POR: JORGE ACOSTA ZEBALLOS
Asombrados y estupefactos nos quedamos cuando en una mañana el vendedor de pan nos informa que el precio del pan es tres panes por un sol. El pan de cada día que nos dijera el Padre nuestro se vuelve inalcanzable y nos duele porque somos paneros por costumbre histórica.
Si de los Incas heredamos el consumo del maíz tostado, de los españoles el consumo del pan y todas las mañanas nuestros niños acompañan a su desayuno su pan, muchos con pan con soledad y otros más afortunados con queso, mantequilla, mermelada, palta, jamón y no falta con un frito de pescado. A pesar que el pan se comercializó y se reinvento con el pan francés, ciabatta, integral, pan baguette, molde entre otros que ahora son más inflados por el añadido del bromato, seguimos consumiéndolo.
Siempre añoramos los viejos tiempos del pan de Torata o de Omate en Moquegua, o tres puntas de Arequipa o de la marraqueta y la hallulla en Tacna, o la cachanga, Valdez o chacritas en Ilo, o la sopaipilla en Arica o el pan chuta en el Cuzco, los estudios del pan afirman que en nuestro país tenemos 300 variedades de pan y todos ellos gustosos, nutritivos, sabrosos y capaces de matar el hambre de un solo bocado. No dejaremos de mencionar que famoso sanguche peruano de varios pisos que más parece para un almuerzo que para un desayuno. Hay de aquellos tiempos que no volverán, ahora estamos enfrentados a una triste realidad, el pan subió de precio nuevamente.
Y ante la pregunta de por qué se eleva el precio del pan, la respuesta es unánime, somos importadores de trigo. Hace pocos años atrás por un sol nos daban 10 panes, después se redujo a cinco, en especial en la pandemia, la causa que el dólar se encareció y como compramos trigo con dólares tuvimos que sustituir la gran bolsa de tela por otra más pequeña de plástico. Insistimos comprándolo y ahora nuevamente se reduce las unidades de pan por cada sol.
Seguramente por voz de los seudo expertos recomendarán sustituir la harina de trigo por la harina de camote, de maíz o de quinua o simplemente afirmarán sin tapujos ni murmuración que es mejor dejar de comer pan. Y así, colorín colorado el asunto está acabado.
El asunto del pan es más integral. Nos es solo el pan el que está en inflación galopante, se elevó los combustibles, los pasajes subieron a dos soles, el pollo esta también elevado y las personas sobre sus ingresos o no los tiene las personas o simplemente no les alcanza.
Se añade a la crisis la actitud de resistencia de una gran parte de la población a no vacunarse y la inestabilidad política consecutiva. Si la guerra de Rusia y Ucrania el insumo del trigo se elevará porque estos dos países son los dos grandes proveedores internacionales de este grano.
Si esto sigue así, no será raro que en los próximos meses tengamos que pagar un sol por cada pan, sería el acabose. La estructura de costos hasta antes de la suba de los precios más o menos el costo por cada pan por la harina de trigo era de 12%, salarios de los panaderos 27%, costos de fabricación 28% y ganancia 23%.
Si se eleva el insumo de harina de trigo se bajará los sueldos de los panaderos y la ganancia de los empresarios del pan, los otros costos seguirán fijos. Esto ocurrirá porque también los consumidores dejaran de comprar pan o emigraran a otros productos como ocurrió en la pandemia.
Se requiere medidas urgentes internas ya que lo externo no lo podemos cambiar. Primero acabar con la crisis política de no a la vacancia, exigir que el presidente cumpla con sus promesas y si siguen insistiendo entonces que se vayan todos.
Segundo hacerle caso esta vez a la recomendación del FMI que nos dice que para hacer caja podemos aumentar el porcentaje de las regalías mineras, tercero, el que no quiere vacunarse que siga en cuarentena y no ingrese a espacios donde están poblados, reactivar los proyectos de ley sobre el impuesto a las grandes riquezas. Comenzar a debatir democráticamente que hacemos ante todas las crisis para asegurar el pan de cada día.