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23 noviembre, 2024 1:47 pm

No somos tontos

Por: Mauricio Aguirre Corvalán

Los días siguen pasando y la certeza de que tendremos presidente pronto, se va alejando. Dos semanas después de las elecciones, el panorama es cada vez más incierto y lo que vendrá en los próximos días y semanas parece estará marcado por un camino de cada vez más incertidumbre y menos certezas.

Fuerza Popular se agarra con uñas y dientes a sus casi mil pedidos de nulidad, que los jurados electorales especiales han rechazado en su totalidad y ahora muchos de ellos ya han sido apelados al Jurado Nacional de elecciones. En estos días han pasado de denunciar una “vulneración sistemática del sistema electoral” por parte de Perú Libre a señalar “maniobras fraudulentas en un puñado de mesas” por parte de “los señores Cerrón y compañía”, a decir de su nueva vocera Lourdes Flores Nano.

Dicen que esto no es un fraude hecho por la autoridad electoral, pero la acusan de tener un sistema débil, que ha sido penetrado por una falta de control. Esto asegura, ha permitido que se haya podido suplantar a miembros de mesa, que familias completas tomen las mesas electorales, y que eso permitió que se cambie el número de votos que realmente le correspondía en esas mesas a Fuerza Popular.

Hablan incluso, paradojas de la vida, de una organización criminal montada para robarle los votos que legítimamente han conseguido en las mesas de sufragio. Una banda delictiva liderada por Vladimir Cerrón que tomó las mesas electorales sin que nadie se diera cuenta.

Claro, no culpan a la autoridad electoral, pero la tratan como idiota. En sus narices le voltearon las mesas y ellos ni cuenta se dieron. Pero en realidad la cosa no es tan así y es bueno poner todo en su real dimensión, porque realmente están jugando con fuego, y sobre todo, están jugando con el buen nombre y la honestidad de miles de peruanos que voluntariamente y de buena fe fueron a cumplir con su deber de ser miembros de mesa.

Las firmas de los miembros de mesa que no coinciden con su firma en el RENIEC aseguran, es la prueba que estas personas fueron suplantadas por integrantes de la organización criminal de Cerrón.

Lo que no nos dicen, y que desbarata esta tesis, es que una mesa se instala con tres miembros, que pueden ser los titulares, suplentes, o quienes están en la cola para votar en caso de no hayan llegado los anteriores. Los tres miembros de mesa están obligados a identificarse con su DNI para poder instalar la mesa. Es decir, se comprueba que la persona sea la del DNI y no sea otra.

¿Y qué pasa si los tres miembros de mesa son parte de la banda de Cerrón de acuerdo a la tesis de Fuerza Popular y son suplantadores? Vamos a ponerlo como posibilidad. Eso significa que han tenido que falsificar los DNI de los miembros de mesa que están suplantando, o en todo caso los han sobornado para que no vayan y les presten sus DNI para identificarse. Si eso fuera cierto, aunque ya estaríamos hablando de una gran sofisticación, hay que ser bien ingenuos para pensar que quien monta una suplantación de esa magnitud, va a firmar de forma diferente a la firma que aparece en el DNI de quien justamente está suplantando, para que así lo descubran.

El otro argumento es que se le ha quitado votos a Fuerza Popular, es decir, ha habido “trafa” para favorecer a Pedro Castillo y perjudicar a Keiko Fujimori al momento de contar los votos y colocarlos en el acta electoral. Asumamos que es verdad. Para que eso ocurra, igual que en el caso de falsificación  de firmas, los tres miembros de mesa tienen que haber estado de acuerdo, por lo tanto toda la mesa debió haber sido tomada por suplantadores liderados por Cerrón.

Para que los argumentos de Fuerza Popular tengan asidero, todos los miembros de mesa de todas las mesas cuestionadas tienen que haber estado en contubernio con Cerrón y sus secuaces. Nunca han podido ni han querido demostrar eso.

Recuerden que ya más de 1,300 actas fueron remitidas por la ONPE a los jurados electorales especiales por diferentes motivos para que se decida si debían ingresar o no al conteo de votos y todas y fueron resueltas. Eso está bien, es parte del proceso electoral. Pero ya inundarnos con pedidos de nulidad como los presentados es en verdad querer agarrarnos de tontos. Y tontos no somos, o por lo menos no tanto.

Análisis & Opinión