POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ
La democracia en el Perú, como dando la razón a Sócrates, ha sido un tema de debate constante, especialmente en un contexto político caracterizado por la inestabilidad y la polarización. La próxima elección, en la que se espera la participación de un mínimo de 41 partidos o movimientos políticos, plantea preguntas básicas en torno a la seriedad y la funcionalidad del sistema democrático en el país.
LOS LÍMITES ESTRUCTURALES DE LA DEMOCRACIA
No es ningún secreto que la democracia —directa, indirecta, con o sin parlamento— tiene muchos, pero muchos puntos débiles. Y los antiguos griegos, es decir, los creadores de la democracia como sistema político, se dieron cuenta de ello, en especial los “fundadores” del pensamiento occidental: Platón y Sócrates. El primero de los cuales, como es bien sabido, no dejó ningún texto para la posteridad, pues creía que la filosofía solamente podía ser ejercida y mostrada a través del diálogo, por lo que todo lo que se conoce de él es a través de Platón, quien, atribuyéndolos a Sócrates, escribió los Diálogos que, si bien en un primer momento remitían a una reproducción de lo que dijo su maestro, con el tiempo, evidentemente, se convirtieron en exposiciones de su propia filosofía.
Sin embargo, un tema constante a través de todos los Diálogos siempre fue un radical escepticismo frente al sistema de gobierno imperante en Atenas, la ciudad-estado en la que ambos vivieron, en la cual ya se podía observar —como hoy día— los peligros del populismo, la demagogia, la ignorancia y, en general, la avaricia y el robo. Defectos que impiden, cada una y otra vez, filosofar sobre la sociedad en la que vivimos, en la cual quizás podríamos creer que la participación de una amplia variedad de partidos políticos puede ser vista como un signo positivo de pluralismo y diversidad.
PLURALISMO O FRAGMENTACIÓN POLÍTICA
En teoría, un sistema democrático debería permitir que diferentes voces y perspectivas sean representadas, lo que debería enriquecer el debate público y permitir a los ciudadanos elegir entre una gama más amplia de propuestas y programas. La competencia electoral entre múltiples partidos debería fomentar la innovación política y la rendición de cuentas, ya que cada partido debería esforzarse por presentar propuestas atractivas y responder a las necesidades de la ciudadanía.
Sin embargo, la realidad es más compleja y simple a la vez: la proliferación de partidos políticos también puede llevar a la fragmentación del sistema político, dificultando la formación de mayorías estables y, en consecuencia, la gobernabilidad. En el caso del Perú, la existencia de un gran número de partidos puede resultar en un escenario electoral confuso para los votantes, quienes podrían sentirse abrumados por la cantidad de opciones disponibles. Esto podría llevar a decisiones de voto menos informadas, lo que a su vez puede afectar la legitimidad de los resultados electorales.
Además, es fundamental considerar la calidad de las propuestas y la capacidad de los partidos para representar verdaderamente a sus bases. No todos los partidos que compiten en estas elecciones tienen estructuras sólidas o propuestas claras y viables. Algunos pueden ser meras agrupaciones efímeras, creadas con fines específicos o, en ocasiones, para capitalizar situaciones momentáneas, lo que podría deslegitimar el proceso democrático.
MÁS ALLÁ DEL NÚMERO: CALIDAD DEMOCRÁTICA
Otro punto a destacar es la necesidad de garantizar condiciones equitativas para todos los partidos. La competencia electoral debe ser justa, lo que implica que todos los partidos tengan acceso igualitario a los medios de comunicación, financiamiento y recursos para llevar a cabo sus campañas. Sin un marco regulatorio adecuado, la participación de tantos partidos podría convertirse en una oportunidad para prácticas desleales y corrupción.
En conclusión, aunque la participación de 41 partidos o movimientos políticos en las próximas elecciones podría parecer un reflejo de la pluralidad democrática, es esencial abordar los desafíos que esto conlleva. La calidad de la democracia peruana no solo se mide por la cantidad de partidos en la contienda, sino también por la capacidad de estos para representar genuinamente a la ciudadanía, la claridad de sus propuestas y la equidad del proceso electoral.
Solo así se podrá fortalecer la democracia en el Perú y garantizar que las elecciones sean pulcras e inteligentes, es decir, que sean transparentes y que enfoquen propuestas sobre qué podemos hacer para construir la ciudad, la región y la patria que todos soñamos, más allá de la demagogia, los TikToks y la mediocridad de la mayoría de los posibles candidatos.