Alan García ha muerto…

Además, Alan García (hay que decirlo) sufría de una personalidad megalónica y mesiánica, esto y sus fuertes concepciones sobre el honor o la humillación de ir a una cárcel para ser escarnio de los demás, precipitaron su fatal decisión de descerrajarse un tiro en la cabeza. No pudieron salvarlo y murió.

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POR: ADALBERTO ASCUÑA CHAVERA

Alan ha muerto… esa fue la noticia que remeció al Perú. Minutos antes se conocía de su orden de detención preliminar por diez días y allanamiento de su domicilio. También que se había disparado en la cabeza con un arma de fuego buscando auto eliminarse.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez era hasta ese momento el político más importante del país a pesar de las acusaciones en su contra. Hasta el momento de su muerte el siempre alegó inocencia y siempre espetó mensajes como “otros roban yo no”, o “demuestren que he robado”. Lo real es que hasta el momento no se pudo presentar una prueba contundente que lo asocie con los actos de corrupción o vinculaciones de este tipo con el caso Lava jato u Odebrecht. Siempre adujo que solo eran especulaciones.

Para quienes lo conocimos de alguna manera sabemos que murió dentro de sus concepciones y prefirió el estilo kamikaze japonés, mediante el suicidio antes que ingresar a una cárcel o de que sus enemigos políticos hagan escarnio viéndolo esposado, enmarrocado y rumbo a un penal, sin que exista una sentencia penal que pruebe sus delitos. Esto no hubo.

Alan García fue alumno predilecto de Haya de la Torre, junto a otros jóvenes que fueron sus delfines, Carlos Roca entre ellos. Su sagacidad política y buena preparación ideológica como su verbo encendido lo hicieron escalar liderazgos en el Apra estando vivo el viejo líder Aprista. Una especie de secretario personal de don Víctor Raúl.

A la muerte de Haya de la Torre asume liderazgos más grandes al interior del Partido Aprista Peruano hasta ser Secretario General del PAP. Fue diputado, Senador y llegó en dos oportunidades ser Presidente Constitucional de la República por el voto popular.

Lo que no le pueden negar sus enemigos políticos es su gran liderazgo y capacidad para que el pueblo peruano lo siga o vote por él. Pero en los últimos años sea por el caso Lava jato y una fuerte campaña contra la corrupción lo puso casi en el centro de la opinión adversa, generándose campañas de odio y desprestigio e insultos, en su contra hasta convertirlo en uno de los políticos más odiados y rechazados, pero solo campañas mediáticas, porque nunca se le pudo probar ninguno de los delitos que se le endilgaron.

Fuera de los aspectos legales y las investigaciones fiscales (No estaba acusado todavía de ningún delito en el poder judicial) hay que entender al ser humano, algo que cotidianamente olvidamos. Y en el caso de García Pérez muchos ignoran el perfil psicológico suyo: de niño no conoció a su padre que estaba encarcelado por aprista. O que a la muerte de Haya de la Torre sufrió una fuerte depresión que lo llevó a tratamientos con litio. Además, Alan García (hay que decirlo) sufría de una personalidad megalónica y mesiánica, esto y sus fuertes concepciones sobre el honor o la humillación de ir a una cárcel para ser escarnio de los demás, precipitaron su fatal decisión de descerrajarse un tiro en la cabeza. No pudieron salvarlo y murió.

Esto tiene que servir para que la sociedad peruana y especialmente la justicia en el país hagan las correcciones necesarias y que la lucha contra la democracia no sirva como quieren algunos: el estercolero de sus bajas pasiones, olvidando que quien más pierde es el Perú y nuestros hijos.

Hay que hacer una implacable lucha contra la corrupción, pero que eso no nos convierta en fieras humanas sedientas de sangre, como parece ocurre con algunos personajes. Hay que rescatar los valores y la ética en el país para que nuestras generaciones no vivan otra etapa como la que vivimos hoy: que todos los presidentes de la última etapa democrática o están presos, fugados, acusados y que hasta mueran producto de la vorágine llamada Lavajato.

Alan García ha muerto… en el dolor Hermanos.

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