POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ
Decía al finalizar mi anterior artículo, que en lo relacionado a los innumerables “Planes de Desarrollo” delineados usualmente por el Gobierno Regional y otras instancias públicas, los mismos en la práctica eran meras declaraciones de buenas intenciones, las cuales raramente se hacían realidad, porque en el diseño de las mismas no participaban en líneas generales las grandes empresas, que en el caso de Moquegua son determinantes tanto en la generación del movimiento económico, como en la ocupación territorial y la estructura formal, teniendo –hay que decirlo–, un poder mucho mayor que cualquier autoridad política, aspecto que se incrementará en las próximas décadas al iniciar sus actividades extractivas, aparte de la ampliación de Cuajone, Las Canteras del Hallazgo y Los Calatos, sin mencionar otros sectores productivos, todos los cuales harán que la Región Moquegua tenga de acuerdo a los criterios de medición actuales, índices –engañosos por cierto–, muy por encima del promedio nacional e incluso mundial.
Y ya que hablamos de índices, vale la pena recordar que el 2015 las Naciones Unidas impulsó una evaluación de los Objetivos del Milenio que fueron ocho propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. Estos objetivos tratan problemas de la vida cotidiana que se consideran graves y/o radicales. Los progresos realizados fueron evaluados y se extendió la lista de objetivos, ahora llamados objetivos de desarrollo sostenible que fueron aprobados el 25 de septiembre de 2015, por 193 dirigentes mundiales en una cumbre celebrada en Nueva York en reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General, una Agenda que llevó por título “Transformar nuestro mundo: la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, la que entró en vigor el 1 de enero de 2016. (En lo que a mí respecta, al margen de las buenas intenciones de la ONU y los países miembros, creo que más fuerza tiene el denominado “Foro de Davos”, (World Economic Forum), que se efectúa en la localidad suiza del mismo nombre y en la cual se reúnen desde 1991 los principales líderes empresariales, así como líderes políticos internacionales, periodistas e intelectuales selectos, a efectos de analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo, entre ellos, la salud y el medio ambiente y cuyas conclusiones, estudios, propuestas, etcétera, generalmente no son conocidos a plenitud porque sustancialmente deben tratar de conservar un panorama que evidentemente los favorece. Porque los empresarios son los verdaderos dueños del mundo, porque en tanto ellos permanecen en el poder décadas de décadas, los líderes políticos además de estar corto tiempo en la cúspide, carecen de los recursos económicos de los primeros.
Pero todo lo anterior, tengo casi la seguridad plena que lo ignoran nuestras principales autoridades, que naufragan en un mar de desconocimiento, incapacidad, temores, intereses personales y falta de visión que les impide esbozar planes que consideren, por ejemplo, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que van más allá que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) al abordar las causas fundamentales de la pobreza y la necesidad universal de lograr un desarrollo a favor de todas las personas. Los objetivos abarcan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente, además con la pretensión de afrontar las desigualdades, el crecimiento económico, y el acceso a un trabajo decente en las ciudades y los asentamientos humanos, cuyos habitantes deben beneficiarse del consumo y la producción sostenibles, que son pilares de la paz y la justicia.
Y ello no se podrá alcanzar en tanto no se establezca como norma general procurar el bien común antes que los intereses empresariales, como por ejemplo ocurre en la distribución de la riqueza minera que hace que nos preguntemos si es justo que las mineras privadas se queden con alrededor de un 60 % de la renta del cobre que generan, y de un pago que es íntegramente superior al necesario para justificar una inversión en la actividad y más aún cuando la misma es beneficiada con mecanismos tales como la devolución del IGV o la denominada depreciación acelerada, que permite deducir de los impuestos en cinco años el costo total de los equipos que utilizan para extraer (grandes grúas, camiones, etcétera,) las riquezas no renovables afectando tanto al Estado como a los Gobiernos Regionales.
¡Ello tiene que cambiar! Las empresas deben imbuirse en el quehacer regional aportando ideas, recursos y en algunos casos diseñando proyectos que tengan rentabilidad social y económica…y las autoridades además de prepararse y trabajar en equipo, deben también tener la fuerza, humildad y criterio adecuado para privilegiar el bien común sobre los intereses particulares liderando la construcción de un futuro que beneficie tanto a la sociedad civil, como a las instituciones públicas regionales y empresariales.
Y quizás, el aún inefable gobernador regional, en lugar de perder el tiempo viajando y modificando monumentos, entre otros desatinos, se nutra un poco de las ideas que ha dejado en el pasado, tanto de Mariátegui, como de Luis E. Valcárcel, Lino Urquieta, Basadre e incluso Haya de la Torre, entre otros, –si alguna vez los leyó–, y salga a pedir o mejor dicho a exigir que tanto el Grupo México como Anglo American dejen de lado sus rencillas y conveniencias y se pongan de acuerdo para superar la irracionalidad capitalista del Grupo México que al parecer niega la posibilidad de permitir la utilización por parte de Quellaveco de la vía férrea existente y subutilizada entre Ilo y Toquepala/Cuajone, elevando en un caso costos y despreciando ganancias –porque Southern cobraría por el servicio–, aparte de perjudicar a la región tanto en el aspecto ambiental como económico: el traslado en camiones quiérase o no trae consigo contaminación como en algún lugar también congestión…y al elevarse costos, menos ganancias, menos impuestos, menos canon.
Y en cuanto al título del artículo, tan solo me queda resaltar que crecer sin calidad y sin justicia, es tan solo aumentar la dimensión de los problemas y el egoísmo y enorme silencio de las autoridades, sociedad civil y colegios profesionales que actúan como ciertos monos que se tapan los ojos, los oídos y la boca, prefiriendo obviar los problemas que día a día se agudizan más, a tal punto que muchos moqueguanos con gusto regresaríamos a aquellos tiempos en los cuales no existía la gran minería y éramos mucho menos, pero eso sí, más felices a pesar de las carencias…porque el crecer por crecer, sin compartir y planificar no trae nada bueno consigo.