domingo, 16 de noviembre de 2025
  • UDI Unidad de Investigación 969 164 351
  • Central de Noticias 956 424 000
  • Publicidad Edición Impresa 974 466 951

¿Qué pasa con tu cuerpo cuando no comes suficiente?

Comer menos no solo impacta el cuerpo, también altera la mente. Cuando restringimos demasiado, el cerebro se enfoca en lo que no puede tener. Lo “prohibido” se vuelve más deseado y aparecen los atracones o la ansiedad por comer.

ARCHIVO

- Advertisement -

POR NATALY ZAÁ

COACH Y MENTORA EN DESARROLLO PERSONAL Y FITNESS

Muchas personas creen que la clave para adelgazar está en comer menos. Saltarse comidas, reducir porciones al extremo o sobrevivir con un café y una fruta parece, a simple vista, una estrategia lógica. Sin embargo, el cuerpo humano no funciona como una calculadora: cuando no recibe suficiente energía, reacciona protegiéndose, no adelgazando. Comer poco no siempre significa alimentarse bien, y muchas veces puede convertirse en un obstáculo silencioso para el bienestar.

EL CUERPO ENTRA EN “MODO AHORRO”

Cuando el organismo detecta una baja drástica de energía, activa un mecanismo de defensa conocido como “modo ahorro”. En este estado, el metabolismo se desacelera para conservar calorías y sobrevivir al déficit. Como resultado, se queman menos grasas, disminuye la temperatura corporal y aparece una sensación constante de cansancio.

Además, al restringir alimentos por largos periodos, el cuerpo empieza a usar la masa muscular como fuente de energía. Esto no solo debilita el sistema físico, sino que también hace más difícil mantener un peso saludable a largo plazo. Comer muy poco puede generar el efecto contrario al que se busca: frena el metabolismo y afecta la composición corporal.

EL HAMBRE EMOCIONAL TOMA EL CONTROL

Comer menos no solo impacta el cuerpo, también altera la mente. Cuando restringimos demasiado, el cerebro se enfoca en lo que no puede tener. Lo “prohibido” se vuelve más deseado y aparecen los atracones o la ansiedad por comer.

Esa montaña rusa emocional suele venir acompañada de culpa: primero por comer, luego por castigarse. Con el tiempo, la relación con la comida se vuelve tensa y llena de frustración. Es importante entender que el hambre no es solo física; muchas veces es emocional o incluso mental. Aprender a escuchar esas señales es parte de construir una relación sana con el propio cuerpo.

LAS HORMONAS SE DESAJUSTAN

El equilibrio hormonal es fundamental para el bienestar. Cuando se come menos de lo necesario, las hormonas que regulan el apetito, el sueño y el estado de ánimo se alteran. La leptina (encargada de indicar saciedad) disminuye, la grelina (que estimula el hambre) aumenta y el cortisol (hormona del estrés) se eleva.

Estos cambios pueden provocar irritabilidad, insomnio, dificultad para concentrarse y paradójicamente, un aumento del apetito. En mujeres, la restricción prolongada puede alterar el ciclo menstrual, afectar la piel, el cabello y disminuir la fertilidad. Comer de forma insuficiente no solo afecta la figura, también impacta directamente en la salud integral.

EL CUERPO NECESITA COMBUSTIBLE REAL

Cada pensamiento, movimiento o emoción requiere energía. Por eso, la alimentación no se trata de contar calorías, sino de brindar combustible de calidad. Los macronutrientes —proteínas, carbohidratos y grasas saludables— cumplen funciones específicas: reparar tejidos, mantener el cerebro activo y regular el sistema hormonal.

Cuando alguno de estos grupos falta, el cuerpo comienza a enviar señales: fatiga, falta de concentración, caída del cabello o cambios de humor. Alimentarse bien es, en realidad, una forma de autocuidado. Significa nutrir las células, no castigarlas.

CÓMO EVITAR COMER INADECUADO – MENOS

Existen estrategias simples para mantener un equilibrio saludable sin caer en extremos:

  • Desayunar dentro de las dos primeras horas del día para activar el metabolismo.
  • Incluir una fuente de proteína en cada comida principal.
  • No saltarse el almuerzo ni la cena, aunque las porciones sean moderadas.
  • Mantener pequeños snacks saludables entre comidas, como frutas, frutos secos o yogur natural.
  • Beber suficiente agua durante el día.
  • Evitar dietas restrictivas o modas que prometen resultados rápidos.
  • Escuchar las señales del cuerpo y respetar la sensación de hambre y saciedad.

Estos pasos sencillos ayudan a mantener la energía, mejorar la concentración y sostener un peso adecuado sin poner en riesgo la salud.

ALIMENTARTE ES UNA FORMA DE RESPETO

Tu cuerpo no necesita menos comida, necesita equilibrio. La verdadera transformación no ocurre castigando, sino entendiendo y cuidando. Cuando eliges nutrirte con conciencia, no solo mejoras tu figura: también fortaleces tu autoestima, tu energía y tu confianza.

El camino hacia un bienestar real no se mide en calorías, sino en coherencia. Escuchar a tu cuerpo, atender sus necesidades y alimentarte con amor es una forma de decirte: “me importo”. Comer suficiente no es un acto de debilidad, es un acto de inteligencia y respeto propio.

LO ÚLTIMO