Frente a la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) algunos países han optado por la encrucijada de la vida o la muerte en el corto y largo plazo. Los primeros con políticas duras de restricción social y las otras privilegiando el PBI (Producto Bruto Interno), con la justificación que la falta de trabajo, es peor, que cualquier pandemia. Lamentablemente ambas posturas extremas, no son válidas.
Como estrategias de solución sostenible y sustentables, es vital no olvidar que el destino inexorable de la naturaleza humana, es siempre mejorar nuestra calidad de vida, tanto en la salud, educación y economía, pero en estas circunstancias de un mundo enfermo, donde consideraciones de desarrollo, era las exportaciones e inversiones extranjeras, que seguro demorarán, en ser nuevamente la oportunidad de fortalecer nuestra calidad de vida, no es la mejor vía en una primera etapa.
Considero, es momento de darle capacidad al consumo interno pero con contraprestación de un servicio o trabajo, pero revolucionario, sin ajustarse a las clásicas visiones, pues el problema es único, nunca nos tocó asumirla, sin desperdiciar nuestras reservas y ahorro nacional, pues estas medidas populistas de tomar fondos de ahorros, como el AFP (cuando están en función del valor de los mercados bursátiles que están por los suelos) es la peor idea, es oportunidad de exteriorizar nuestras propias capacidades como país, de investigar y desarrollar, de crecer con un verdadero modelo de calidad de vida.
Tenemos que tener más centros de investigación, laboratorios e iniciar urgente en todos los colegios un curso a distancia del Covid 19, que los niños y jóvenes lo comprendan.
Una forma de reactivar la economía en plena crisis, es aplicar nuestras propias capacidades inventivas a desarrollar productos que ayuden al problema en general.
Por ejemplo podríamos construir máscaras, diferentes y de mejor capacidad que las que compramos a otros países (de ichu y plata), guantes con equipo de diagnóstico a distancia, cámaras de desinfección, respiradores etc… es decir, preparar zonas no infectadas, como áreas de producción para realizar muchas de las cosas que necesitamos y así tendríamos un efecto multiplicador sustentado en una actividad que hará más sólida nuestra economía.
(*) Andrés Franco Longhi, peruano de nacimiento, laboró muchos años en el puerto de Ilo y actualmente es Vicepresidente de Desarrollo Corporativo de Bear Creek Mining. Tiene una serie de inventos e investigaciones. Una de ellas relacionada a las capacidades inmunológicas de la llama, cuyos anticuerpos pueden servir como un medio eficaz para transportar medicamentos directamente a los virus u otros antígenos.
Se graduó en Administración con un énfasis educativo en economía, biología, química y medicina, y durante más de veinte años ha aplicado sus conocimientos y habilidades a una amplia variedad de industrias, incluidas la construcción civil, la pesca y los puertos, la energía y el comercio exterior.
