POR: EIFFEL RAMÍREZ AVILÉS
Si hay algo que me encanta de la historia del cristianismo, y que me ha llevado en estos últimos tiempos a estudiarla, es su origen polémico. ¿Por qué el auténtico forjador de la religión cristiana San Pablo, es acusado de totalitario y misógino? ¿Por qué se excluyó a María Magdalena del número de discípulos, a pesar del favoritismo de Jesús hacia ella? ¿Y por qué Jesús mismo se atribuyó ser el Hijo, algo inaceptable para el judaísmo, la religión de donde originariamente se formó?
Pero por ahora me importa este: ¿por qué hubo un hombre que traicionó a Jesús, su amigo y maestro? La historia oficial (y con ello me refiero a los evangelios comunes que leemos en nuestras biblias comunes) asume varias respuestas: desde la codicia personal de Judas, hasta su predestinación para ser el Traidor conforme a la voluntad inexorable de Dios. Sin embargo, el asombroso Evangelio de Judas (texto que fue hallado recién en el siglo XX y hecho público en el XXI, y que, por supuesto, no forma parte del canon bíblico) nos da noticias distintas acerca de ese siempre intrigante discípulo y la religión que empezaba a formarse.
Si alguien lee el Evangelio de Judas, puede captar, en primer lugar, que, en vez del tema de la traición, trata de otros asuntos no menos importantes. En este texto antiguo, Judas (mejor dicho, el autor que escribe en su nombre) nos indica otra forma de pensar el cristianismo y que va en contra de la concepción cristiana de hoy en día.
Un ejemplo. Muchos cristianos asumen la resurrección como un dogma fundamental (inclusive, como una resurrección de la carne); en cambio, para el Evangelio de Judas, no hay tal resurrección, sino que el hombre debe buscar su liberación espiritual y encontrar a Dios… ¡en vida!
Estudiosas del cristianismo primitivo, como Elaine Pagels y Karen L. King, enseñan que el Evangelio de Judas muestra una disputa interna entre los discípulos (y seguidores) de Jesús, a fin de erigir la nueva religión. Mientras otros evangelios hacen caer todo el peso de la ignominia y la vergüenza sobre Judas, en el Evangelio que comentamos este resulta ser el mejor discípulo, el que ha comprendido a fondo al Salvador. Por ese motivo, en este Evangelio, Jesús le confiesa: «Serás el decimotercero y serás maldito por todas las generaciones, pero prevalecerás sobre ellas. En los últimos días, ellos […] y tú ascenderás al linaje sagrado» (Judas 9, 27-30). Judas, aquí, es claramente reivindicado.
Entonces, ¿por qué traiciona a su maestro? El Evangelio de Judas lanza una respuesta filosóficamente razonable: los cristianos se han concentrado tanto en el acto de traición (y, por ello, ahora diríamos que han cometido muchas barbaridades en la historia, como la masacre a judíos), que han olvidado el verdadero mensaje de Jesús. Este, o Dios, no quería derramamientos de sangre, ni sacrificios, ni traiciones. Judas entrega a su maestro, a pedido de este, solo para demostrar que el cuerpo no sirve en este mundo. Judas y Jesús, pues, trabajan de consuno. Quién lo diría: Judas resurge, así, como un velado héroe del cristianismo original.