Por: Edgard Norberto «Beto» Lajo Paredes
En nuestro Constitucionalismo Histórico, prevalece la Bicameralidad: Diputados y Senadores; desde 1995 tenemos Congreso Unicameral; los politólogos consideran necesaria la Cámara de Senadores, como órgano de reflexión, y la Cámara de Diputados, como órgano político. Sectores populares, se inclinan por el Unicameralismo, el argumento es: tener dos cámaras es burocrático y genera mucho gasto, posición reforzada por el desprestigio del actual Congreso de la República. La Exposición de Motivos del Anteproyecto de Constitución 1931, fija posiciones firmes en temas: Congreso unicameral y renovación parcial del Parlamento; dignas de conocerlas, más aún, en las actuales circunstancias de convulsión política y crisis congresal.
RECHAZAN EL CONGRESO UNICAMERAL
Textualmente, dicen: “El sistema de la Cámara Única es una invitación a la ligereza y la imprudencia, aun en pueblos de temperamento reflexivo, porque una asamblea sin el contrapeso de otra asamblea, respira en un ambiente psicológico de omnipotencia y de irresponsabilidad. Y esta disposición peligrosa se acentúa en naciones como la nuestra, pertenecientes a razas nerviosas, mal dispuestas al cálculo sereno y a las lentitudes de la previsión, razas inexpertas por añadidura en los secretos de tan difícil ciencia como es la del gobierno”. (pág. 44). Agregan: “el poder de la Cámara Única es un poder expuesto, por carencias de límites externos, a todos los excesos y caídas de las dictaduras parlamentarias”. (pág. 45).
¿DICTADURAS PARLAMENTARIAS?
Dictadura de la mayoría parlamentaria, es lo que hubo con Fuerza Popular de Keiko Fujimori (perdió la elección presidencial), al tener mayoría absoluta 73 congresistas de 130, en el período parlamentario 2016 – 2021; se expresó en la confrontación con el Poder Ejecutivo presidido por Pedro Pablo Kuczynski, soportó una vacancia, luego, ante la segunda moción de vacancia presidencial, renunció, ascendiendo Martín Vizcarra; siguió el enfrentamiento, disolviendo el Congreso el 20 de setiembre de 2019, eligiéndose el Congreso complementario el 20 de enero de 2020, con mayoría parlamentaria compartida por Acción Popular, APP y FREPAP; vacaron e inhabilitaron a Martín Vizcarra.
Los gobiernos de Belaúnde (1980-1985) y García (1985-1990), con Bicameralidad, tuvieron mayorías propias en ambas cámaras, es obvio, no hubo pugna de Poderes, la confrontación democrática era entre oficialismo y oposición, es parte del pluralismo y democracia. Sin embargo, nadie refirió haber dictadura de la mayoría; en ocasiones, el Senado enmendó la plana a la Cámara de Diputados, lo cual es una garantía del Bicameralismo.
Los gobiernos de Toledo (2001-2006), García (2006-2011) y Humala (2011-2016), con Unicameralidad, ninguno tuvo mayoría en el Poder Legislativo, pero, contaron con bancadas en número que les permitió dialogar y formar alianzas, así evitaron el enfrentamiento de Poderes. Ello no sucedió con Kuczynski (2016-2018) con bancada minoritaria; Vizcarra (2018-2020) sin bancada. Conclusiones: La Bicameralidad es mejor que la Unicameralidad. El partido gobernante debe tener bancada en número con capacidad de sumar aliados.
RENOVACIÓN PARCIAL DEL PARLAMENTO
Antes “Cada dos años se elegía un tercio de la Cámara. El presidente de la República era elegido por un período de cuatro años. Los defectos de este plan quedaron evidenciados por la experiencia, y la Constitución de 1920 intentó corregirlos. Abolió la renovación de la Cámara por tercios e igualó el período de la Cámara y del presidente, fijándolo en cinco años. Ambos debían empezar y concluir su mandato simultáneamente”. (pág. 41). Añaden: “Renovar por fracciones la Cámara de Diputados es privar al electorado de la oportunidad, que periódicamente debe dársele, para que en gran comicio nacional dirima las contiendas entre los partidos, sus programas y sus hombres, para que les conceda o les retire su confianza y para que, apreciando en su conjunto la situación del país, apruebe o modifique el rumbo general de la política”. (págs. 41 y 42); proponen: “La renovación parcial está bien para el Senado, pero aplicada a la Cámara de Diputados, es una práctica anticuada y antidemocrática”. (pág. 42); insisten: “Repetimos que para conjurar el peligro de la lucha crónica entre los dos principales poderes del Estado, el predominio de un partido en uno y del partido adverso en el otro, conviene asegurar el sincronismo de las elecciones presidencial y congresional”. (pág. 43). Conclusión: la renovación parcial congresal ha fracasado, propicia el enfrentamiento e impide la estabilidad política base del desarrollo nacional.