POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
La vieja doctrina de Monroe, América para los americanos, que luego fue traducida como “el patio trasero de los Estados Unidos”, para compartir por estos días las primeras declaraciones del reelecto Donald Trump, al asumir su nuevo mandato: “(América Latina) Nos necesitan mucho más de lo que nosotros los necesitamos. No los necesitamos. Nos necesitan. Todos nos necesitan”, sumado a ello sus agresivos lineamientos políticos anti migratorios, jugando a la coacción con los aranceles, cambiando de nombre al Golfo de México, sus manifiestas intenciones de recuperar el control sobre el Canal de Panamá, nos encuentran con un gobierno excluyente, imperial, prepotente y muy distante del multilateralismo que las circunstancias exigen.
Y claro no es ninguna sorpresa la visión norteamericana, sean sus gestores demócratas o republicanos, en su política exterior y su orden de prioridades, en nuestras menguadas capacidades políticas y económico-productivas, los términos de las relaciones siempre han sido impuestas, las limitadas iniciativas y decisiones no eran más que medidas que no signifiquen desatención, y si en algún momento, sobrevenía alguna amenaza a la alteración de este orden de cosas, la intervención militar directa o encubierta, era la respuesta para colocar monigotes a discreción, evidencias por doquier.
En el contexto internacional, China es el referente, pues es innegable que el grueso de decisiones que en estos días viene asumiendo la nueva gestión, pretenden neutralizar la ofensiva china en el mundo, incluso en la propia Norteamérica; China tiene la condescendencia de distintas naciones, apuntándose un lugar privilegiado en el contexto geopolítico mundial, con fuerte soporte económico-productivo, y ni que decir de los trascendentes avances tecnológicos.
Es un silencioso y estratégico avance y posicionamiento chino, en tanto distraemos nuestra atención en los conflictos internacionales en los que se convoca a la plana mayor de la política internacional, ONU, OTAN, EEUU, la Unión Europea, los asiáticos, prefieren un segundo plano, sin descuidar su planificada estrategia de ingresar paulatinamente a todas las latitudes del mundo. Rusia, tiene que solventar sus propios conflictos y cuadro de necesidades, lo que no le resta importancia en tanto que la vieja Europa se encuentra sacudida por el surgimiento de la ultraderecha.
Bajo este rápido contexto, aparece Trump, un antisistema, para alterarlo todo, pisoteándolo todo, empoderado aún más por las mayorías que tiene en ambas cámaras parlamentarias, la ausencia de voces discordantes al interior de su partido y el alineamiento de los dueños de las grandes empresas tecnológicas-en primera fila-, nos hacen ver que el establishment esta con él y no hay quien pueda contrarrestar su arrogancia, no es extraño que estos primeros días lo veamos firmando cientos de decretos para desmontar y montar el nuevo estado de autoridad.
Desde nuestra América, no la de ellos, debemos hacer el gran esfuerzo, liberados de los sesgos ideológicos, que profundizaron nuestros desencuentros, de construir espacios de integración, tal cual lo hizo Europa, apelando a nuestras similitudes e identidades, para reposicionarnos políticamente en el contexto internacional, aun sea una incipiente unidad, que signifique dignidad y respeto para nuestros pueblos.
A su vez, debemos conjugar los intereses y el desarrollo de nuestro país, en el dilema de un mundo globalizado frente al emergente proteccionismo; el puerto de Chancay, es una buena respuesta y es el referente bajo el cual debe orientarse nuestra política internacional, diversificar nuestra relaciones comerciales; Davos, APEC, OCDE y otros, son los grandes e irrenunciables foros, en los que a pesar de nuestra limitada representación, desde una perspectiva constructiva, inclusiva, abierta, deben potencializarse hacia el mantenimiento de relaciones internacionales que signifique respeto y oportunidad. De la Amenaza, hagamos una fortaleza.