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9 junio, 2025 3:08 pm

Para tener buenas autoridades, seamos buenos electores

Si queremos buenas autoridades, primero seamos buenos electores; basta de lloriqueos post electorales con la letanía: 'me equivoqué al votar'.

POR: EDGARD NORBERTO “BETO” LAJO PAREDES

¿Qué cosa es elegir mal? Que el elector no esté informado de la política ni de lo que requiere el distrito, la provincia, la región y el país, para su bienestar y desarrollo; no tener interés en conocer si los candidatos reúnen las condiciones para gobernar bien. El desinterés y la desinformación hacen a los ciudadanos vulnerables al marketing, promueve el voto por aspectos subliminales, no por consciencia; a la demagogia de postulantes, expresada en promesas atractivas, pero irresponsables; a votar por cosas absurdas o por hechos risibles protagonizados por los pseudo políticos. Los mismos son publicitados, quedando grabados en la mente del elector. En otras palabras, la ciudadanía desafecta a la política es vulnerable a la banalización de la misma.

Es vital que ciudadanos y ciudadanas ejerzan cívicamente el derecho a elegir; traigo al recuerdo la película El poder de un voto, con Kevin Costner, Madeline Carroll, Paula Patton; donde el personaje Bud Johnson es un padre ordinario que va por la vida sin preocuparse por nada más que por su hija Molly. Fue llevado a votar; al estar en estado etílico, no operó bien la máquina para el voto electrónico. Molly, por ayudarlo, incurrió en un error de digitación, trabándose el voto sin que este se emitiera. Por lo que el ente electoral norteamericano decidió detener el escrutinio y otorgar la oportunidad a Bud de emitir su voto correctamente.

Los candidatos presidenciales, demócrata y republicano, ambos pugnaban por el voto de Johnson. Los equipos de campaña se apostaron frente a la casa del votante, pidiéndole su voto; era asediado por los publicistas, afanosos en obtener información de cosas que le agradaban, para de acuerdo a ello elaborar propuestas con qué captar su voto. Ambos partidos lo invitaban para hablarle de lo que iban a realizar en la presidencia.

La opinión pública percibió en Bud despreocupación, burlándose de él al verlo como un bufón. Recapacitó e informó, comportándose como un buen ciudadano, fue consciente de su tremenda responsabilidad, ejerció el derecho a elegir, sin la influencia del marketing ni de los halagos de los candidatos.

Amigo elector, tienes el poder de tu voto, de elegir al gobernante. Hazlo por el que merece, no por el que parece.

Si queremos buenas autoridades, primero seamos buenos electores; basta de lloriqueos postelectorales con la letanía: “me equivoqué al votar por tal”, “me engañaron en la campaña eleccionaria”, “creí en su palabra cuando candidato”. También pongamos fin al griterío “todos entran a robar”, cuando las autoridades gubernamentales llegan a los cargos públicos porque los eligen los ciudadanos.

Utilizo el ejemplo del examen estudiantil: todos hemos ido al colegio a recibir educación, luego seguimos procesos de evaluación, fijan fechas para dar los exámenes; previamente, con anticipación, estudiamos para el examen; el que estudió más, aprendió más, por consiguiente va a dar un buen examen y obtener una buena nota. El que no estudió, no aprendió, es predecible: va a dar un mal examen, por lo tanto, va a sacar una nota desaprobatoria.

Las elecciones son exámenes de los ciudadanos. Estos, si se han bien informado, elegirán bien; caso contrario, votarán mal, convirtiendo en presidente, senador, diputado o parlamentario andino; en gobernador regional o consejero regional; en alcalde o regidor, a quien no reúne las mínimas condiciones para gobernar, siendo el elegido presa fácil de la mediocridad, la ineficiencia y la corrupción.

Análisis & Opinión