lunes, 6 de octubre de 2025
  • UDI Unidad de Investigación 969 164 351
  • Central de Noticias 956 424 000
  • Publicidad Edición Impresa 974 466 951

Tomás Gálvez, ¡sácalos!, por favor

Cautelosamente, ante la prensa, confirmó que ya no retiraría a Pérez y Vela del mencionado Equipo Especial.

ARCHIVO

- Advertisement -

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA

Estando fuera de la administración pública, apelando su reincorporación como Fiscal Supremo, Tomás Gálvez afirmaba que, si fuese titular del Ministerio Público, tanto José Domingo Pérez como Rafael Vela no estarían ni un minuto más en el cuestionado Equipo Especial Lava Jato.

Llegó abril de este año, y el Tribunal Constitucional ordenó su reposición, asumiendo dos meses después la Fiscalía Suprema de Familia. Ante la destitución de Delia Espinoza por parte de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), y la declinación de Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos, el 22 de septiembre tomó las riendas (interinamente) de este organismo constitucionalmente autónomo.

Cautelosamente, ante la prensa, confirmó que ya no retiraría a Pérez y Vela del mencionado Equipo Especial. La razón, a su entender, es que esta decisión podría quebrar juicios en trámite, lo que serviría de excusa a estos polémicos fiscales para culparlo de la debacle. Entendible posición, pero ¿ha sido lo más acertada? Veamos.

El 1 de enero de 2019, Pedro Chávarry los removió del referido Equipo Especial, en uso de su prerrogativa como Fiscal de la Nación; sin embargo, de inmediato surgió la presión mediática, encabezada por el entonces mandatario Martín Vizcarra, retornando de un viaje no consumado a Brasil para la toma de mando de Jair Bolsonaro, manifestándoles públicamente su respaldo, en evidente intromisión de competencias, ante el descarado aval de distintos medios de comunicación de tendencia caviar, aunado al silencio sepulcral de parte de la clase política.

Chávarry reculó, volvió a designarlos, y a los días este fue renunciado del puesto y posteriormente defenestrado por la JNJ. Lejos de amilanarse, ambos fiscales se empoderaron, tornándose más irreverentes. Con Juan Carlos Villena y Patricia Benavides las cosas no cambiaron, hasta que ocurrieron dos cosas significativas: denuncias en su contra por enriquecimiento ilícito y procesos a cargo que literalmente se caen.

De lo primero, en enero de este año, el programa Contracorriente de Willax afirmó que Vela Barba “infló a S/ 174 mil sus supuestos ingresos en el sector privado”, mientras que en diciembre último, Espinoza Valenzuela aprobó iniciar investigación preparatoria contra Pérez Gómez por no justificar incremento patrimonial de S/ 131 mil. Hasta aquí, grave la imputación.

Y, de lo segundo, el caso emblemático (Cócteles) que involucra a Keiko Fujimori (presa injustamente por más de cuatrocientos días, sin siquiera acusación y menos sentencia) está a punto de volver a fojas cero, pues probablemente el TC zanje de una vez que en aquella época (2011), el dinero aportado para la campaña electoral (independientemente si fue por persona natural o jurídica) no estaba tipificado como delito.

Y esto se dará luego de más de 10 años de dizque pesquisas, incluyendo “pan y circo” con detenciones preliminares y/o prisiones preventivas; amén de la ingente cantidad de recursos dinerarios gastados inútilmente, que en suma pertenece a todos los peruanos.

En adición, ya iniciado el juicio oral contra Susana Villarán, quien en mayo de 2019 confesó públicamente haber recibido sobornos de las corruptas Odebrecht y OAS, y dado que su testigo estrella ya no está con nosotros (José Miguel Castro), al polémico José Domingo se le ocurrió la “brillante” idea de citar a Rafael López Aliaga para que declare. Sí, el burgomaestre capitalino y potencial candidato presidencial; es decir, el Ministerio Público, ya no con Delia Espinoza que pretendió ilegalizar el partido Fuerza Popular, pero sí con un controvertido personaje aupado por la progresía que tiene reflectores, entrometiéndose en la justa electoral de abril de 2026.

Retomando el tema, y enterado de las expresiones de su máximo jefe, Pérez Gómez, en entrevista radial, aseveró desafiante que estas palabras reflejan hostigamiento laboral, amenazando que junto a Vela Barba renunciarían. Desdeñoso, nuevamente.

Con todo este recuento de hechos —desagradables para la buena imagen que debe siempre proyectar la recta administración de justicia— queda por agregar: Tomás Gálvez, ¡sácalos!, por favor.

LO ÚLTIMO