POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ
En el Perú y en el mundo existen muchos tipos de pendejos, o disque que son pendejos a todo nivel. Los hay quienes, siendo presidentes, abusan de su posición o poder: Trump, en tanto que hay otros —abusando de la carencia de líderes y propuestas en un mundo en plena ebullición tecnológica— intentan sacarse la “Tinka” electoral creando variopintos partidos o movimientos políticos que esperan les sirvan de trampolín electoral, como también vemos la utilización grosera de las redes informáticas para promocionar a cierto personaje que aparece en “TikTok”, plegándose a lo que está de moda, sin enunciar ninguna propuesta económica, social, educativa, etcétera, en una clara demostración de su habilidad para la pendejada.
Y aquí cabe indicar que los líderes no siempre actúan consecuentemente, sino que muchas veces necesitan también creer en lo que dicen o quieren hacer creer que es correcto, mostrándose infalibles. En el contexto político y social del Perú, el liderazgo se ha convertido en un tema álgido por la ausencia de personajes que merezcan la atención de las masas. A lo largo de la historia reciente, no hemos visto surgir figuras que inspiren y guíen a las masas, mientras que otras se destacan por su falta de visión y compromiso, llegando un viejo partido a presentar a un niño de 10 años, hijo de un fenecido líder, como uno de los atractivos políticos. ¡Máxima pendejada!
Los buenos líderes tienen una visión a largo plazo. Saben hacia dónde quieren llevar a su comunidad o país y son capaces de comunicar esa visión de manera efectiva. En el Perú, tenemos pocos ejemplos de líderes con una visión clara que hayan impulsado proyectos de desarrollo sostenible y buscado soluciones a problemas históricos como la pobreza y la desigualdad.
Un buen líder entiende las necesidades de su gente. Practica la escucha activa y se preocupa por el bienestar de sus seguidores. En el contexto peruano, la diversidad cultural y social del país requiere un liderazgo inclusivo que atienda las diferentes realidades de su población.
La honestidad es un pilar fundamental del liderazgo efectivo. Los buenos líderes actúan con integridad y son transparentes en sus decisiones. En contraste, los “pendejos” son a menudo percibidos como corruptos o manipuladores, lo que genera desconfianza y descontento entre la población.
Los buenos líderes son flexibles y capaces de adaptarse a los cambios. En un país como el Perú, que enfrenta desafíos constantes, desde desastres naturales hasta crisis políticas, la adaptabilidad es esencial para manejar situaciones complejas.
Un buen líder no solo guía, sino que también inspira a otros a actuar. La capacidad de motivar a las personas a unirse por una causa común es una característica que distingue a los líderes efectivos de aquellos que son considerados “pendejos”, quienes a menudo carecen de carisma y persuasión.
Los “pendejos”, en el contexto del liderazgo, son aquellos que demuestran características opuestas a las de los buenos líderes.
A menudo, estos carecen de una dirección clara y se enfocan en intereses personales o en mantener el poder a toda costa, sin considerar las necesidades de la población. Los pendejos suelen estar desconectados de las realidades que enfrenta su comunidad. Ignoran las voces de la ciudadanía, lo que genera un vacío de representación.
La corrupción es uno de los principales rasgos que definen a estos líderes. Sus decisiones suelen estar guiadas por intereses personales más que por el bienestar común, lo que contribuye a un ciclo de desconfianza y desencanto. A diferencia de los buenos líderes, los pendejos son reacios a adaptarse a nuevas circunstancias. Esto puede llevar a decisiones desastrosas en momentos críticos, afectando a la población. La incapacidad de inspirar a otros es una característica común en estos líderes. Su falta de carisma y compromiso puede resultar en una ciudadanía más desmotivada, la cual es mayoritaria en nuestros días, distinguiéndose por no reaccionar ante la estupidez, la corrupción y el engaño, llegando al extremo de incluso “admirar” a los pendejos.
El liderazgo en el Perú es un tema complejo que requiere de una profunda reflexión. Mientras que carecemos de buenos líderes que se destaquen por su visión, empatía e integridad, los “pendejos” representan una antítesis que socava la confianza y el progreso social. Es fundamental que la ciudadanía se informe y participe activamente en la elección de sus líderes, promoviendo aquellos valores que realmente beneficien al país. En un contexto de cambio y desafíos, el Perú y todas las ciudades de Moquegua necesitan más que nunca de líderes que realmente estén a la altura de las circunstancias.