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22 noviembre, 2024 1:16 am

Perfiles: Genaro Alponte Cortez

“Un periodista es, en resumidas cuentas, un historiador sobre la marcha cuya principal preocupación ha de ser la verdad” - Albert Camus.

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ  

Hay ocasiones en las cuales pienso que la descomposición social y económica que viene afectando, no solo al Perú sino al mundo, es irreversible dado que la mediocridad y la superficialidad, apoyada por ciertos adelantos tecnológicos y carencias financieras han invadido casi todo el tejido social, incluido el periodismo que pareciera haber perdido el rumbo: antaño cualquiera no era periodista o podía hacer prensa. Basta en muchos casos con ponerse delante de un micrófono o escribir una pequeña nota plagada de fallas gramaticales y ortográficas para autocalificarse pomposamente de “periodista”.

En un tiempo ya pasado, el periodismo, –sobre todo el de opinión—tenía como cimientos básicos la ética, la información y el respeto intelectual:  en la actualidad la gran mayoría de los “periodistas” forman parte de un enorme ejército de convencidos de que da igual la información que la opinión, aunque ambas se basen en mentiras, sobre todo cuando convergen con ciertos intereses político y/o empresariales.

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Genaro Alponte Cortez, era o fue en su tiempo una excepción. Y hoy es uno de los grandes olvidados.

Y si bien, buscó y encontró una trinchera en el campo de la superficialidad social, aprovechando la soberbia y vanidad del ser humano, –en forma similar a Guido Monteverde–, lo hizo con calidad, a tal punto que su actuar en el campo escrito, radial y televisivo alcanzó lecturas y sintonías envidiables.

Pero Genaro tenía otras facetas poco conocidas. Era un hombre culto, buen lector y nada indiferente al devenir político, a tal punto que durante muchos años escribió ácidas críticas que eran publicadas en la respectiva sección de la revista limeña “Caretas”, en los años en los cuales el gobierno estaba en poder de las fuerzas armadas (1968-74).

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Y aquí me permito contar una anécdota relacionada con su capacidad: sucede que por aquellos años frecuentaba la redacción de “Caretas”, donde entable amistad con Edmundo Dante Lévano La Rosa, más conocido como César Lévano, mano derecha del director Enrique Zileri, quien en una ocasión al enterarse que venía de Ilo me preguntó si conocía a Genaro, resaltando que jamás le había corregido o cambiado alguna frase o términos de las cartas que enviaba, dado que estaban bien escritas.

Pero además Genaro, dio unas lecciones señeras en sus últimos días: prefirió “irse completo” antes que le amputaran un miembro como consecuencia de la enfermedad que lo agobiaba y dispuso además que a su velorio y entierro no asistieran dos personajes del medio periodístico ileño, que no se distinguen precisamente por su calidad personal.

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Personajes que son una muestra palpable de como las mentiras resultan ahora más atractivas, tienen mejor prensa, que lo que cuesta comprobar. El rumor, que en un tiempo no tenía cabida en la escritura de los periodistas sino en los rincones de los pasquines, son ahora alimento que engorda tertulias en las que participan sedicentes periodistas que, además, manejan como si fueran suyos los argumentos de los “partidos políticos” o vientres de alquiler de los signos más diversos. El resultado es un caos del que se nutren hoy cierto periodismo, la política y los ciudadanos.

Y para el colmo: las redes sociales han enmarañado el tablero y hoy solo hay nubes, mentiras o escándalos donde antes hubo periodismo. Las redes sociales le han dado tal impulso a la mentira que ahora ésta no sólo es más potente, sino que convence con más facilidad, sobre todo cuando las mayorías no se atreven a pensar y peor aún, no hay ni partidos, ni personalidades con ética, honradez y visión de futuro, a tal punto que, en el balotaje, –reitero–, prefiero viciar mi voto, antes que ser cómplice de la estupidez e intereses económicos subalternos.

Con el Dr. Luis Bedoya Reyes

Análisis & Opinión