Por: Carlos Carpio Montoya
Lo que más recuerdo de mi primer día de clase es el crujir del piso de madera y el intenso olor a petróleo que emanaba del mismo, pues era parte del mantenimiento de mi jardín de infancia, más conocido como el “Núcleo”, que era completamente de madera y hasta tenía segundo piso; mi jardín se ubica en la calle Comercio 378 a tres cuadras de nuestra vieja casa de la calle Huamachuco, y fue elegido por mis padres para el inicio de mi vida escolar hace ya 54 años.
Mi abuelo Manuel Montoya me acompañó ese primer día, y me comentó que estaba siguiendo los pasos de dos generaciones de mi familia que habían estudiado en este local, donde hasta 1956 funcionó el colegio secundario Deán Valdivia.
Los muchachos de mi generación nos dividimos entre los únicos dos jardines de infancia de Mollendo, el jardín N° 135 (“Núcleo”) y el jardín Bejarano (privado), luego de lo cual muchos de mis compañeros de jardín me acompañaron en el Colegio San Francisco, donde terminamos en la promoción 1982.
Mi primera profesora fue la señorita Esther Casapía, quien puso mucho cariño y esmero es nuestro inicio escolar, matizando las primeras letras con juegos que teníamos en el patio, como un resbalón, columpio y subibaja; mi abuelo me acompañó en los recreos de los primeros meses para empujarme en el columpio y levantarme cuando me caía del resbalón.
Con el paso de los años mi jardín se fue deteriorando, perdiendo su batalla sobre todo con las polillas, para pena mía; se prohibió el acceso al segundo piso, pues las estructuras de madera podrían colapsar y no fue sino hasta el año 2018 en que Tisur hizo suyo mi viejo jardín y remodelaron completamente las instalaciones, cortando la cinta de inauguración dos grandes amigos, nuestro alcalde Richard Ale y Álvaro Galindo, director de Tisur.
Me permito adjuntar la foto que se nos tomó en nuestro inicio escolar donde estoy acompañado por mi querido abuelo, y quisiera convocar a mis primeros compañeros de clase para que por favor se renazcan y me escriban, toda vez que sería fabuloso nos pudiéramos reunir para visitar las nuevas instalaciones, agradecer a Tisur y poner nosotros, los exalumnos, un grano de arena para apoyar a las nuevas generaciones de mollendinos que inician su carrera escolar. Carlos Eduardo Carpio Montoya, correo: c.carpiom@hotmail.com.
