POR: EDGARD NORBERTO “BETO” LAJO PAREDES
Los primeros años, el Perú fue gobernado por caudillos militares (1821-1871); luego, por políticos. El Maestro universal Luis Alberto Sánchez (LAS), escribe: “Nuestros partidos se constituyeron por circunstancias frágiles. El Civil que, sin duda, respondía a una consigna generalizada – apartar al militarismo del Poder-, llevaba en su sangre un virus inconfeso, aunque evidente: la defensa de la incipiente plutocracia agraria republicana. Partido de alta clase, sin pueblo. Frente a él se organizó otro grupo civil, que buscó al pueblo, aunque sin auscultarlo: el Demócrata; y otro; el militarismo que, engreído por sus heroicos fracasos de la guerra, apeló a un título de ingenioso camouflage: el Partido Constitucional. Juzgando por esos nombres, los tres grupos lucían nombres e intenciones celestiales: Civil, Demócrata, Constitucional. Sólo en 1891 se constituye el Partido Radical, a la francesa, cuyo membrete oficialista fue Unión Nacional. Era el de contenido más explosivo y, por ende, menos duradero. De la costilla del demócrata triunfante, salió a causa de un disgusto prebendario, el Liberal. Con eso cerramos el cuadro político del Perú entre 1872 y 1930”. (El Perú: retrato de un país adolescente, Peisa 1987, pág. 89).
APORTES DE LOS POLÍTICOS
LAS, nos ilustra: “Piérola tuvo la visión del pueblo como elemento político”; “González Prada concibió una política hecha a base de partidos de doctrina”; “Billinghurst descubrió -esa es la palabra- el sentido social y económico del pueblo”; “Leguía, impregnado de las tendencias afloradas en Europa durante la primera guerra, comprendió que si no se buscaban raíces económicas, era imposible entusiasmar y untar a las masas: unió en un haz la reivindicación de las subsistencias y la vivienda, de la integridad o reintegración patriótica de la clase media y de una especie de burocrática justicia social, basada en el arbitraje para los asuntos del trabajo. El error de Leguía fue no organizar su partido en la oposición: formándolo desde la dictadura lo condenó al adhesivismo y el descrédito. No duró”. (90).
NO SE PERCATARON DEL CAMBIO
“Los partidos políticos peruanos no se percataron de que, entre 1918 y 1930, el mundo había cambiado substancialmente. No comprendieron que, desde antes, la Revolución Mexicana, y la Reforma Universitaria, y los movimientos populistas de Chile y Perú significaban mucho más que simples evoluciones. Y, claro, ni cuenta se dieron de que la Revolución Rusa, la fascista y la marxista, más la declinación europea, el surgimiento de Estados Unidos y el reflorecer de China, se realizaban bajo el señuelo de una filosofía distinta, en la que imperaba el factor económico. Había asomado eso que no se conocía aún, ‘la emoción social’. Creyeron, por ello, que les bastaría continuar con el juego meramente político, sin ahondar en sus causas o concomitancias. Reinaba una gerontocracia insensible. Había que abrir las puertas a la efebocracia”, (90-91). “Ese fue el acierto inicial de Haya de la Torre y, por tanto, del APRA. Interpretar la temperatura social de esa hora y, lo más duradero, reaccionar contra el europeísmo ambiente y afirmar las posibilidades de autonomía de nuestra cultura” (91).
LOS SIGUIENTES PARTIDOS POLÍTICOS
En 1930 se funda el Partido Aprista Peruano; hacen su aparición, en la década del 50, Acción Popular y Democracia Cristiana; en los 60, el Partido Popular Cristiano; en los 70, grupos comunistas: marxistas, leninistas, stalinistas, maoístas, titoístas y otros. En la Asamblea Constituyente (1978-1979), todas estas organizaciones políticas de derecha e izquierda democrática y comunistas, estuvieron representados; caso único en el mundo; así lo destacó, el socialdemócrata Helmut Schmidt, fue Canciller de Alemania (1974-1982).
El periodista Álvaro Rojas Samanez, precisa: “La crisis de las instituciones representativas conocidas como partidos políticos se basa en hechos reales y ampliamente conocidos. Reseñamos algunos: Carencia de mecanismos para la renovación de cuadros dirigenciales y el ejercicio de una verdadera democracia interna. Pérdida paulatina y creciente de la representación y del mandato conferido por los partidarios, afiliados, electores y votantes. Notoria desvinculación entre la agenda de las cúpulas partidarias y las propuestas y/o reclamos de los electores y la sociedad civil”. (Los Partidos Políticos en el Perú: Nuevos retos, otro rol, Primera Edición Perú 1994, pág. 69).
Crisis que viene de los 90 a la fecha. Lo más grave, la irrupción de los “vientres de alquiler”, trayendo crisis moral.