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Mollendo
22 noviembre, 2024 1:04 am

Recuerdos de Mollendo

Por: Arnulfo Benavente Díaz   

La década del 60 fue el tiempo de oro del estibador marítimo de Mollendo. La Iglesia Inmaculada Concepción sonaba cuatro campanadas en la madrugada del Puerto Bravo. El primus estaba prendido para hacer hervir el agua.

El guardián del resguardo y de los quioscos de venta de comida «Jalisco», dijo a nuestra madre: «Señora Teresa, buenos días ¿todo está bien?» Ella respondió con una ligera sonrisa. «Todo bien, Jalisco». Poco a poco los otros quioscos se abrían al amanecer.

El trabajo marítimo de la estiba necesitaba buen alimento para soportar turnos continuados. En la primera cuadra de calle Alfonso Ugarte (lugar de la nombrada) se ubicaban varios quioscos que vendían desayunos preparados especialmente para dicha labor. El servicio de té con pan iba acompañado de un plato de: churrasco, pescado frito, etc.

Las vendedoras y encargadas fueron: Sabrina, Edmunda, Teresa, Petronila, Isidora, Julia, Justa, Ticona, Natalia, Cata, Buen amigo, Cecerina y otras.

Todo estibador llevaba «El gancho», para trabajar con sacos de metal o azúcar. Asimismo un delantal denominado «Cutamba» y «el saquillo».

Los grupos o cuadrillas constituían de nueve y de quince trabajadores para Mollendo, muelleros, inglesa y Grace Line.

Con el cambio del lugar de trabajo de Mollendo a  Matarani, la empresa de transporte «Pastor» llevaba al destino de labor marítimo. Allí trabajaban en el muelle, buque, winche, bodega, etc.

Alrededor del ambiente de trabajo siempre se presentaban dos personajes populares para la época, dedicados a vender pieles de vicuña y objetos para turistas extranjeros y nacionales: «Peña» y «el arequipeño».

Recordamos el habla, las bromas, la jerga, anécdotas y costumbres de los porteños. Los estibadores fueron gente honesta y de oratoria ejemplar.

Análisis & Opinión