Alcaldes de Mollendo: Manuel Madalengoitia Moreno

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MANUEL MADALENGOITIA MORENO

UN EMPRESARIO ADUANERO

Manuel Madalengoitia Moreno

Don Manuel Madalengoitia Moreno, nació el 16 de enero de 1915 en Huamachuco, La Libertad. Fueron sus padres, don Ezequiel Madalengoitia, un reconocido minero de la región y de doña Eladia Moreno Pacheco, una distinguida dama descendiente de Antonia Moreno de Cáceres esposa del mariscal Andrés A. Cáceres Dorregaray.

De este matrimonio tuvieron cinco hijos: Julio, Sitila, Guillermina, Carmen y Manuel.

Manuel en el inicio de su juventud se trasladó a la capital donde ingresa a la Universidad Católica del Perú para estudiar contabilidad. Una vez concluidos sus estudios recibe la propuesta de ir a trabajar a Mollendo, pero conoce en el Callao a la damita arequipeña María Laura Ugarte Chamorro.

Se casaron en la Iglesia del Colegio de la Inmaculada Concepción ubicada en La Colmena en Lima en el año de 1947. De esta unión nacieron cuatro hijas: Laura, Betty, Amparo y Mina.

Manuel vivió inicialmente en la capital trabajando en la Agencia Grace, convirtiéndose en un empresario distinguido, caracterizado por sus dotes de capacidad, honradez y seriedad.

Ya radicado en el puerto de Mollendo empieza una nueva vida en el calor de un digno hogar. Vivió en la calle Alfonso Ugarte Nº 315 (todavía existe esta casona).

Luego ingresa a laborar en la Casa Gibson como jefe de la agencia de Aduana, pero por su capacidad y empuje, lo cual le transfieren la empresa a su nombre como Manuel Madalengoitia Moreno, Agentes de Aduana.

Participó en la vida social de la ciudad que lo recibe amablemente, perteneciendo a varias instituciones culturales y humanitarias, que por sus dotes altruistas lo hacen digno y lleno de elogios, como padre ejemplar con una esposa como María Laura que siempre lo acompañó en muchas acciones de bienestar a la población.

El 2 de enero de 1970 es nombrado alcalde de Mollendo, reemplazando a don Jorge Zuzunaga Flórez. Su periodo duró hasta el 17 de diciembre del mismo año siendo su entrañable amigo el capitán de Fragata (r) Aureliano Navarrete, su sucesor.

La Agencia Manuel Madalengoitia Moreno-Agentes de Aduana, contó con los mejores clientes del medio durante muchos años y se dio el lujo de tener relaciones con todos los bancos del país y un record constante: nunca una deuda sin pagarse, en ningún momento un cheque rechazado o sin pagarse; en ningún momento ni letras de cambio protestadas, tampoco otro tipo de obligaciones comerciales fallidas; siempre limpios, sin deudas; esa era la filosofía de Madalengoitia.

Tristemente la crisis en que sostiene el país producto de la corrupción y los monopolios aduaneros en este sector de la región, hace que don Manuel piense en retirarse pero no necesariamente debería de jubilarse, sino que su hogar ya no era el mismo; todas sus hijas se trasladaron a la capital para seguir estudios superiores en diferentes universidades limeñas. Estudiaron en el Colegio María Auxiliadora de esta ciudad porteña, y la realidad era así porque Mollendo nunca les dio la oportunidad para que la juventud se desarrolle y este mal endémico sigue latente porque tampoco a los hijos de hoy les dará la oportunidad de surgir. Es importante que la juventud que quiera destacar mejor, la haría en otra ciudad progresista.

Retorna en 1983 a Lima, junto a su esposa. Ya retirado de toda actividad laboral y social don Manuel tuvo una buena posición económica, un tipo especial como lo decimos tiene un origen vasco con blasones nobles que se acriollaron por completo, afincados en el norte del país, en La Libertad. Su familia tenía un palacio en una de las calles principales de Trujillo.

Lamentablemente fallece en Lima en 1993 a los 79 años de una vida ejemplar para los hombres mollendinos.

El 30 de septiembre del 2010 muere su adorada esposa María Laura Ugarte Chamorro (había nacido en Arequipa el 16 de febrero de 1919).

Padres como los Madalengoitia, pocas veces se ven, pocas veces, no se olvide nadie. Manifestó un familiar suyo, don Edgardo de Noriega, su biógrafo, autor de Miscelánea: “Cuando la bondad se va, a uno lo dejan sin poderes normales de vida cotidiana, porque le están aprisionando el corazón al máximo y lo ponemos enteramente triste”. Creo que no se equivocó.

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