POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
La exclusión social fue uno de los elementos de mayor presencia en el Perú independiente, la utopía de los hombres de la emancipación quedó atrás, generándose un desencuentro, cuando los ciudadanos del Estado independiente no tomaron en cuenta a las mayorías para el ejercicio, y beneficio de determinados derechos.
Pasaría mucho tiempo, para que el 22 de junio de 1979, la Asamblea Constituyente convocada en 1977, y que se había elegido y empezado a deliberar desde 1978, aprobara el voto de los analfabetos y el de los peruanos y peruanas residentes en el exterior, expresión de la inclusión social y del desborde ciudadano en el Perú, en la segunda mitad del siglo XX.
La noticia salió en casi todos los diarios, y los comentarios previos en la prensa daban cuenta a la opinión pública sobre los debates en el Congreso de la República, ese día la medida fue saludada con una gran ovación, por considerarse un triunfo democrático, al reconocerse ciudadanía a millones de peruanos y peruanas en el Perú, y al considerarse el voto de los que no vivían en el país.
En octubre de 1977 varios dirigentes de los partidos políticos Partido Aprista Peruano, Partido Popular Cristiano, Demócrata Cristiano, Comunista Peruano y Socialista Revolucionario, fueron invitados por el Comité de Asesoramiento de la Presidencia de la Republica (COAP) para conversar sobre el voto de los analfabetos.
Pese a la presión ejercida por diversas agrupaciones políticas y medios de comunicación, no se consideró el voto de los analfabetos en las elecciones de 1978; y así como apoyaron el ejercicio de su condición de ciudadanos, el PPC recomendó la necesidad de campañas de alfabetización demandando mayores recursos para lograr este objetivo. La Unión Nacional (UNO) sugirió, además, la creación de escuelas bilingües y rurales.
El Partido Aprista Peruano solicitó al JNE el voto de los peruanos residentes en el exterior en la elección de los constituyentes; sin embargo, sus detractores consideraban a tales ciudadanos ajenos a la realidad del país.
La inscripción de analfabetos se inició el 2 de abril de 1979 en Lima, Callao, Arequipa, Trujillo y Huancayo en los Registros de Inscripción para ciudadanos de 18 años que no supieran leer ni escribir, que en el Perú pasaban de 2’000.000. En Lima se encomendó al periodista Franklin Arteaga la organización de una campaña motivadora para lograr el mayor número de inscritos en los pueblos jóvenes, sobre todo. Hasta julio de 1979 solo se habían inscrito alrededor de 150,000 en todo el país y a mediados de septiembre la cifra se acercó al medio millón.
El 18 de diciembre se cerró la inscripción para alfabetos y analfabetos, quedando inscritos 818, 131 que no sabían leer y escribir, y un total de 6’431,062 ciudadanos. Finalmente, en abril de 1980 se anunció que los votantes en el Perú llegaban a 6’431,621, de los que 832.846 eran analfabetos y 5’598,775 alfabetos. Y en este ensayo de 1980, el voto para ellos fue realmente facultativo pues no había sanciones secundarias si dejaban de votar, representaban el 17% del electorado nacional.
La constitución por otro lado consideró el voto de los peruanos residentes en el exterior, facultándose al JNE hacer viable esta novísima participación electoral de los peruanos que radicaban fuera del Perú. Mediante Decreto Ley 22652 del 27 de agosto de 1978 el gobierno dispuso que el JNE, tal como estaba conformado tenga a cargo el proceso electoral 1979 – 1980 y el complementario, y que voten los analfabetos y los peruanos residentes en el extranjero.