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22 noviembre, 2024 1:54 pm

Yo no te vaco, tu no me disuelves

Regresar al equilibrio de poderes no solo es un imperativo, sino lo mejor que nos puede suceder.

POR: JULIO FAILOC RIVAS   

La oposición ha puesto en bandeja a Castillo para que nuevamente sea rehén de Cerrón con el fantasma de la vacancia. No era necesario adelantarse al recorte de facultades del Ejecutivo en la cuestión de confianza, más aún si el presidente de la República ya había dado muestra de no querer hacer un mal uso de ella.

Si el presidente Castillo hubiera querido bloquear esta ley aprobada por el Congreso, ¿acaso, no hubiera sido fácil presentar la cuestión de confianza en contra de esta iniciativa que a todas luces es anticonstitucional? Por supuesto que podía hacerlo, pero no lo hizo, y este gesto tiene que ser valorado porque lleva en sí un mensaje de querer llevar la fiesta en paz.

Así, nuevamente, la gobernabilidad está siendo innecesariamente petardeada desde el Congreso de la República. La reunión entre las presidentas del Consejo de Ministros y del Congreso suponía un acuerdo de ir reduciendo las tensiones entre estos dos poderes del Estado a favor de la gobernabilidad que tanto necesitamos.  ¿No era acaso mejor limitar, tanto el abuso para el uso de la cuestión de confianza, como para el de la vacancia presidencial?

Sin embargo, los gestos de la presidenta del Congreso dejan mucho que desear, sobre todo por el mensaje que lleva consigo su innecesario y desesperado voto para la aprobación de la norma que restringe el uso de la cuestión de confianza por parte del Ejecutivo. Roto el equilibrio de poderes entre el Ejecutivo y Legislativo ¿se atreverán a negarle la confianza a la investidura del Gabinete Vásquez? ¿Hay algún significado implícito en la ruptura del equilibrio de poderes?

El mensaje que imaginamos nos deja el Congreso, es la seguridad de que el Ejecutivo no logrará los cinco votos que necesita en el Tribunal Constitucional para declarar anticonstitucional esta ley, y que tendría la cancha libre para seguir censurando los ministros que le dé la gana sin que el Gobierno de Castillo pueda hacer uso de la cuestión de confianza.

Es difícil vislumbrar los límites de la capacidad autodestructiva que tiene esta mayoría congresal. En lugar de desmarcarse del mote de “obstruccionistas del Ejecutivo”, lo único que hacen –con sus acciones– es acentuar más esta imagen y, de pasada, victimizar al Gobierno, invisibilizando los errores que éste comete. Según las encuestas, que no son adeptas a Castillo, en menos de tres meses el Legislativo tiene el 71% de desaprobación en su gestión, mientras que el Ejecutivo, con errores garrafales y todo, tiene más del 40% de aprobación, es decir, 5% más de lo que obtuvo cuando Castillo ganó las elecciones.

Para la mayoría de analistas políticos está en ciernes la vacancia presidencial, para nosotros, desde que se inició el Gobierno, la hemos considerado una bravuconada más de ambas partes, sobre todo cuando estaba Bellido en la jefatura de gabinete, por una sencilla razón: ninguno de los involucrados se quiere ir a sus casas, sobre todo los congresistas a quienes tanto les ha costado lograr una curul. Lo cierto, es que al parecer todo esto terminará en un acuerdo, “Yo no te vaco, tu no me disuelves”.

Regresar al equilibrio de poderes no solo es un imperativo, sino lo mejor que nos puede suceder, pero con los límites correspondientes, porque los choques de estos dos poderes van a seguir prolongando la crisis y afectando a los peruanos que con la pandemia han quedado con los bolsillos agujereados.

Está bien culantro, pero no tanto.

Análisis & Opinión