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22 noviembre, 2024 4:18 pm

¡De tucanes, zorros, lagartos y otras especies!

“Los animales son muy buenos amigos: ¡no hacen preguntas, no critican! …” George Eliot

POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ     

Sin lugar a dudas que el Perú y Latinoamérica se distinguen por su rica cultura, historia y recursos naturales. Pero también es un territorio donde la política –por innumerables razones–, se parece más a un zoológico que a una democracia. Y en dicho espacio muchos de los líderes políticos tienen apodos de animales que reflejan sus características, personalidades o comportamientos.

Algunos de estos apodos son cariñosos, otros son ofensivos, y otros son simplemente divertidos. Veamos algunos ejemplos en los cuales los apodos políticos también pueden ser usados como herramientas de propaganda, de movilización o de resistencia que, así como pueden ser empleados para difundir un mensaje o para expresar una demanda, también son creados por los propios políticos, por sus seguidores, por sus adversarios o por los medios de comunicación, dependiendo su difusión y/o propagación de la habilidad, simpatía o rechazo del político o personaje que lo sufre e incluso goza.

Así recordamos a Luis Bedoya Reyes, cuya habilidad política y facilidad de palabra todos reconocían, reaccionando con chispa al mote de Tucán, con un hábil juego gramatical: “¡Si, tu candidato!”, lo que le ganó simpatías neutralizando cualquier otra interpretación negativa.

O a Barrantes, que se hizo más popular gracias a su “chapa” de “Frejolito” que era, podría decirse simpática. Habría que profundizar más en procura de saber hasta qué punto ambos apodos contribuyeron al triunfo electoral que les permitió a los dos ser alcaldes de Lima, como también en nuestros días al actual alcalde gracias al apodo ligado a un cerdito simpaticón.

Los apodos pueden entonces servir para identificar y diferenciar a los actores políticos, facilitando su reconocimiento y su memoria. Por ejemplo, se le dice “El Libertadora Simón Bolívar, por su papel en la independencia de varios países sudamericanos, como se le denomina la Tortuga, al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por su lentitud y su caparazón, además de ser un animal longevo y resistente, pero también vulnerable y torpe como muchas de nuestras actuales autoridades.

Los apodos políticos entonces pueden generar simpatía o antipatía, confianza o desconfianza, adhesión o rechazo, pero por si solos no bastan para destruir o generar posibilidades. Están sujetos y mucho a las circunstancias políticas, a la personalidad de los personajes y a los gestos y lemas, como por ejemplo ocurrió con Alan García cuyo apodo (“Caballo loco”), no era muy simpático o atractivo que digamos, aspecto negativo que pudo superar colocando en el escenario político lemas y emociones que apuntaban más a la sicología mayoritaria del elector peruano que se guía más por emociones que razones, votando generalmente por aquellos que consideran el “mal menor”. Y si no recordemos que Barnechea se atracó con un chicharon, en tanto la patada de Alan no paso a mayores.

Los apodos políticos también pueden ser usados como herramientas de propaganda, de movilización o de resistencia. Pueden ser empleados para difundir un mensaje, para convocar a un sector social o para expresar una demanda. Pueden ser creados por los propios políticos, por sus seguidores, por sus adversarios o por los medios de comunicación. Pero su mayor o menor éxito depende de cuan fuerte sea el apodo en relación a quién lo recibe, o es identificado por el mismo.

Los apodos, no lo olvidemos, pueden servir para expresar admiración, afecto, respeto o simpatía hacia un político o un movimiento político, fortaleciendo su legitimidad y su popularidad o, todo lo contrario.

En estos últimos sentidos, estimado lector, me gustaría preguntarte con cuál de las siguientes definiciones te quedas:

1) Un lagarto es una persona que intenta elevarse por cualquier medio en la escala social o política, que adula a alguien para obtener sus favores, que es arribista, lambón o trepador.

2) Un lagarto es una persona que se arrastra, que tiene sangre fría, que no tiene vergüenza, que es pícara o taimada, que se hace resistente a las críticas o a las consecuencias de sus actos.

3) Un lagarto es una persona que se regenera o resucita después de algún fracaso o escándalo político, que se cura o se protege de las amenazas o los ataques, que se adapta o cambia según las circunstancias, como su primo hermano, el camaleón.

Análisis & Opinión