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9 enero, 2025 5:50 pm

Ser moqueguano

Moqueguanista es el que se preocupa por conocer la historia del lugar donde vive; la investiga, promueve su desarrollo, cultiva los valores culturales del lugar, se siente orgulloso de ellos. 

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

El tema fue esbozado en “Mitos y Verdades de nuestra historia” libro que publiqué con el profesor Lucho Álvarez Flores y que presentamos en noviembre pasado. Posteriormente me plantearon la misma pregunta en una entrevista y en otra ocasión insistieron con una consulta parecida. Amerita ampliarla.

Moqueguano designa al nacido en Moquegua; como todo gentilicio, indica a la persona nacida en un lugar. Hecho que no implica mérito ni demérito alguno, uno no escoge el lugar donde nace. En uno está sentirse orgulloso o no de ello. Palma decía “pobre cuna meció mi infancia; pero así, no la cambio por ninguna”. No es necesario dar razones para afirmar un sentimiento íntimo, cada quien escoge los suyos y los afectos pertenecen a los inviolables predios del alma. La patria, o patria chica, es el lugar donde se nace, o la que se decide adoptar porque uno se identifica con ella.

Ser moqueguano (o de cualquier otro lugar), se acostumbra tomar como aquella persona identificada con la tierra que lo vio nacer, por ello obligado a conocerla, defenderla, ser portaestandarte y cultor de sus tradiciones; y, sobre todo, comprometido con su progreso. Concepto que suele confundirse con el moqueguanismo. Son diferentes.

El primero es un anhelo, un deseo, y hasta se considera que es una obligación que no necesariamente se cultiva, ni se cumple. Los hay quienes, habiendo nacido en esta tierra, no la conocen ni la defienden; por desconocerla destruyen su identidad, son fácilmente influenciados por costumbres ajenas; en algunos casos (o tal vez sean muchos) hasta se muestran celosos de los forasteros por el solo hecho de serlo.

Moqueguanista es el que se preocupa por conocer la historia del lugar donde vive; la investiga, promueve su desarrollo, cultiva los valores culturales del lugar, se siente orgulloso de ellos. Haya nacido o no en este lugar, y no interesa el lugar donde se encuentre, pues desde lejos también se mantiene una preocupación militante por el progreso local.

El amor por la tierra donde una nace es una paulatina toma de conciencia que se va despertando desde el hogar, en el colegio, en la sociedad en la que nos desenvolvemos; alimentado en las instituciones orientadoras, alternando con personas de nuestro medio tenidas como referentes, o por medio de lecturas en las nutridas bibliotecas, que contribuyen a darnos una identidad cultural. Recorriendo las calles, el campo, conociendo su flora, fauna, la geografía, los pueblos y sus costumbres, aprendiendo a quererlos, respetarlos…

Uno de los caminos para fomentar el moqueguanismo es elegir autoridades moqueguanistas. Que se preocupen por una biblioteca moqueguanista, porque no la tenemos; reiteradamente hemos señalado que, en la cuna de Mariátegui, Mercedes Cabello, Luis E. Valcárcel… en ninguna biblioteca del departamento se tiene la obra completa de ninguno de ellos; sí, tenemos sus bustos y las placas llevan los nombres de las autoridades. Nuestras bibliotecas son huérfanas de lo mucho que se ha escrito y publicado sobre Moquegua en todos los tiempos.

Lo mismo podemos decir de nuestro archivo, el repositorio más valioso de nuestra historia escrita; elogiado por investigadores nacionales y extranjeros; sin embargo, funciona en una cochera y en otro local que está en demolición; es uno de los más descuidados a nivel nacional no obstante disponer de los recursos suficientes. Es una verdad lastimera.

Disponemos de los recursos suficientes para tener la mejor biblioteca, para lucir el mejor archivo nacional. Locales que debería ser enriquecidos con la bibliografía en la que se alimente nuestro moqueguanismo. ¿Qué es lo que nos falta?

La toma de conciencia es también el desarrollo de una actitud crítica de lo que nos rodea, que, por conocer esa realidad, se considera necesario que debe ser cambiada. Es lo contrario al chauvinismo, al fervor exagerado por lo propio que suele lleva a despreciar lo foráneo, hasta llegar a extremos irrisorios.

Ser moqueguanista, como se puede ser de cualquier otro lugar del país, es cultivar la moqueguanidad. Parafraseando a V. A. Belaúnde, es el sentimiento de identidad que vincula a los pueblos y los habitantes de Moquegua, basado en el afecto hacia sus tradiciones y la fe en su destino. Es, igualmente, el mejor camino para sentirse un legítimo peruano.

Análisis & Opinión