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Los dilemas de la pesca en Moquegua

La abundancia del recurso era tan grande que la planta de conserva se convirtió en una actividad muy rentable. Ilo, que era un puerto muy pequeño dedicado al cultivo de la aceituna en el Valle, a embarcar ganado, desembarcar azúcar, arroz, combustible y producción de algo de jabones fue afectado drásticamente con la presencia de la industria conservera.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS

ECONOMISTA DEL CEOP ILO

El único puerto pesquero del departamento de Moquegua es Ilo que destaco en la década del 50 y 60 del siglo XX con el boom pesquero. En los primeros años el mar era afortunado, contaba con una enorme biomasa intangible. La demanda de la II Guerra Mundial requirió de conservas para alimentar a los soldados a través de conservas.

El mar adyacente al Caribe y de los Estados Unidos se agotaba y la mirada se dirigió a las costas del Pacifico de Perú y norte de Chile. La primera planta a instalarse era la Empresa Pesquera Ilo Sociedad Anónima (EPISA) de capitales norteamericanos y canadienses. Comenzó con la planta de conservas de pescado siendo su insumo principal el Atún, un pez gran tamaño, elevada carne, altamente nutritivo y muy agradable al paladar. Primo por un tiempo, después fue sustituido por el bonito, pero el nombre perdura hasta hoy. Cuando compramos conserva de pescado decimos “Sra. Véndame una lata de atún”.

La abundancia del recurso era tan grande que la planta de conserva se convirtió en una actividad muy rentable. Ilo, que era un puerto muy pequeño dedicado al cultivo de la aceituna en el Valle, a embarcar ganado, desembarcar azúcar, arroz, combustible y producción de algo de jabones fue afectado drásticamente con la presencia de la industria conservera.

Comienzan las primeras inmigraciones de Tacna, Moquegua y principalmente Puno y Arequipa que vienen a trabajar como pescadores, como fileteadores, envasadores, choferes, cargadores. Los turnos en las plantas empezaban a las 07 horas y la salida a 19 horas de la noche. En el caso de los pescadores salir a extraer no representaba mucho alejamiento del litoral costeño pues los recursos estaban muy cerca. Lo cierto es que el dinero que se ganaba era cuantioso, continuo y incontable.

Famosa es la anécdota de un pescador que el billete de cien soles lo convertía en pequeño tubito, lo llenaba de tabaco y luego se lo fumaba. Comienza la Guerra de Corea y la demanda de conserva de pescado persistía.

Llega una segunda etapa, en aproximadamente en los primeros años de la década del 60 de ese siglo. Se comienza a realizar experimentos para utilizar el recurso anchoveta como materia prima para elaborar la harina y aceite de pescado. El proceso productivo requería extraer el abundante recurso anchoveta, después desde las embarcaciones, mediante las chatas, bombearlas hacia las pozas de las nuevas plantas de harina de pescado, después triturarlo, sacar lo liquidas para la cola y el aceite de pecado, lo triturado que, después triturarlo, sacar lo liquidas para la cola y el aceite de pecado, lo triturado quemarlo hasta que se convierta en harina, para después ensacarlo. El destino era el mercado externo que demandaba concentrados de alto contenido proteínico para alimentar el ganado vacuno, las granjas de pollos y aporte a la agricultura. Se acaba la guerra de Corea y el interés por la producción de harina de pescado sustituye a la de la conserva. Comienza el boom de ella, se instalan en Ilo mas plantas de harina como Huáscar, Sur Peruano y Matarani que después tomaran otros nombres.

Por consiguiente, la inmigración continuó incesantemente, la cuidad de Ilo es caótica, anárquica, pero de oportunidades para instalar servicios financieros, abarrotes, profesionales, proveedurías y entretenimiento.

Sin embargo, la naturaleza es cambiante y agotable. Se presentan los fenómenos del Niño, la Niña y la Mama de ella, combinado con la pesca indiscriminada; comienza las crisis que dieron justificación al Gobierno Militar de Velasco Alvarado a nacionalizar toda la actividad productiva.

Unos afirman que fue para salvar a los empresarios pesqueros que se emborracharon con el ganar dinero fácilmente sin prever que a las épocas de las vacas gordas le llegan también las de las vacas flacas. Lo cierto es que se crea en todo el litoral la Empresa Pesca Perú y los que los administran no son empresarios sino funcionarios que no dudaban en enriquecerse rápidamente. De otro lado lo que quedaba de la planta de conserva lo detenta el Estado con el nombre de ESEP. Ya no es atractiva pues aparecen productos sustitutos como el pollo, además que el mayor costo de su producción de la conserva es la lata misma.

En la década del 70 y el 80 siguen rigiendo las empresas estatales, pero sin eficiencia, ni diversificación productiva y uso riguroso del presupuesto. Su prestigio y razón estratégica solo era defendida por los poderosos Sindicatos y Federaciones del sector. La vuelta de los militares al cuartel da paso al ingreso de los gobernantes civiles elegidos por voto universal, los que llegan al poder tenían la tarea de revertir todas las empresas del Estado al sector privado. Comenzó ya con el gobierno de Morales Bermúdez que entrega las embarcaciones pesqueras de pesca para la harina de pescado a los operadores privados. En la década del 90 con Fujimori lo revierte todo, Pesca Perú es entregada al sector privado.

En todos los casos la pesca no llegó a recuperarse y la tendencia de la primera década del presente siglo es descendente, sobre todo en el sur donde desde hace 10 años hay proceso recesivo irrecuperable. Caso concreto es Ilo, el antes segundo puerto pesquero del sur del país es hoy unos de los últimos en pesca con destino industrial. Se perdió la extracción, se perdió la cuota de las embarcaciones locales, se perdió empleo, se perdió ingreso y el futuro de este sector es incierto.

Hoy los precios de la harina de pescado son elevados, pero no hay producción en la provincia de Ilo. En el Cuadro adjunto de Moquegua podemos darnos cuenta que la Pesca solo representa el 0.75 del Valor Agregado Bruto de la Producción (VAB), es decir no somos casi nada en este sector y esto que aquí se suma la producción artesanal que sin ser relevante aporta significativamente a la alimentación popular.

En este día del Pescador y de su patrón San Pedro aprendamos de la historia y saquemos las lecciones: ya no es posible una pesca depredadora, está en todos los casos debe ser sostenible, IMARPE debe seguir siendo los estudios de la biomasa para saber cuánto debe ser realmente la cuota para el sur del país. A la pesca artesanal debe asegurársele la perdurabilidad de la reproducción del recurso, en zonas de reproducción del pescado no debe ingresar la pesca con destino industrial. Estamos viviendo la generación del conocimiento y la tecnología, bajo ella es posible ya no priorizar la extracción, el cambio del chip obliga hoy a sembrar, fomentar la maricultura. No es fácil, lo sabemos, como sabemos también que en otros países ella ha dado resultado porque ha primado la investigación antes que el facilismo de querer que todo lo de simplemente el mar.

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