Por: Edgard Norberto «Beto» Lajo Paredes
Son libros de Manuel González Prada, los primeros compilados en un solo volumen, Biblioteca Ayacucho (internet); en el prólogo, Luis Alberto Sánchez, dice: “se enfrenta a los prejuicios e intereses que condujeron al desastre del 79 (Guerra del Pacífico) … El clero y la plutocracia, Lima y el virreinalismo son los responsables del fracaso: todo ello lo agrupa en el término los “viejos”. Quienes abominen del centralismo limeño, aboguen por el libre pensamiento, condenen el blanquismo costeño, tengan fe en el indio, sostengan la bandera de la Ciencia, combatan por la libertad, ésos serán los “jóvenes”. De ahí la fórmula definitoria de su discurso en el Teatro Politeama: “Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”. (p. XIII).
En Páginas Libres (1894), leemos: “abunda la mediocridad que remeda y copia” (p. 3), “Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Dejemos la encrucijada por el camino real, y la ambigüedad por la palabra precisa” (p. 32), “aunque siempre existieron en el Perú liberales y conservadores, nunca hubo un verdadero partido liberal ni un verdadero partido conservador, sino tres grandes divisiones: los gobiernistas, los conspiradores y los indiferentes por egoísmo, imbecilidad o desengaño” (p. 45), “En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado; los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra! (p. 46), “En el Perú de hoy, no existe honradez privada ni pública; todo se viola y pisotea cínicamente, desde la palabra de honor hasta el documento suscrito” (p. 105), “En resumen, hoy el Perú es organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus” (p. 107). No hay verdaderos partidos de derecha e izquierda.
Nos habla del Perú de fines del siglo XIX, sus expresiones tienen vigencia en el Perú del siglo XXI, sigue siendo un “organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus”.
En Horas de Lucha (1908), cuestiona: “¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles”. (p. 201). “¿Qué nuestros caudillos? Agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa” (p. 202), “En nuestros cuerpos legislativos, en esa deforme aglomeración de hombres incoloros, incapaces y hasta inconscientes, hubo casi siempre la feria de intereses individuales, muy pocas veces la lucha por una idea ni por un interés nacional”. (p. 204), “Felizmente, el Perú no se reduce a la costra corrompida y corruptora: lejos de políticos y logreros, de malos y maleadores, dormita una multitud sana y vigorosa, una especie de campo virgen que aguarda la buena labor y la buena semilla”. (p. 209), “Si un pueblo se figura por un individuo, Arequipa es el soldado varonil que empuña el rifle, se cuelga el detente, sale al campo de batalla y regresa teñido en sangre a la vez que rodeado por un tufo de chicha y pólvora” (p. 261). Eso es Arequipa, republicana y rebelde
Los partidos políticos de inicios del siglo XX, fueron “Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles”. Acaso, no son lo mismo los partidos representados en el Congreso. Nuestro país no ha evolucionado moral ni políticamente.
En Anarquía (1904-1909), escribió: “El 1 de mayo carecería de importancia …, si no significara revolución de todos para emancipar a todos. La revolución de una clase para surgir ella sola y sobreponerse a las otras, no sería más que una parodia de las antiguas convulsiones políticas”. (p. 18), “La Anarquía tiende a la concordia universal, a la armonía de los intereses individuales por medio de generosas y mutuas concesiones; no persigue la lucha de clases para conseguir el predominio de una sola, porque entonces no implicaría la revolución de todos los individuos contra todo lo malo de la sociedad”. (p. 24), “Los libertarios deben recordar que el Socialismo, en cualquiera de sus múltiples formas, es opresor y reglamentario, diferenciándose de la Anarquía, que es ampliamente libre y rechaza toda reglamentación o sometimiento del individuo a las leyes del mayor número” (p. 72). Indoamérica es libertaria.
Manuel González Prada, anarquista por enarbolar la libertad, hace un deslinde categórico con el socialismo, lo califica de “opresor”, advertencia profética, lo dijo en 1906, mucho antes de la Revolución Bolchevique en Rusia de 1917, implantó una férrea dictadura económica y política, burocrática e ideológica; lo mismo sucedió en los países de signo marxista, leninista y maoísta; es obvio, repudia al fascismo, otra forma de negación de la libertad.