19.6 C
Moquegua
17.7 C
Ilo
27 C
Omate
12 C
Arequipa
17 C
Mollendo
5 julio, 2025 9:06 am

¿Una democracia a la deriva?

La respuesta estadística y fría nos dice que gradualmente está ingresando a una vorágine destructiva de nuestra democracia.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS     

La intitulación de este artículo puede tener distintas connotaciones, las vacilaciones de nuestro modelo democrático, el desborde de nuestras instituciones, la incapacidad de ser una auténtica democracia, una democracia que no tiene puerto de arribo y tanto más. Siendo necesario ubicarnos en el contexto, que no es nada alentador; la autoridad presidencial que acusa a las encuestadoras, cuando no puede salir por las calles ante la masiva repulsa ciudadana; un Congreso, confundido en las malas artes, las denuncias de prostitución que lo enciman sin pasar por alto sus decisiones normativas, como crear a último momento sin discusión y con suma irresponsabilidad populista 21 nuevas universidades públicas; un Tribunal Constitucional, que no garantiza nada más que avalar los exabruptos parlamentarios; un Poder Judicial, que no acaba de ubicarse en el rol protagónico que le exigen las circunstancias; un Ministerio Público, librado a una crónica inestabilidad; un Defensor del Pueblo, con un manifiesto esfuerzo por desdibujarse frente a la ciudadanía y un sistema electoral, bajo el permanente acecho de las mezquindades políticas.

Bajo esta descripción que respuesta podríamos recabar de quienes son la esencia de una democracia, sus ciudadanos, la respuesta resulta obvia, los politólogos nos hablan de “erosión democrática”, desde las propias instituciones democráticas estamos encaminados a destruir sus cimientos básicos, con un manifiesto desconcierto ciudadano, el día a día se propone como oportunidad para el desencanto y la desafectación con nuestra democracia.

Acaba de publicarse el “Informe 2024, democracia resiliente”, por parte de la Corporación Latinobarómetro, de sólido prestigio, con casi treinta años de mediciones, del que nos interesa revisar la percepción ciudadana en nuestro país y nos encontramos con respuestas similares a otros informes y de otras entidades, la desconfianza y desazón de nuestros ciudadanos es reiterada.

¿La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno? Si el 2023 el 50% de consultados estaba de acuerdo, hoy esta identidad democrática ha mermado sustantivamente y en nuestro país con mayor énfasis, para el 2024 sólo el 44% de ciudadanos coincide con el régimen democrático. Y si bien hay un desmérito hacia nuestra democracia, al 30% de consultados le da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático, habiéndose incrementado un 3% respecto al año anterior, y es precisamente en nuestro país donde más aumenta. Y en esa misma perspectiva de consulta, nos encontramos con una respuesta, que ratifica este desencanto democrático: para el 52% no le importaría un gobierno no democrático si resolviera los problemas. Y a la frase de Winston Churchill, “La democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno”, sólo un 52% se muestra de acuerdo. Si bien el informe, ingresa en mayores precisiones y detalles técnicos, por la estrechez del espacio nos quedamos con estas primeras conclusiones.

Y claro, resulta ineludible preguntarnos ¿qué está sucediendo con nuestra democracia? La respuesta estadística y fría nos dice que gradualmente está ingresando a una vorágine destructiva de nuestra democracia. Siempre respondemos y con facilidad que compartimos problemas estructurales que por décadas hemos venido sobrellevándolos, se han adueñado de nosotros, restándonos nuestras capacidades contestarias; pero eludimos nuestra responsabilidades presentes, día tras día, asistimos a una debacle democrática encontrándose con nuestra dócil y sometida actitud ciudadana, asumida como condescendiente, que impulsa a sus detractores a romper con toda premisa básica que significa estabilidad democrática, respeto a las instituciones y garantía de los derechos y libertades ciudadanas.

Este informe, debemos asumirlo con entereza y responsabilidad, para asumir nuestro rol ciudadano, de reclamarnos individual y colectivamente un mayor activismo y decisión, para defender los espacios en los que descansa este principio fundamental, recogido expresamente en nuestra constitución: “Artículo 45. El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen”, hagamos nuestra aquella definición de Abraham Lincoln, “la democracia es el gobierno de pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. Por supuesto que tiene imperfecciones, pero es irrenunciable, porque allí descansan nuestros atributos fundamentales, libertad e igualdad, nuestra democracia; y en estas horas aciagas, nos reclama su incondicional defensa y ejercicio.

Análisis & Opinión