POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS
Falleció Gustavo Gutiérrez, las muestras de cariño, admiración y respeto no se acallaron aún en la madurez de sus años, su palabra despertaba entusiasmo y fe, su férrea consecuencia por los ideales cristianos y especialmente su lealtad a los valores intrínsecos de justicia, igualdad, solidaridad, verdad, le costaron el ostracismo de su propia iglesia, a la que nunca renuncio asumiendo disciplinadamente las consignas, en los momentos más crudos con el Prefecto Joseph Ratzinger, a cargo de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe, estando el Papa Juan Pablo II, sobrevinieron los momentos más oscuros, de una iglesia vertical, impositiva, distante del contexto y la realidad, y propensa al acomodo.
Bien lo anota Carlos Castillo, con sus publicaciones “Teología de la Liberación” y “Como lobos rapaces: Perú, ¿una iglesia infiltrada?” …allí empezó todo el drama de la persecución injusta…considerado izquierdista. En cambio, se trataba solamente de un hombre abierto al Evangelio y a los signos de los tiempos, que actualizaba la fe para nuestro continente pobre y profundamente creyente. El Papa Francisco lo sacaría de su enclaustramiento, para colocarlo con algo de destiempo, en el sitial que siempre mereció, por derecho propio Gustavo Gutiérrez.
Pero, el Papa Francisco no se limitaría a esta reivindicación, haciendo sentir su compromiso y autoridad eclesiástica, acaba de anunciar el nombramiento de monseñor Carlos Castillo Mattasoglio, arzobispo de Lima, Primado del Perú, como nuevo Cardenal; claro reconocimiento a su labor pastoral, humildad y compromiso social. Tendremos tres cardenales, pero sólo él tendrá la responsabilidad mayor de participar en la elección de un nuevo Papa en caso se convocará a un conclave. Los otros dos, Juan Luis Cipriani y Pedro Barreto, no son electores, por sobrepasar la edad límite para ese ejercicio, aunque no pierden esa condición jerárquica.
Sin embargo, una nota relevante es la decisión asumida desde el Vaticano por acudir a una depuración, disponiéndose la expulsión de distintos cargos jerárquicos de quienes están vinculados al llamado Sodalicio de Vida Cristiana, algunos lo señalan como un verdadero imperio económico, contra la que se interpusieron distintas denuncias: tráfico de tierras, abusos físicos con sadismo y violencia, abusos de conciencia, abusos del cargo y de autoridad, hackeo de las comunicaciones, encubrimiento y abuso en la administración de los bienes eclesiásticos; quizás y para que se entienda mejor, lo más significativo y que se ha extendido con facilidad y amplitud en el país, son los cementerios privados, apelando a una forzada interpretación y aplicación del Concordato celebrado entre el Perú y la Santa Sede en 1980, permitiendo excepciones tributarias, como se viene denunciando e incluso reclamando la revisión de dicho documento, si realmente beneficia a nuestro país.
Uno de los primeros expulsados fue el fundador de Sodalicio Luis Fernando Figari, lo acompaño el arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren Anselmi, dentro de los diez primeros destituidos. La purga no ha cesado, con cargos más específicos “pederastia”, ahora el turno le correspondió a José Andrés Ambrozic Velezmoro, vicario general de la agrupación, y el sacerdote Luis Antonio Ferroggiaro Dentone, superior de comunidad; y aún las investigaciones y sus consecuencias, no han cesado.
Pese a las públicas denuncias, esta no tuvo mayor impacto hasta que fue la firmeza periodística de Pedro Salinas y Paola Ugaz, aún con la persecución política y judicial a la que estuvieron y están draconianamente sujetos, con entrevistas, reportajes y publicaciones, colocaron la denuncia en la agenda pública y a efecto de ello una misión papal se constituyó al lugar de los hechos; el arzobispo de Malta, Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, llegaron al Perú para recabar información y corroborar la certeza de las denuncias.
Ayer el Papa Francisco, clausuró el Sínodo de los Obispos, que es convocado sólo cuando lo considera necesario y oportuno consultar al episcopado, durante el encuentro recoge opiniones sobre argumentos de gran importancia y gravedad; y los temas eran sumamente trascendentes y oportunos, como críticos, despertando legitima expectativa, que evidencian la preocupación del Papa Francisco por aperturar la Iglesia, abordando temas que generaban distanciamiento, es decir una actitud conciliatoria y comprensiva; su propia composición, ya era llamativa, sin embargo, el documento final no recoge los criterios de equidad para los fieles como se venía anunciando o la situación de los sacerdotes casados o la discusión sobre los derechos de los feligreses pertenecientes al colectivo LGBTI.
Es indudable que el Papa francisco, en particular, viene asumiendo importantes decisiones para reorientar la Iglesia Católica, desde sus estructuras internas, con carácter depurando a quienes la aprovechan y desprestigian, renovándola, pero especialmente enfatizando la noble y desprendida labor pastoral, que en ninguna circunstancia puedan descarrilar los principios y valores que impulsaron la fe en ella.
Gustavo Gutiérrez, al recoger un último Doctor Honoris Causa, expresaba: “Ya no es necesario hacer largos viajes para hallar el Perú profundo de que hablaba Basadre, las entrañas de la nación -con su cortejo de hambre y marginación, pero también de posibilidades y de energías- irrumpen crecientemente el conjunto del territorio y vienen a nuestro encuentro. Hoy el Perú profundo está en todas partes. Lima, la capital que ha vivido de espaldas al país, es hoy la ciudad con mayor número de quechua hablantes del Perú. Por otro lado, en los últimos años hemos asistido al creciente protagonismo de las poblaciones amazónicas, en defensa de su territorio y otros derechos”.