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Hablan las actas

[Las actas] Además de mostrar el silencio del presidente Pedro Castillo y comprobar su muy escaso liderazgo en las sesiones, los documentos descubren la inexistencia de una visión estratégica de cómo deben abordarse los principales problemas del país y cuál debe ser el rumbo que debería tomar la gestión del gobierno.

POR: MAURICIO AGUIRRE CORVALÁN   

Las actas de los cuatro consejos de ministros que se realizaron en agosto hechas públicas el fin de semana en el programa Punto Final de Latina TV son más que reveladoras. Además de mostrar el silencio del presidente Pedro Castillo y comprobar su muy escaso liderazgo en las sesiones, los documentos descubren la inexistencia de una visión estratégica de cómo deben abordarse los principales problemas del país y cuál debe ser el rumbo que debería tomar la gestión del gobierno.

El Consejo de Ministros es la instancia fundamental donde se toman las decisiones más importantes para la gestión pública en un gobierno, donde se deciden las prioridades y las principales políticas públicas que se van a impulsar. En suma, el corazón desde donde se bombea la sangre para hacer funcionar al paquidérmico y complejo aparato público.

Las actas expuestas en televisión, sin embargo, muestran todo lo contrario. Un presidente que no es capaz de ponerse el país al hombro y una mayoría de ministros que exponen los problemas de su sector, pero que ni siquiera llevan a la sesión propuestas de solución para ser discutidas, enriquecidas o finalmente desechadas. La excepción parece ser el Ministro de Economía Pedro Francke y el Ministro de Educación Juan Cadillo, quienes con sus intervenciones demuestran tener clara la realidad de su sector y cómo deben atenderse sus principales urgencias.

Es verdad que se trata de las primeras sesiones del Consejo de Ministros y que muchos de sus integrantes tienen poca o nula experiencia en el sector público, pero eso no debería ser justificación para el desgobierno que hoy vivimos y que las actas no hacen más que confirmar. Las urgencias del país son demasiadas como para darnos esos lujos.

Mención aparte merece el premier Guido Bellido, quien en público se presenta como un provocador y hasta irresponsable, pero que a la luz de lo que se lee en las actas aparece como un jefe de gabinete muy pragmático y celoso guardián de las arcas del Estado ante los reiterados pedidos de sus colegas de mayor presupuesto para sus sectores. Se tiene que trabajar con el dinero que hay parece ser la premisa de un premier que, ironías de la vida, parece más cercano al presidente del Banco Central de Reserva Julio Velarde, que a su mentor político Vladimir Cerrón.

Ahora se explica mejor porque no hay conferencias de prensa del gabinete hace más de un mes y porque los ministros y el propio presidente Pedro Castillo son tan huraños con la prensa. Cuando se tiene poco o nada que decir, no es muy cómodo estar frente a un micrófono para responder preguntas para las que no hay respuestas.

Habrá que esperar las actas de los consejos de ministros de setiembre, para poder saber si el trabajo del Ejecutivo aparece más aceitado y con objetivos más concretos, pero por lo que hemos podido ver en estas últimas semanas no deberíamos esperar las susodichas actas con mucho optimismo. Lo verdaderamente preocupante es que no se trata de un problema del presidente, de Guido Castillo o los ministros, se trata de un problema de todos nosotros.

Hay que saber elegir, hay que saber elegir…en fin.

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