POR: LIC. GUILLERMO EDILBERTO RUEDA KUONG (COMUNICADOR SOCIAL)
Llega julio y las calles se tiñen de rojo y blanco. Las instituciones corren a colgar banderas, los medios reproducen el himno, y se reeditan ceremonias que, con frecuencia, parecen más una rutina que un verdadero acto de conciencia ciudadana. ¿Cuánto entendemos de lo que estamos celebrando? ¿Cuánto respeto mostramos realmente por los símbolos que decimos venerar?
Esta reflexión nace, entre otras cosas, por lo que uno mismo observa a diario. En Moquegua, por ejemplo, es frecuente ver en las instituciones públicas una bandera mal colocada o mal elegida. Algunas oficinas estatales izan una bandera que combina la franja tricolor tradicional con el escudo nacional al centro, una composición que, aunque popular, es incorrecta desde el punto de vista legal y protocolar.
Aquí es donde urge recordar que el Perú reconoce oficialmente tres tipos de bandera, cada una con una función específica:
- La Bandera Nacional es de uso civil, compuesta solo por tres franjas verticales: roja, blanca y roja, sin escudo.
- El Pabellón Nacional lleva al centro el escudo de armas y debe izarse en entidades del Estado.
- La Bandera de Guerra, con el escudo nacional, es de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Nuestra Constitución es clara. El artículo 49° de la Carta Magna de 1993 establece que la bandera, el escudo y el himno nacional son símbolos intangibles, y que deben ser tratados con respeto y prioridad en las actividades cívicas. Sin embargo, ¿de qué sirve una ley si no se conoce?
También el escudo presenta tres variantes:
- El Escudo Nacional, con la vicuña, la quina y la cornucopia, y coronas cívicas, usado en la Bandera de Guerra y actos solemnes.
- El Escudo de Armas, con ramas de laurel y palma, se emplea en el Pabellón Nacional y documentos oficiales.
- El Gran Sello del Estado, que añade la inscripción “República del Perú”, es exclusivo del gobierno central.
En cuanto al Himno Nacional, hoy corresponde cantar el coro seguido de la sexta estrofa, no la primera. Este cambio busca reflejar una visión de país digno y libre, no sometido ni vencido.
La escarapela, aunque muy valorada en julio, no está reconocida por la Constitución de 1993 como símbolo patrio oficial. Es un distintivo tradicional, pero no puede ocupar el mismo rango institucional que la bandera, el escudo o el himno.
Revalorar los símbolos patrios es un deber moral. No se trata solo de mostrarlos, sino de vivirlos con convicción. Respetar la bandera no es cumplir con un trámite, sino izarla con dignidad y sentido. Cantar el himno no es repetirlo de memoria, sino sentir lo que expresa. Usar el escudo no es decorarlo todo, sino entender su significado y función.
En estas Fiestas Patrias, no repitamos mecánicamente lo de todos los años. Que el rojo y blanco no solo flamee, sino que se comprenda. Que el símbolo no solo se muestre, sino que se respete. Y que la patria no solo se celebre, sino que se viva con responsabilidad. Ese, al final, es el mejor homenaje que podemos hacerle.
Hoy más que nunca, el Perú nos necesita unidos y conscientes. La patria no se construye únicamente desde el gobierno o las grandes decisiones: se edifica todos los días desde las aulas, desde el hogar, desde el ejemplo familiar, desde el respeto a lo público, desde el trato que damos a los demás. Revalorar nuestros símbolos es también una forma de decirle al país que seguimos creyendo en él.
Que estas Fiestas Patrias sean más que una fecha: que sean un compromiso renovado para forjar una nación justa, solidaria, informada y orgullosa de su identidad. Desde las escuelas, desde casa, como ciudadanos y como peruanos, sigamos sembrando valores que nos unan en lugar de dividirnos.
¡Felices Fiestas Patrias! ¡Que viva el Perú: unido, digno y plenamente consciente de su historia y su identidad!