear la necesidad de recurrir a una Consultoría Internacional, preferentemente en el ámbito de la Comunidad Europea, –puede ayudar Anglo American-, para que conjuntamente con los técnicos de todas las regiones del sur del Perú, esbocen el mismo. Y no porque dude de la capacidad de nuestros profesionales. Ocurre que los mismos, además de no tener adecuada información de la economía mundial, al momento de decidir o plantear alternativas se dejan llevar, comprensiblemente, por los intereses de sus respectivas patrias chicas. Y en tal sentido, el panorama que se observa desde las plazas de amas de Arequipa o Cuzco, es distinto al que se contempla a partir del Lago Titicaca, el río Madre de Dios, el Caplina o el valle de Moquegua.

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