Por: Rodrigo Llosa Sanz
Entre La Punta y Mollendo existe impresionante cantidad de arena. ¿De dónde proviene? Muchos dirán del mar. Parcialmente de acuerdo, pero ¿por qué el puerto de Matarani no tiene problemas relevantes de arenación? y ¿por qué caletas camino a Quilca llevan guijarros como las playas de Miraflores en Lima o sedimentos diferentes?
Abordemos el tema con 2 proyectos que obstruyeron corrientes naturales de arenación. En 1983 el alcalde de Chorrillos intentó construir una carretera para unir las playas La Herradura con La Chira y al año siguiente el puerto trujillano de Salaverry comenzó a construir un molón que se fue ampliando en 2004 hasta ser una punta marina artificial.
En Arequipa, Southern ofreció construir la represa de Tambo Bajo debido al complejo problema de cantidad y calidad de agua en la provincia de Islay. Para no aprender con equivocaciones, cabe aconsejar a los ingenieros de cualquier proyecto que intente represar el río en zonas intermedias, que revisen principios de geomorfología litoral o dinámica costera. Aunque suene extraño, el diseño de una represa cercana a la costa debe contemplar la arenación de playas. En un par de décadas Mollendo podría perder la arena en las sombrillas si acaso se maneja mal la cuenca del río Tambo. ¿Suena exagerado? Amerita explicación.
En 1954 el deslizamiento de un cerro cercano a Coralaque represó el Tambo y al abrirse nos enseñó en menor escala lo que sucedió en el verano del año 1600 cuando el volcán Huaynaputina tuvo una erupción -en plena época de lluvias- 3 veces mayor que la cinematográfica Pompeya. En ese siglo lejano se represó el río y, al romperse abruptamente, sedimentó la desembocadura aumentando la tasa de arenación del litoral.
Pocos advierten que el Huaynaputina se encuentra en la cuenca del río Tambo y que una de sus repercusiones más relevantes fue la desaparición del puerto de Chule que mejianos y mollendinos debatimos por su ubicación. De hecho, llevo 2 años investigando el tema, analizando esta costa y armando el rompecabezas con documentos virreinales.
Cerros y desiertos arequipeños están llenos de arena por el limado del viento y otros ciclos atmosféricos. Los ríos generan y transportan enormes cantidades diariamente; no por nada la vemos en sus lechos. Es curioso que no meditemos en playas como Mejía que el río Tambo es uno de los principales causantes de la comodidad y dicha veraniega basada en la arena, pero sí nos damos cuenta cuando el mar distribuye maleza en las playas tras crecidas del río.
Todo quien ha nadado en la provincia sabe que existe una corriente predominante de Sur a Norte, del Valle de Tambo hacia Mollendo. Cabe aclarar que esta corriente en la zona de rompiente -entre el tumbo y la orilla- es distinta a la de Humboldt y se llama deriva litoral. Es la encargada de barrer o repartir lateralmente y sin descanso la arena. La más pesada -junto a troncos y ramas- se queda alrededor de la desembocadura, en Lagunas de Mejía, y la de menor densidad flota con esta corriente litoral. Por ello la arena de Mollendo es más fina que la de Mejía. El muelle turístico del bravo puerto petrolero es testigo de estos procesos marinos.
Explicar por qué La Punta también tiene arena en el margen opuesto del río, contrario al sentido predominante de deriva, amerita recordar la corriente de resaca que si se difundiera ampliamente evitaríamos ahogados con solo decir: no luche contra ella, salga lateralmente. Casi una recomendación matrimonial. La resaca fondea sedimentos que luego son repartidos por el oleaje.
No faltará quien diga que estas dinámicas son más complejas. De acuerdo, son algunas variables superpuestas. Las corrientes y las olas dependen de muchos factores como la geografía subacuática en cada sector. Lo relevante es recordar que proyectos bien encaminados -incluso lejanos- aportan y otros erosionan, no solo hablando de la imprescindible arena que todos apreciamos.