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22 noviembre, 2024 11:25 am

¿No hay futuro sobre rieles…? (II)

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ

El último 23 de enero, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Ing. Edmer Trujillo se reunió en Lima con la prensa extranjera, donde expresó entre otros comentarios que “el señor Bolsonaro ya no apuesta tanto por el lado boliviano y peruano; apuesta por el lado chileno. Entonces el proyecto queda en este momento en stand by para ver cómo es que se logran componer las situaciones políticas”, en referencia al proyecto de tren bioceánico, que, según el Ejecutivo, los 360 kilómetros podrían costar unos 7,500 millones de dólares en territorio peruano, recalcando que según los estudios (¿) hechos, “se necesita tener carga brasileña para hacerlo; sino el proyecto no es viable”.

¿Es ello cierto? …No necesariamente y por varias razones, la primera de la cual es esencialmente económica: ¡los empresarios, aquí, en Brasil,  Bolivia o en el último rincón del mundo, se rigen hoy más que nunca en que los estados han dejado de tener la primera y última palabra en el ámbito empresarial, por estrictos criterios comerciales, donde predominan los costos, márgenes de ganancia, rapidez y seguridad…y quien los ofrezca en mayor grado o nivel será el ganador, léase en este caso: el que ofrezca la mejor ruta!

Y en dicho aspecto la opción del denominado Corredor Ferroviario Bioceánico Central, tiene mayores ventajas que la barajada por el actual gobierno brasileño en alianza con el chileno, que nos hace recordar cuan premonitorio fue Mercado Jarrín cuando enunció en la revista “Caretas” en febrero de 1996, la denominada guerra de los puertos en procura de la supremacía en el Pacifico entre el Perú y Chile. Juegan a favor nuestro, aparte de las pendientes geográficas y las distancias, los costos laborales y de servicios, los costos de energía, agua y lo que creo que es más importante: en tanto que la opción que pretende dejar de lado a Bolivia es multimodal: transporte ferroviario, carretero y fluvial con todo lo que ello significa en tiempos y costos; en la opción Brasil-Bolivia-Perú es casi totalmente férrea, permitiendo reducir costos.

Ahora bien, Trujillo, en algo tiene razón y no la tiene a la vez, cuando dice que se necesita la carga brasileña para hacer viable el Corredor Ferroviario, haciéndome acordar en cierta forma a Bustamante y Rivero que allá por 1953, se opuso y echó por la borda los tratos para que un oleoducto con el crudo de la región de Santa Cruz de la Sierran desemboque por Ilo, argumentando que se trataba de una cesión de soberanía.

Tal fue el clima negativo y la oposición chauvinista que se creó que se frustraron las negociaciones. El oleoducto finalmente salió por Arica. Chile concedió a Bolivia la administración de las instalaciones, permitiendo incluso que los tributos de sus trabajadores los recaude el fisco boliviano. Lo único que Chile cobraría eran los derechos de capitanía de puerto.

Pues bien, algo semejante, –esquizofrénico diría–, ocurre en nuestros años: o acaso ustedes creen que Chile permitiría algo semejante a lo que ocurre con la carretera Collpa-La Paz, que acabará favoreciendo al país sureño, dado que Arica está más cerca de Tacna que está última de Ilo, ventaja que solo con el ferrocarril podemos superar.

Y aquí otro argumento a favor del ramal ferroviario: el puerto de Ilo, encerrado entre los intereses empresariales de un grupo económico monopólico peruano que tiene sociedad con otro similar chileno, podría superar dicha desventaja si consigue desviar, ofreciendo mejores condiciones, para que la carga boliviana que usa el puerto de Arica, (entre 2,300 a 3,000 mtn), utilice Ilo, hecho que dé lograrse multiplicaría varias veces el actual movimiento portuario con lo que justificaría plenamente el tramo férreo y permitiría, sin lugar a duda alguna, el despegue de la región Moquegua y toda la Macro Sur, que para comenzar, recuperaría el mercado boliviano, que antaño permitió que tanto Arequipa como Moquegua fueran contribuyentes principales después de Lima,  merced a la bonanza lograda por el intercambio comercial, al cual podría sumarse tanto algunos estados brasileños, como el norte argentino, asimismo como Paraguay.

Bien harían el actual ministro de Transportes Edmer Trujillo y nuestro Presidente Martín Vizcarra en recordar a Mercado Jarrín y entender que estamos en una guerra económica, en procura de lograr convertirnos en el punto principal de entrada y salida del comercio interoceánico en la Cuenca del Pacifico y recordar una vez más a Basadre cuando exclama: “¡No permitamos que el Perú se pierda por la obra o la inacción de los peruanos!” y a Martí, recordando que “de frailes que le niegan a Colón la posibilidad de descubrir el paso nuevo

está lleno el mundo, repleto de frailes. Lo que importa no es sentarse con los frailes, sino embarcarse en las carabelas de Colón”.  (Continuará).

Análisis & Opinión