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13 febrero, 2025 7:17 pm

Remembranzas personales

En la puerta de ingreso nos esperaban los auxiliares Bengoa (La Fiera), Mazuelos (Tamalito) o Pantos (El Cuche), sin olvidar al ilustre auxiliar Trabuco (El Tío), y seguro otros más que en este momento no recuerdo.

POR: SALVADOR CUTIPA VÉLEZ

Abril de 1972, primer día de clases en la G.U.E. Simón Bolívar. Ya se usaba el uniforme único: pantalón gris y camisa blanca. Yo empezaba el segundo año. En sus casas, la mayoría de estudiantes se alistaban para ir al colegio escuchando un programa radial muy sintonizado llamado “Rumbo al Colegio”, transmitido por una emisora local (lamento no recordar al conductor ni la emisora). Este programa nos acompañaba con su hermosa música, cuyas letras eran bellos poemas en ritmo de baladas.

Al llegar al colegio, en el patio se escuchaba el noticiero de Radio Unión con sus “rapititulares”, que nos mantenían informados sobre la realidad nacional. Recuerdo las carreras cuando la campana de ingreso nos sorprendía a la altura del cerro San Bernabé o de Las Cincuenta Casas; inmediatamente a correr para no llegar tarde. En la puerta de ingreso nos esperaban los auxiliares Bengoa (La Fiera), Mazuelos (Tamalito) o Pantos (El Cuche), sin olvidar al ilustre auxiliar Trabuco (El Tío), y seguro otros más que en este momento no recuerdo. Luego, en la formación, la ceremonia de inicio de año: Himno Nacional, palabras del director y demás actos protocolares (muy aburridos), mientras todos formados observábamos las demás secciones y recordábamos quiénes faltaban porque se fueron a estudiar a otra ciudad y cuántos compañeros nuevos había.

Por mi parte, ya me invadía cierta nostalgia, pues era mi último año en la G.U.E. Simón Bolívar. Al año siguiente, yo sería uno de los que faltaría, ya que debía alejarme de mi querida y añorada tierra para estudiar en el Colegio Militar Francisco Bolognesi, en la ciudad de Arequipa. En clases observaba a mis profesores con mucha atención para aprender sus lecciones, pues tenía un reto académico el próximo año: ingresar al Colegio Militar, donde las vacantes eran limitadas y postulaban estudiantes de todas las ciudades del sur del país e incluso de Lima. Tal vez el empeño que puse por ser un buen alumno ese año hizo que no solo me grabara los rostros de nuestros profesores, sino también sus gestos y palabras peculiares. Y sí, tengo que reconocer que había muy buenos docentes y otros algo más relajados.

Fue un año muy nostálgico para mí, pues cada año se perdían tantos compañeros y amigos que se trasladaban a otras ciudades a continuar sus estudios. Sin embargo, siempre quedó grabada en mi mente la particular belleza de mi ciudad: sus casas con mojinetes, sus calles angostas, su fruta tan rica… y aquellas veces que nos escapábamos del colegio para “robar” cañas de chupar, uvas, moras tan dulces y jugosas, etc. (prefiero no mencionar qué huertos eran los perjudicados, ja, ja, ja).

Cómo olvidar la manera de “arreglar” nuestras diferencias en la Chanchería. ¡Cuántos ajustes de cuentas se llevaron a cabo allí! También los drills gimnásticos, que se presentaban en el estadio 25 de Noviembre el Día de la Primavera; los paseos al campo por el aniversario del colegio, cuando cada salón realizaba actividades durante todo el año para reunir dinero y elegir los platos que nos prepararíamos. Y desde luego, siempre en mis recuerdos está la hermosa amistad que formé con mis compañeros y demás colegiales de nuestra querida ciudad.

Muchas de esas amistades nunca las volví a recuperar. Algunos aún viven en Moquegua y, muy de vez en cuando, al visitar mi tierra, los veo y los saludo, pero no me responden. Tal vez no me reconocen porque en aquel tiempo era muy delgado, o simplemente no desean ser mis amigos. También recuerdo que, al llegar a la pubertad, muchos de nosotros tuvimos nuestros primeros escarceos amorosos. En el salón se contaban enormes aventuras amorosas (la mayoría, pura exageración), pero había que demostrar algo de machismo a esa edad. ¡Cuánta ingenuidad y a la vez cuántas poses tratando de aparentar una madurez inexistente!

Por ahora, dejo estas remembranzas aquí, con la esperanza de que tal vez tengamos la oportunidad de seguir escribiendo estas vivencias, que seguramente refrescarán la memoria de más de uno.

Análisis & Opinión