POR: ENRIQUE LAZO FLORES
El sufrido pueblo, que hizo de «tripas corazón» para despedir el año 2023, bien podría llamarse el año de los desastres. No por movimientos telúricos, tsunamis, maremotos o terremotos, sino por algo peor: la desaparición de la clase política que, supuestamente, debería regir la convivencia del país en el marco de la democracia y el derecho.
Como resultado, estamos experimentando la imposición de una nueva clase política o casta política, liderada por grupos que irónicamente son los representantes del pueblo: los congresistas. Ellos han convertido al país en una suerte de chacra donde el más astuto busca sacar ventaja para sus intereses. Esto ocurre sin que la población se dé cuenta de que, arrogándose el derecho de ser el primer poder del Estado, intentan imponernos normas y leyes que van en contra de la misma población, y lo peor, en complicidad con el Poder Ejecutivo y la Fiscalía de la Nación.
Precisamente, ellos fueron y siguen siendo los presuntos autores de este desastre. Haciendo mal uso del poder otorgado por el pueblo, al ser los «padres de la patria», manejan el país como si fuera un «mercado persa», donde se negocian votos a cambio de archivar denuncias y carpetas fiscales, o incluso proyectos a favor de las regiones que representan. Llegan al extremo de convertir sus funciones de legisladores y fiscalizadores en coautores de leyes y normas que permiten que este gobierno vea, sin inmutarse, hechos escandalosos como el «chorreo» de fondos estatales exclusivamente para los padres de la patria.
Estos son los escándalos más notorios que marcaron los desastres políticos del año pasado. Abusos de poder que la ahora ex Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, lideró. Fue nombrada precisamente por la Junta Nacional de Justicia (JNJ), la cual quieren eliminar porque representa el último obstáculo para sus intereses. Afortunadamente, este organismo se resiste, siendo el último bastión de la democracia, aunque para el Congreso sería la «fresa en el pastel». Las mentiras de Benavides se conocieron, dejando al descubierto que lideraba una presunta organización criminal con la intención de perpetuarse en el poder y convertir al país en su feudo, en complicidad con el Poder Ejecutivo y Legislativo. Afortunadamente, el proyecto se desmoronó.
Patricia Benavides, desde su posición de poder, emprendió una «limpieza» de todo lo que representaba un obstáculo para sus intereses. Le resultó fácil destituir a Pedro Castillo con la complicidad de todos los poderes en ese momento. Aunque nadaba contra corriente, el presidente se entregó fácilmente. Ahora, con ese poder y el respaldo de ex militares disfrazados de congresistas, quieren cerrar la jornada con el proyecto presentado por el congresista Chiabra para que sea el Congreso quien nombre, sancione y elija a jueces y fiscales. Con esto, lograrían una faena perfecta cortando «rabo y oreja» en el circo llamado Congreso.
Ante tamaño escándalo, los otros poderes del Estado, como el Poder Judicial, al verse amenazados por este abuso de poder, no se dejaron amilanar. En la primera oportunidad que tuvo el Poder Judicial, durante la ceremonia de inicio del año judicial, les «puso el parche» a los congresistas y al mismo Poder Ejecutivo, representado por Dina Boluarte. Esta última escuchaba impasible al titular del PJ, Javier Arévalo, quien rechazó y expresó su preocupación por la moción del Congreso que apunta a reformar el sistema judicial, buscando que el Legislativo pueda sancionar y destituir a jueces y fiscales supremos.
Javier Arévalo sentenció al respecto: «Ninguna reforma judicial debe pasar sin la consideración del PJ». Este llamado resuena en un contexto donde el Congreso, impulsado por Fuerza Popular (FP) y Alianza Para el Progreso (APP), busca establecer una comisión de alto nivel para reformar el sistema de justicia, incluyendo la potestad de nombrar y destituir jueces y fiscales. Esta respuesta cae como un balde de agua fría al autor de la iniciativa parlamentaria presentada por el congresista de la mencionada agrupación Roberto Chiabra. La propuesta es considerada por especialistas como un ataque más al sistema de justicia por parte del Poder Legislativo.
Lo más escandaloso que nos deja este Congreso es precisamente la construcción de un sistema de corrupción en alianza con la Fiscalía de la Nación. Más de 40 congresistas «negociaban sus votos» para buscar el archivamiento de denuncias por «mochasueldos». Otros están bajo investigación fiscal por presuntos delitos de organización criminal, tráfico de influencias y negociación incompatible o aprovechamiento indebido del cargo.
A pesar de los escándalos en el Poder Judicial y el Ministerio Público, donde la principal protagonista es la ex Fiscal Patricia Benavides (suspendida en el cargo), trasladó el caso a un escenario de confusión al presentar un recurso de apelación en respuesta a la decisión del Poder Judicial que rechazó su petición de amparo contra la Junta Nacional de Justicia (JNJ). Esta medida fue descartada bajo el argumento de que existía una duplicación en la presentación de demandas, acción que derivó en una práctica conocida como ‘ruleteo’, prohibida, mostrando la desesperación de Benavides por buscar, con su amparo, anular el proceso disciplinario inmediato que le inició la JNJ. Por otro lado, ella misma exige que se le investigue, una clara maniobra para entorpecer las investigaciones en su contra.
Por su parte, la presidenta de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), Imelda Tumialán, dijo que el Congreso quiere llevar a que se desencadene «un quiebre al orden constitucional», lo que generaría impunidad en el país. «Estamos pasando un año muy difícil, pero hay que defender los principios de un Estado constitucional». En este panorama y con estos congresistas que siguen pensando que son el primer poder del Estado y pueden hacer lo que quieren, nadie sabe el futuro del país con una presidenta que no sabe hasta ahora quién es «el que para la olla» de la mayoría de los peruanos, sino son los recursos naturales, algo que el Perú tiene y no quieren verlo. En fin, no creo que se haya ido este año de los desastres, sino que este año será la continuidad de los desastres en otros escenarios.