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1 enero, 2025 7:40 am

Pedagogía de la Navidad: antesala inspiradora al 2025

Estos bienes morales son vitales y estrechan los vínculos familiares y la reconciliación, aunque millones terminaremos sobreendeudados.

POR: DAVID AURIS VILLEGAS    

La Navidad en un hermoso pretexto de solidaridad, perdón y autorreflexión, pilares fundamentales de toda familia. El valor del amor y la alegría de compartir de manera colaborativa, es clave cultivarlas en las escuelas con el objetivo de formar niños y sociedades más fraternas. Esta pedagogía navideña es una decorada antesala que nos inspira a construir una humanidad más armoniosa y comprometida con la vida a lo largo del 2025.

En un contexto global caracterizado por el miedo, la humanidad se enfrenta a desafíos de gran magnitud: los absurdos conflictos bélicos que multiplican el dolor, la delincuencia que nos entristece y el cambio climático que amenaza nuestra existencia. La pobreza, la inequidad y el limitado acceso a la educación y la salud incrementan la angustia global. Estos obstáculos son algunos de los retos humanos y, la Navidad es el cesto repleto de reflexión y respuestas a tantos problemas.

La Navidad es una festividad de la vida que se celebra cada 25 de diciembre en conmemoración del nacimiento de Jesucristo. Este acto representa un renacer de nuestro propio ser. Es un evento alborozado que es celebrado por millones de personas alrededor del mundo, tanto cristianos como no cristianos. Esta fiesta familiar centrada en los niños y niñas al son del burrito sabanero, nos enseña lecciones de humildad, paz y la alegría del compartir y el abrazo de la reconciliación.

Cada Navidad nos inyecta optimismo a fin de reanudar el camino de la vida en los brazos de la generosidad y el amor familiar, practicando el afecto al prójimo y la cooperación mutua con un espíritu intercultural y empático, recordando la importancia de cuidar a los demás. El verdadero significado de la Navidad se trata de Dios y su maravilloso plan de felicidad para con la humanidad, según el Dr. Charles Stanley.

A pesar de que la Navidad es la época abrumadoramente más comercial del mundo, basada en un atroz consumismo, merece la pena porque simboliza un puente fraternal a través de los regalos, las sonrisas y el compartir. Estos bienes morales son vitales y estrechan los vínculos familiares y la reconciliación, aunque millones terminaremos sobreendeudados.

Este espíritu navideño nos invita a reflexionar sobre el amor, el perdón y la solidaridad, valores primordiales que transforman vidas. Se trata de una celebración que aviva la unión y la esperanza desde la educación, con la mirada puesta en un mejor 2025.

Análisis & Opinión