Por: Lic. Yessica C. Rodriguez Torres
Las chinas, las rusas, las inglesas, acaso las peruanas, ¿nos salvarán?
Ante la presencia devastadora del virus del siglo XXI, los países desarrollados se apresuraron a encontrar la solución de este dantesco problema sanitario: la vacuna.
Tomar temas generales en los cuales el corazón del asunto es la responsabilidad, la honestidad, la solidaridad u otros similares, nos permitiría seguir reflexionando para contribuir en la formación de una sociedad mejor.
Sin embargo; no se puede obviar esta espada de Damocles (Covid- 19), que se pavonea sabiéndose todopoderosa sobre nuestras cabezas, para que, agazapado y encubierto, Caronte, el barquero de la muerte, nos pida nuestra moneda para hacernos cruzar el río Aqueronte.
Desde que este 2021 estaba en ciernes, ya se le vislumbraba estar destinado a ser un tiempo más de zozobra en la salud pública, tan venida a menos desde hace mucho.
“Usa mascarilla, échate alcohol en las manos, mantén la distancia social”, esta recomendación conjunta está a punto de consagrarse como una letanía social.
En los momentos de conciencia que tiene el ser humano, uno de ellos es pensar en la muerte, se puede sentir el gélido frío que recorre nuestro cuerpo, al reparar en que podemos pasar a convertirnos en estadística, como las personas que marcharon para no volver.
Y nuevamente nos encontramos frente a la dicotomía fundamental: vida o dinero y, de pronto somos protagonistas de una ruleta rusa. No es el revólver el que cogemos esta vez, es la puerta del taxi, el pasamanos de alguna escalera, las monedas que damos o recibimos, en fin, y la bala que saldrá del tambor para volar nuestra sien es el democrático SARS- CoV2, listo para ingresar en nuestro cuerpo y dejarnos un recuerdo imborrable en algún órgano o tal vez llevarnos, para ser nosotros mismos el recuerdo.
Esta es la segunda parte de la novela de terror protagonizada por él. No seamos un personaje ni principal ni secundario de esta.
Si tenemos que salir para generar nuestra economía, hagámoslo teniendo presente nuestra letanía social.
Como habitantes de esta hermosa provincia de Islay, pasemos esta ola de Covid-19, y no permitamos que se convierta en un tumbo que nos arrastre a la orilla… o al más allá.