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23 abril, 2025 3:06 pm

Nosotros los del C.N. de La Libertad [Parte IV]

El que fue nuestro muy antiguo C. N. de La Libertad nos albergó en un local construido en la colonia, con subterráneos a los que ingresamos más de una vez, pese a las prohibiciones.

POR: EDUARDO VEGAZO MIOVICH (PROMOCIÓN 1957)     

Indagando información histórica del centro educativo que nos ocupa, encontré una Reseña histórica del Colegio Simón Bolívar (Tres siglos de historia), elaborada por el Sr. Gustavo Valcárcel Salas, de quien, con su venia, me honra extraer algunos conceptos para elaborar el siguiente resumen:

<<Don José Hurtado de Ichagoyen, el año 1708, donó sus propiedades a fin de que, en Moquegua, se estableciera un centro de estudios con el nombre de Colegio San José de la Compañía de Jesús. Una vez erigido el plantel educativo, fue administrado desde 1711 por los jesuitas.

Más tarde, en 1767, cuando fueron expulsados de esas tierras, este centro estudiantil continuó bajo la administración de los padres franciscanos de Propaganda de la Fe, con el nombre de Colegio de Nuestra Señora del Mayor Dolor de los Misioneros Apostólicos del Orden de San Francisco de la Villa de Moquegua, más conocido como Colegio de Propaganda Fide, hasta 1824, año en el cual Simón Bolívar pone fin a la vida religiosa en el plantel.

A pedido del pueblo de Moquegua y sobre las bases de este antiguo plantel, el 8 de setiembre de 1825 Simón Bolívar funda el Colegio de Ciencias y Artes San Simón. Ante la reacción antibolivariana producida en el Perú, el 6 de junio de 1828 el Congreso dispone se denomine Colegio Nacional de La Libertad. Funcionó en el antiguo local hasta 1958, cuando el alumnado de varones pasó a un moderno edificio. En 1961, el Colegio Nacional fue elevado a Gran Unidad Escolar con el nombre de Simón Bolívar, del cual el de La Libertad era su núcleo fundamental. Entonces, “la vieja casa» quedó para el de Santa Fortunata, de mujeres, que fuera creado en 1956.>>

El que fue nuestro muy antiguo C. N. de La Libertad nos albergó en un local que fue construido en la colonia con piedras de calicanto, desde las bases hasta los techos, bajo el cual existen subterráneos de construcción simultánea a la del Colegio y a la de las iglesias de Moquegua, a los que hemos ingresado en varias oportunidades, pese a estar prohibido por la dirección del Colegio y contraviniendo las recomendaciones de los profesores de abstenernos de hacerlo.

Pero esos ingresos de exploración tienen su historia: durante la administración del director Sr. Humberto Oliveros Márquez, en la década de 1950, surgió la idea de dotar al plantel de una piscina para la recreación del alumnado.

Para ubicarla, señalaron un área de terreno baldío ubicado tras los salones de clase (lado norte), en el que existía un montículo de escombros y tierra de más de 5 metros de altura por unos 15 de ancho y, aproximadamente, 30 de largo; es decir, unos 2,250 metros cúbicos de ese material, equivalente a 3,820 toneladas métricas, que era necesario remover para rellenar con él la parte baja adyacente al indicado cúmulo. Material que estaba compuesto de desmonte y escombros de la destruida edificación religiosa que antes existía en ese lugar, debido a los muchos temblores y terremotos habidos a través de los años.

Para la erección de la piscina, era absolutamente necesario retirar todo ese volumen de material. Sin embargo, «disque» se carecía de fondos económicos para esa labor. ¿Qué hacer?

La «mano de obra» y el «peonaje» estaban al alcance, a los que le echaron mano de una manera un tanto sesgada, pero, a la larga, útil, a pesar del sudor y del gran esfuerzo que nos iba a costar. Estaba de por medio el gran Gastón Bengoa, regente «omnipotente» que, junto a sus auxiliares, controlaba la disciplina del alumnado.

A inicios del año lectivo, apareció de pronto la orden de dotar a cada alumno con cien puntos de calificación en la conducta, puntaje que había que conservar en lo posible, cuyo límite menor era de cincuenta puntos; es decir, de allí para abajo era nota desaprobatoria en conducta. Además, advertían que, de cometer cualquier indisciplina, incluidas las inasistencias o tardanzas injustificadas, le serían descontados tantos puntos de la «centena» otorgada, según la evaluación de la falta cometida.

Ah, qué bonito, ¿no? Hasta aquí, todo bien.


Con un gol de Luis “Nano” Vegazo Miovich (*), quien ingresó en reemplazo de Óscar Fernández Dávila, en el estadio «Melgar» de Arequipa, esta selección, junto con la de Arequipa, se clasificó para la final del Campeonato Nacional en Lima, dejando fuera de competencia a Tacna e Ica.

Por disposición de la dirección del Colegio, los jugadores (alumnos) marcados con (*) no fueron autorizados a participar en la final de dicho campeonato, siendo reemplazados por algunos futbolistas de Ilo.

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