POR DR. PHD. JAVIER FLORES AROCUTIPA
El proyecto Michiquillay, ubicado en la provincia de Cajamarca, Perú, se consolidó en el año 2018 con la firma de un contrato para su desarrollo. Este yacimiento minero, reconocido por su magnitud a nivel mundial, cuenta con un estimado de recursos minerales que alcanzan los 2,288 millones de toneladas y posee una concentración de cobre del 0.43%.
La proyección para Michiquillay es generar una producción anual de aproximadamente 225,000 toneladas de cobre, además de subproductos valiosos como molibdeno, oro y plata. La operación de la mina se anticipa que se extienda por más de 25 años, posicionándose como una iniciativa atractiva por sus costos de extracción competitivos.
Se prevé que la inversión requerida para el desarrollo de Michiquillay ascienda a unos 2,500 millones de dólares estadounidenses, y se proyecta que la producción inicie hacia el año 2032. La mina está destinada a convertirse en uno de los complejos de cobre más importantes del Perú, trayendo consigo un significativo número de oportunidades laborales para la región de Cajamarca.
Estas oportunidades no solo incluirán la creación de empleo directo, sino que también propiciarán beneficios económicos adicionales, tales como el aporte de impuestos y regalías a los gobiernos locales, regionales y nacionales.
Hasta la fecha del 31 de diciembre de 2023, el avance del proyecto incluye la perforación de 63,000 metros, parte de un programa de perforación que contempla un total de 110,000 metros, y la recolección de 20,137 muestras de núcleos de roca para análisis químicos. En este momento, se están elaborando modelos geológicos, interpretando secciones transversales y registrando datos de perforación. Para el año 2024, se tiene la expectativa de finalizar la perforación diamantina, los modelos geológicos y la evaluación de los recursos minerales. Adicionalmente, se dará inicio a estudios hidrológicos y geotécnicos, y se procederá con la valoración de los resultados de las pruebas metalúrgicas realizadas en el depósito.
La empresa a cargo del proyecto Michiquillay se mantiene en estrecha colaboración con las comunidades de Michiquillay y La Encañada, respetando los compromisos establecidos en los acuerdos sociales previamente firmados, y enfocándose en asegurar una operación que beneficie tanto al entorno local como al proyecto minero.