El COVID 19 está suponiendo el pánico mundial. No es para menos, pues representa la mayor crisis sanitaria – reconocida como pandemia- desde la Segunda Guerra Mundial; como también ha afectado la sanidad pública y economía de muchos países.
Es necesario precisar que el presente artículo, a pesar de los temas a tratarse, se escribió con esperanza; y con el vivo deseo de que terminada la situación actual regresemos a nuestra vida normal: volver a las calles, volver a abrazar, volver a dar la mano, volver a dar un beso.
El siguiente cuadro muestra la cantidad de fallecidos que han dejado las principales pandemias a lo largo de la historia: viruela, sarampión, fiebre española, VIH, Plaga de Justiniano, Tifus, H3N2 y Ébola.
La interrogante que remece ahora los cimientos de la memoria colectiva de la sanidad pública es, por su parecido al virus que nos mantiene en vela: ¿cómo fue que superamos estas pandemias?
Veamos, primero, la peste negra. El brote principal más virulento tuvo lugar entre 1347 y 1351. La enfermedad se fue expandiendo con pulgas portadoras de las bacterias y ratas en una época donde comenzaba la eclosión de las ciudades góticas pero también el hacinamiento en las primeras grandes urbes. Se estima que entre el 30 % y el 60 % de la población de Europa murió desde el comienzo del brote a mitad del siglo XIV.
¿Cómo se superó y qué consecuencias trajo? No se superó la enfermedad en sí misma, pero su prevalencia cayó con el tiempo y las mejoras higiénicas.
Los conocimientos médicos de la época eran completamente ajenos al tratamiento de la enfermedad, que se creía que era causada por ‘malos aires’, lo que hizo que se extendiera el uso de flores aromáticas para evitarlos. La peste siguió siendo un problema hasta el siglo XX con distintas oleadas.
Como segundo caso de estudio, la fiebre española. Una mutación del virus de la gripe en el subtipo H1N1 fue el que ocasionó esta pandemia, considerada la más mortal por su rápida expansión y su letalidad. En apenas dos años el virus se extendió por medio mundo, y cada vez se cree que fue debido a una mutación en distintos focos.
El apelativo de ‘Gripe española’ se debe a que en España la prensa informó de los altos niveles de mortalidad con normalidad, mientras en el resto del mundo los diarios -envueltos en la I Guerra Mundial, en la que España era neutral- escondieron el asunto para no diezmar a la opinión pública.
La gripe española se superó en poco tiempo debido a que Alexander Fleming descubriría los efectos de la penicilina abriendo la era de los antibióticos, mientras que para 1945, en la II Guerra Mundial, Estados Unidos ya vacunaba a sus soldados antes de enviarlos al frente. Hoy la vacunación estacional de la gripe es un hecho en los países desarrollados, donde se estudia cada año la evolución de las cepas para adaptarla.
Podemos leer las historias referidas como intrascendentes, o podríamos afrontar la fatídica hora que nos toca vivir con optimismo y demostrar lo aprendido; ahora, habrá que permanecer conectados sin estarlo, a través de la esperanza de reencontrarnos nuevamente en el breve lapso de gracia que otorga un pequeño abrazo. Porque nada que haya permitido el avance de la sociedad se habría logrado sin las conexiones entre nosotros.