POR: EDGARD NORBERTO “BETO” LAJO PAREDES
El presidente de EE. UU., Donald Trump, pública e imperialmente, anunció recuperar el Canal de Panamá, incorporar Canadá a la unión yanqui y comprar Groenlandia a Dinamarca; unilateralmente, impuso aranceles a productos, servicios y bienes de otros países para ingresar al mercado del Tío Sam. Sin que nadie se lo pida —ya sea la ONU, la OEA, la UE o la OTAN—, está interviniendo en zonas de conflicto: Ucrania, en guerra con Rusia; la Franja de Gaza, en confrontación bélica de Israel contra Hamás; ha bombardeado centros nucleares de Irán; y está ocupando militarmente el mar Caribe para una posible incursión armada en Venezuela, según dice, para acabar con la mafia narcotraficante del cártel de los soles.
Vladimir Putin, contra todo pronóstico, ordenó invadir Ucrania el 24 de febrero de 2022 y está en guerra hasta la actualidad para impedir que se integre a la OTAN y evitar la instalación de bases militares occidentales en países fronterizos con la Federación Rusa. China tiene su Ruta de la Seda, la misma que “fue una antigua y vasta red de rutas comerciales terrestres y marítimas que conectó Oriente y Occidente durante siglos, facilitando el intercambio de bienes —como seda, especias y papel— y la difusión de culturas, religiones —budismo e islam— e innovaciones —pólvora— desde China hasta el Mediterráneo y más allá; siendo hoy el nombre de un proyecto moderno de infraestructura china que busca una mayor conectividad global” (internet). Para entender mejor este proceso de la China de Xi Jinping, leer el libro Confucio y la Globalización, de Alan García, escrito, publicado y presentado el año 2013.
Europa siempre participó en todos los repartos del mundo. Inglaterra, España, Holanda, Francia y Alemania se erigieron en dominantes y colonizadores de extensos territorios de América, Asia y África. En este nuevo reparto, no tiene participación por depender, paternalmente, de EE. UU.
Los días 03 y 04 de diciembre de 2025, el líder ruso visitó la India de Narendra Modi, lo que habría disgustado a Trump, por cuanto, al haber invadido Ucrania, quiere tener aislado a Putin y debilitarlo con sanciones económicas, lo que no se ha logrado del todo, por cuanto Putin mantiene buenas relaciones con dos gigantes emergentes: India y China, diciéndole a Occidente: “Rusia no está sola”. De otro lado, Nueva Delhi sostiene sólidos vínculos con EE. UU. y con Rusia, demostrando autonomía en su política exterior, no sometiéndose a las presiones de la Casa Blanca. Es decir, el lema del líder indio es con Washington y con Moscú. De otro lado, el pueblo-continente de Mahatma Gandhi adquiere petróleo y armas de Rusia; en una “asociación estratégica especial y privilegiada”, Rusia tiene dónde colocar sus recursos naturales y productos manufacturados, obteniendo ingresos para continuar con su guerra en Ucrania.
El analista de políticas mundiales, mi amigo y compañero Nelson Vásquez, comenta: “Los líderes europeos no quieren aceptar la nueva realidad geopolítica: hay nuevos actores internacionales que no siguen las políticas internacionales que quiere imponer Occidente. La visita de Putin a India es prueba de ello”.
¿América Latina? Su destino es ser ¡Indoamérica! Retomar el ideal unionista de los libertadores; refrescar las tesis hayistas de antimperialismo constructivo moderno e integracionismo científico y democracia con justicia social; enterrar las fracasadas medidas del Consenso de Washington, el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla. Defender unidos nuestros intereses de pueblo-continente indoamericano ante Trump, Putin y Xi Jinping. Por un mundo sin naciones dueñas ni países sumisos.

