POR: KAREM ROCA LUQUE
Se acerca el cierre de un año y un mensaje oportuno puede influir significativamente en nuestro rumbo para el 2024. En ocasiones, necesitamos esas palabras precisas en el momento exacto para reflexionar sobre nuestro progreso y considerar las áreas de nuestras vidas que podríamos mejorar.
Un recuerdo vívido de diciembre de 2018 me transporta a las playas del sur de Lima, compartiendo la celebración de Año Nuevo 2019 con mi familia y otras dos familias cercanas, cada una con sus respectivos hijos. En medio de la alegría festiva, recibí una llamada del expresidente de la República, quien me informó que debía adelantar su regreso desde Brasil, lo que le impediría asistir a la toma de mando del entonces presidente electo Jair Bolsonaro.
Este acontecimiento desencadenó una respuesta inmediata de mi parte, dejando atrás a mi familia para dirigirme hacia el Palacio de Gobierno, donde mi función, en calidad de asistente, consistía en anticiparme a cualquier necesidad del Señor Presidente de la República (SPR) en su camino de regreso.
Al llegar al Palacio de Gobierno, me encontré con un despliegue coordinado de técnicos de protocolo, edecanes, seguridad estatal y otros funcionarios, todos en estado de QAP, un término militar que significa «En espera y comprendido».
Hemos experimentado de cerca la influencia que, en su papel de ex SPR, ostentaba en ese entonces el expresidente Vizcarra. Como dice el refrán, «una cosa es con guitarra y otra con cajón». Solo aquellos que hemos formado parte de su círculo más íntimo sabemos quién es realmente. Aunque todos pueden opinar, pocos comprenden lo que implica trabajar al lado de un presidente con la sangre fría necesaria para tomar decisiones que solo tienen que ver con su conveniencia.
La noticia de la llegada del ex SPR nos tomó por sorpresa, activando de inmediato los protocolos correspondientes. Cuando Vizcarra se dirigía hacia el Palacio de Gobierno, fui convocado a su despacho para recibir sus saludos por el inicio del año 2019. En esa reunión, me informó que el canciller estaba llegando y que tendrían una reunión de emergencia con algunos ministros en la sala Miguel Grau.
Enseguida, organizamos todo para la reunión y, minutos después, los ministros comenzaron a llegar. Tras una breve sesión, se retiraron, mientras nosotros permanecíamos disponibles hasta altas horas de la tarde por si el ex SPR necesitaba más coordinaciones. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que la verdadera razón detrás del adelanto del viaje de Vizcarra fue la destitución del fiscal Vela y el fiscal Pérez por parte del ex fiscal de la nación.
No era un secreto para nadie que la relación entre Martín Vizcarra y el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, era tensa en los círculos de alto poder. Esta discordia se manifestó en numerosos enfrentamientos a nivel nacional, evidenciando una enemistad palpable entre ambos.
Ante la intensa presión de Vizcarra, el ex fiscal Pedro Chávarry dio marcha atrás a la decisión de destituir a los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez en la tarde del 2 de enero. La reversión de esta medida se formalizó a través de una resolución que «resuelve dejar sin efecto» la destitución de Vela como coordinador del equipo especial de la fiscalía y de Pérez, quien lideraba las investigaciones contra Keiko Fujimori y el expresidente Alan García por su participación en el caso Odebrecht.
Una vez más, Vizcarra se salía con la suya, logrando imponer su voluntad. Aunque en Palacio de Gobierno éramos conscientes de la situación, nuestra función, lógicamente, se limitaba a un papel asistencial. Aunque observábamos las complejidades de la situación, nos absteníamos de emitir opiniones, ya que nuestra labor se centraba únicamente en proporcionar asistencia.
Nos encontramos a pocas horas de despedir el año 2023, y Vizcarra, con sus propias plegarias, le ruega a todos sus santitos esperando que la Ley Soto prevalezca. Conociéndolo, es probable que haya entregado su alma para conseguir sus objetivos. Sin embargo, lo que Vizcarra no comprende es que, a pesar de sus traiciones, ni siquiera el diablo le garantizará el éxito. Ha llegado el momento de clamar por «justicia», y sería injusto que la vida permitiera que el mentiroso camine libremente.
Muchos conocemos sus artimañas, la doble moral del Lagarto y aunque haya intentado borrar pruebas y silenciar testigos, siempre hay un mudo que decide hablar, un ciego que decide mirar y un sordo que decide escuchar.
Este año nuevo que se avecina nos deja revelaciones impactantes sobre un mitómano. Los casos archivados en Moquegua no son una casualidad, pero así es la realidad.
El tan esperado proyecto Lomas de Ilo se mantiene en el ámbito de los sueños, y para aquellos que adquirieron hectáreas, solo les queda rezar. Para el 2024, anhelamos la tranquilidad de saber que la justicia prevalecerá. Esperamos que aquellos que no tuvieron la oportunidad de recibir una vacuna encuentren justicia, aunque la doble moral de Vizcarra solo se aplique cuando le conviene. La verdad, sin embargo, está abriéndose camino.
Amables lectores nos vemos la próxima semana. “Ante tanta injusticia seguiré siendo una roca en tu zapato”.