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Autogolpe (I)

Lo cierto es que las calles terminaron por tumbar a un gobierno usurpador de carácter autoritario y corrupto desde su origen.

POR: JULIO FAILOC RIVAS

Fue un autogolpe de laboratorio de Merino. No le pudo salir mucho mejor, que si lo hubiese planificado milimétricamente en contra suyo. Sus yerros, uno mucho peor que el otro, junto a la calentura de las calles a lo largo y ancho del país y la traición progresiva de la mafia que lo llevó al poder fue lo que terminó de sepultarlo.

¿Qué de lo malo lo hizo tan bien y que de bueno lo hizo tan mal, como para que la mafia -que lo llevó al poder- terminara dejándolo abandonado a su suerte?

Para no ser malos empecemos por lo bueno que hicieron mal e hizo que esta alianza, basada en intereses subalternos, empezara a debilitarse tempranamente.

La intensión de conformar un consejo de ministros de ancha base fue buena que pudo dar un cierto respiro a Merino para gobernar, pero que, al momento de conformación, se tuvo la peor idea de colocar a Antero Flores Araoz como premier y un consejo de ministros con serios cuestionamientos éticos, además de la presencia de la Coordinadora Republicana más conocidos como los “viejos lesbianos” o la DBA de corte autoritario y de extrema derecha. Esto generó la ruptura del bloque de la mafia golpista que terminó con el alejamiento de la UPP, el Frente Amplio, Podemos Perú y el Frepap.

Otro aspecto, pero desde el lado negativo, fue querer imponer una agenda que a todas luces habían sido las motivaciones por las cuales Vizcarra había sido vacado. El intento de revisar la ley universitaria, con la iniciativa del bachillerato automático, para ganar la simpatía de un sector de jóvenes y debilitar SUNEDU, además de continuar con el proceso con miras a la elección del Tribunal Constitucional terminó por encender la ira de los jóvenes y provocar una de las movilizaciones más grandes de la historia del país, comparada sólo con la movilización de los cuatro suyos que terminó con el régimen del dictador Fujimori. Estas acciones terminaron por alejar al partido de los Acuñas, socio clave de la mafia golpista, quien le dio la estocada final a Merino, cambiando la correlación de fuerzas en el Congreso, dejándolo solo al presidente a su suerte.

Al final la toda la mafia usurpadora en pleno le quitó la confianza a su jefe. Acto seguido fue el pronunciamiento de un sector importantes de empresarios que se sumó a la causa de las movilizaciones, dejando completamente solo al golpista. La caída de Merino era una cuestión de horas cuando se produjo el primer asesinato al que luego se sumó dos muertos más y junto con ello la declaración tibia del presidente del Congreso para que Merino evalúe su renuncia.

Lo cierto es que las calles terminaron por tumbar a un gobierno usurpador de carácter autoritario y corrupto desde su origen. Los jóvenes ofrendaron tres muertos, no solo al presidente de facto, sino también a esa coalición de partidos mafiosos que lo llevó al poder a Merino, y que hoy quiere lavarse la cara con la elección de un nuevo presidente que sucederá al golpista. La exhumación de los partidos que formaron parte de la mafia vacadora tienen sus días contados porque las elecciones del 2021 les pasará la factura.

En cuanto a Merino solo quedará ponerle en su lápida: “aquí yace un hombre que en vida hizo el bien muy mal y el mal muy bien”. Roguemos para que pague en el infierno el asesinato de tres jóvenes que ofrendaron sus vidas por darnos todos los peruanos libertad.

El peor error de Merino –y que toda clase política debe saber- fue meterse con la generación equivocada.

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